La verdadera gestión del gobierno del desencanto se mide con la opinión de la gente de a pie, y no la que se emite por los canales oficiales del gobierno. Incluso la propia burguesía dice que el presidente Lasso no da pie con bola en la administración del país y que no está defendiéndolos. Problemas como el subempleo y desempleo, el alza de los productos básicos, la escasez de vivienda popular, el deterioro de los servicios sociales y de salud, el difícil acceso a la universidad y, en especial el aumento de la inseguridad ciudadana y la institucionalización de la corrupción.
Por tanto, seguir creyendo en el gobierno lassista significa aumentar la antipatía política por parte de los trabajadores y de los sectores populares. Es dar argumentos a los banqueros y a la extrema derecha para abrir el camino hacia una derrota electoral. Es configurar una situación crítica ante las mentiras de que se hacen grandes inversiones para resolver los problemas, la gente sabe que eso es falso, y lo sabe porque son quienes viven a diario la crisis. Callar a estas realidades que por décadas han servido para que la partidocracia se turne en el poder y desde allí, guardar o respaldar la mediocridad e inoperancia del régimen actual. Es el argumento inconsistente que ha sostenido a la derecha y al populismo dizque progresista de los últimos tiempos.
Los trabajadores, campesinos, indígenas, jóvenes, mujeres y profesionales de los sectores populares exigen en primer lugar políticas públicas viables que contribuyan a paliar las consecuencias de la crisis social, económica y moral que vivimos; en segundo lugar, que estás políticas no correspondan a recetas del FMI. Caso contrario, será el propio régimen el responsable de nuevas movilizaciones para aumentar los salarios y pensiones al mismo ritmo de la inflación; para detener las intenciones de elaborar leyes laborales paralelas y excluyentes; para detener la venta de las empresas públicas; para exigir la baja de los intereses de la banca que son la causa de la inflación; para que cumpla con las ofertas de campaña de más empleos y más viviendas; para denunciar la injerencia del narcotráfico en el gobierno; para exigir se destine mayor presupuesto a la salud, educación y el pago a los jubilados: para demandar la amnistía por todos los presos y encausados por luchas sociales de octubre de 2019 y junio de 2022; para exigir sanción a los asesinos de Alba Bermeo defensora del agua.
En fin, la lista de exigencias es larga, quizá se resuma en solo el pueblo salva al pueblo, en solo el pueblo puede reivindicar vivir con dignidad. Para ello, sigue vigente la movilización generalizada de los sectores populares, porque Lasso demuestra en los hechos, que prefiere cumplir con las obligaciones impuestas por la banca internacional y no con las necesidades del pueblo.