Se fue el Papa, han vuelto las protestas. Se ha llamado a “un
amplio dialogo nacional por la equidad y la justicia social” pero excluyendo a
los “golpistas” y condicionando a otros a “pedir perdón por el daño causado”. Cuando
se lucha contra las injusticias, no se pide perdón, solo se lucha. En sí, un
diálogo unilateral regido por el revanchismo político, la propaganda retórica,
la demagogia y la prepotencia.
En el tema educativo, luego de que el Ministro Espinosa,
descargue su revanchismo pasional contra la UNE, son los padres y los discentes
quienes han salido a protestar contra el modelo de gestión que deja medio
millón de estudiantes sin universidad, contra la malla curricular que prioriza
el conductismo; contra el marco jurídico que encarcela estudiantes, en fin
contra los cambios que refuerzan la exclusión, la dependencia y legitiman la lógica
capitalista.
La educación es acción política y como procede del poder
político, es utilizada como un arma de control de las conciencias. Las
recientes reformas a la LOEI, son una muestra de aquello; enmascaradas de “democrática y equitativa” en la práctica
la convierten en una ley violenta, adversa, excluyente y discriminatoria; y, en
última instancia, delata un descarado pacto con la educación privada.
Las reformas no involucran la base psicopedagógica. Las destrezas
por más que se digan con criterios de desempeño, siguen igual. Las
modificaciones curriculares favorecen a una formación de mano de obra
disponible y adaptable a la “maquilación”
laboral que el neoliberalismo ha impuesto. La desventura petrolera empeoró la
situación, ya no se garantiza el financiamiento adecuado para los recursos
humanos y materiales que los “cambios”
requieren. Al igual que se postergan las escuelas del milenio se postergan
promesas, planes objetivos y esperanzas. Se deja en permanente preocupación a
miles de docentes que aspiran acogerse a su derecho a la jubilación.
Una ley réplica de la política gubernamental, que como “elegidos” quieren perennizarse en los
espacios de poder, a pretexto “de que no
regrese el pasado y dar continuidad al sistema” arreglan las leyes y la
Constitución a su hechura y conveniencia.
Lo cierto es que, poco a poco se disminuyen derechos sociales y
civiles a la par que propicia un sistema de control perfecto para crear un
estado de opinión única y una sociedad que ignore su propia identidad.