sábado, 16 de enero de 2021

Solo el pueblo podrá cambiar la historia de la vieja política

Con la convicción firme de mis principios y como defensor de la educación y de las causas populares, he podido ver y palpar en estos tiempos como el gobierno capitalista e incapaz de solucionar la problemática sanitaria y social, en medio de la pandemia sanitaria intenta esconder con dádivas las desgracias sociales que agravan las condiciones de vida, negando empleo digno, acceso a la salud y a la educación en la forma que el propio gobierno impone.

No cabe duda que el sistema y la estructura del gobierno nos muestra el poco respeto a los principios elementales de la convivencia humana, la democracia y la ciudadanía. Confirmándose que la brecha de la pobreza es un desafío social a vencer, para evitar que los sectores vulnerables a esta crisis se hundan más en la miseria, como las amas de casa jefas de hogar, los trabajadores informales, trabajadoras domésticas, personas adultas mayores, población rural, personas con discapacidad, niñas, niños, adolescentes y migrantes que mendigan en las calles.

Desde la óptica de docente, observo que de la noche a la mañana se masificó la educación virtual y una serie de propuestas educativas digitales, en principio no como un apoyo pedagógico para mejorar los aprendizajes, sino en oposición a la presencialidad, para denostar e incluso para prescindir del profesorado, lo cual por supuesto está asociado a una oculta forma de privatización, mercantilización y exclusión de la educación.

En cuanto al regreso a las aulas, los profesores hemos dicho que sí. Pero hay que considerar que esto es un grave dilema, por un lado, en las condiciones actuales del rebrote de la pandemia aumentaría la probabilidad de contagio de niños, jóvenes y adultos. Mientras que, al mantenerse cerradas las escuelas, los índices de rezago y exclusión escolar aumentarían porque los factores económicos se imponen a las pretensiones del Ministerio de Educación y a las recomendaciones del COE.

Si la capacidad financiera del gobierno al igual que la economía familiar de los sectores populares están a punto de colapsar, me pregunto ¿cuáles son los escenarios inmediatos y de futuro que se proyectan y qué medidas tomará el gobierno para evitar que la peligrosa pandemia social, la de la pobreza, se generalice? ¿acaso esperar a la solución que han planteado los candidatos de la década robada y de la derecha banquera? O tendríamos que reflexionar sobre la oportunidad de fortalecer y potenciar las candidaturas de Johana Granda para Asambleísta Provincial, Geovanni Atarihuana para Asambleísta Nacional por Unidad Popular listas 2, y de Yaku Pérez para Presidente.

 Finalmente, es el momento de palpar lo que se vive en las calles y forjar la unidad porque solo los candidatos que representan al pueblo podrán cambiar la historia de la vieja política y acabar con la corrupción.

viernes, 8 de enero de 2021

Vacuna contra la pobreza, tarea imperdonable del Estado

Pareciera que el tiempo transcurre inexorable, aunque a veces es ajeno a la racionalidad abstracta de mucha gente que quizá con propiedad haya anidado en la conciencia individual y colectiva ese viejo refrán, según el cual “algunos días se nos escapan en un abrir y cerrar de ojos”, mientras otros parecen que tardan tanto como la utopía de erradicar la corrupción.

El citado refrán de repente nos suscita imágenes del pasado y nos devuelve un poco del tiempo perdido y empeorado por las infames pandemias de la salud y la pobreza. Se ha anunciado que la vacuna para la primera llegará los próximos días. Mientras que la vacuna contra la pobreza sigue siendo una tarea imperdonable del Estado, cuya exigencia de cumplimiento nos involucra a todos, pero más, a los sectores empobrecidos y de las clases populares; el silencio implicaría ignorar la señal de alerta en el Ecuador de hoy, sometido al atraco del erario y al dominio del Estado capitalista neoliberal que agiganta la brecha entre ricos y pobres mientras privatiza los servicios básicos y empresas públicas, olvidándose de las normas constitucionales.

Atosigados por las circunstancias sanitarias y electorales, pocos han reparado que en el futuro de las inmediatas generaciones no se avizora nada bueno debido a los gobiernos que cada vez más y en mayor cantidad entregan los recursos naturales a las transnacionales; debido también a la especulación del capital financiero que se nos impone. Ante esto, se escuchan voces de la izquierda política y de los trabajadores que reclaman la necesidad de la unidad popular para juntar las fuerzas que garanticen la consecución de un nuevo gobierno y el bienestar de todos y cada uno.

Como se intitula el libro de Pablo Neruda, Confieso que he vivido, directamente las pseudas democracias de los últimos cincuenta años, y todas han estado abocadas a los mismos problemas económicos estructurales y a las crisis de institucionalidad política. En algunos tramos de esta vivencia, con la aprobación del imperio norteamericano –que a propósito hoy simulan pelearse el poder cuando en realidad son lo mismo– se instalaron dictaduras que agravaron más las condiciones de vida del pueblo ecuatoriano.

Es cierto que hemos tenido un año complejo, llenos de dificultades que determinaron nuevas relaciones y formas de trabajo y de convivencia, sin embargo tenemos que estar conscientes que la crisis no se solucionará por obra divina, por eso de inmediato debemos emprender a erradicar los males parasitarios heredados de la burguesía. Ese cambio exige caminar a través de una larga lucha por la resistencia y la liberación social y nacional. Exige procesar la más amplia experiencia organizativa, el compromiso y la responsabilidad para convocar a los electores a votar el 7 de febrero por Yaku Pérez y los candidatos de Unidad Popular listas 2.

viernes, 1 de enero de 2021

Discutir y discrepar, sin negar la identidad de clase

Con o sin COVID-19, todos los días la mayoría de los ciudadanos luchamos en las calles contra la muerte y la pobreza, es una batalla infame que quienes ostentan el poder económico y político nos llevan a optar por el mal menor, la sobrevivencia. No nos conformamos y salimos a vivir, porque en este tiempo pandémico hay que hacer el tiempo de liberación. No hay espacio para descuidarnos, el futuro de nuestros hijos está en peligro, el nuestro también.

Las organizaciones sociales junto al pueblo no pueden esperar, en el camino se irán fortaleciendo. Aun con las incertidumbres a cuestas, hoy es tiempo de vivir y luchar. Por eso, en medio del temor al contagio y con las protecciones biosanitarias hay que salir a mostrarse y a mostrar el poder de la unidad popular, a encender el debate y defender nuestra propuesta, porque no es hora de especular. Necesitamos hablar, pero también escucharnos. Lo diferente es lo que complementa la verdad colectiva y empuja al pueblo al anhelado cambio.

Después del 10 de agosto de 1979 el país se encuentra en manos de un “caudillo llamado oligarquía” que ha venido representando y sirviendo a lo que ahora ellos mismos denominan partidocracia, esa clase política podrida y corrupta, populista y oportunista, además de relacionada con ciertos medios de comunicación que se encargan de la manipulación de las estrategias más cuestionables para turnarse y mantenerse en el poder hasta nuestros días. El mérito es, ser leales y actuar como títeres para cumplir las recetas del FMI.

Ya iniciada la campaña electoral, el conflicto no es propiamente contra la pandemia. Lo es entre la riqueza opulenta y la pobreza vergonzante. Entre los partidos de la derecha oligarca cuya demagogia parece caerse a pedazos; y el partido de los profesionales y servidores públicos honestos, de las amas de casa y los miles de desocupados, de los trabajadores y campesinos, de ese partido que precisamente lo encabeza un campesino, Yaku Pérez, a quien ni las frases de odio y racismo, ni la desinformación han hecho callar su voz denunciando la profunda crisis a la que han sometido al país.

Los ecuatorianos somos hijos de la historia que se escribió durante la colonia y la independencia, de la historia escrita por los miles de héroes anónimos que en busca de trabajo mueren a diario a causa de la pobreza y la delincuencia, realidad que la memoria colectiva parece ha olvidado. Por ello, la necesidad de reconocer la identidad de clase, ella determina y enriquece la identidad nacional. En febrero de 2021 estamos convocados por voluntad propia a resolver los problemas de nuestro pueblo, “porque esta vez no se trata de cambiar un presidente, será el pueblo quien construya un Ecuador bien diferente”.

Finalmente, en medio del evidente aumento de contagiados por COVID-19, iniciamos el año 2021 con el deseo ferviente de que en base a la unidad popular realmente tengamos un combativo y feliz año nuevo.