sábado, 7 de enero de 2017

Nuestro voto para políticos con una trayectoria de lucha contra la corrupción


Las millonarias bonificaciones de Odebrecht no sólo se ofrecieron a funcionarios públicos del gobierno correísta, sino también durante los gobiernos anteriores, convirtiéndose en un hecho cotidiano de corrupción impuesta por las transnacionales.
Las denuncias cada vez fueron tomando cuerpo particularmente en la clase política y en los medios de comunicación. Sin embargo, y aunque para el pueblo de a pie, inicialmente las denuncias tenían un carácter simbólico, dejaron de serlo cuando desde afuera, funcionarios de Odebrecht y del propio gobierno de la revolución ciudadana, aceptaron la existencia de transacciones corruptas en la contratación de obras públicas.
Nos sorprendieron las declaraciones del primer mandatario, al decir que las coimas no perjudicaban al erario nacional. También es lamentable y revelador el hecho de que el gobierno nacional y los organismos judiciales, no hicieran nada más que denigrar a la oposición que denunciaba estos hechos de corrupción y robo público a los intereses nacionales y a los bolsillos del pueblo ecuatoriano. Solo cuando se hizo pública una investigación realizada en una corte en Estados Unidos, el Poder Judicial sale con la pretensión de hacernos creer, que la oligarquía criolla y la derecha internacional mediatizan estos actos para dañar los diez años de pseudo revolución.
Claro que como siempre, en medio del proselitismo político, aparecen charlatanes de toda índole, desde chismosos de farándula hasta payasos y cantantes con poses de falso patriotismo, indignación y honestidad pasajera, pero con la evidente intención de más temprano que tarde, convertirse en cómplices cínicos para alinearse a los sectores financieros y políticos más corruptos de la historia ecuatoriana.
Más allá de la abusiva intromisión e incautación de ciertos medios de comunicación por parte del gobierno, si realmente se quiere combatir la corrupción, tenemos que reconocer primero que los grandes medios de comunicación en el Ecuador han sido un factor preponderante para tolerar y hasta para justificar la corrupción. No tanto por su silencio cómplice frente a la corrupción, sino por coartar la libertad de opinión y crítica de la ciudadanía, por ejemplo dando más importancia a programaciones basura llenas de mensajes subliminales de adormecimiento y dependencia a la niñez y juventud.
Afortunadamente, en este periodo de campaña, los ecuatorianos tendremos la oportunidad de castigar a los corruptos, otorgando nuestro voto a personajes políticos con una trayectoria de lucha contra la corrupción, coherentes y con objetiva credibilidad y deseos de adecentar la política ecuatoriana.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Paraíso terrenal o paraísos fiscales


A pocas horas de finalizar el año, con seguridad nos viene a la memoria eventos de toda índole, que no preciso detallar, ya lo harán los medios de comunicación, en cuyos registros conservan información irrefutable de todo lo ocurrido durante el año.
Sin embargo, cabe destacar el destape de la corrupción en las cercanías de Carondelet y la intromisión del primer mandatario en la campaña política. La consulta sobre el paraíso terrenal o paraísos fiscales que casi es idéntico, no es más que la abusiva intromisión en el proceso de elecciones del próximo 19 de febrero, en las que es el pueblo, el que debe decidir, si continúa con el modelo neo populista o da al traste a los diez años de autocracia y prepotencia.
Mi condición de educador y la indeclinable preocupación por la patria, me presiona a reflexionar en torno al comportamiento y más concretamente a la misión social que concierne al magisterio y a las instituciones educativas. Pues duele el silencio ante los actos de corrupción y entristece la indiferencia hacia las instituciones nobles fundadas en los principios de solidaridad, de respeto recíproco y de mutua comprensión que defienden el interés social.
La formación integral de la personalidad se inicia y culmina en la escuela. Lo básico y fundamental tendrá que existir previamente como existe el germen de la planta para que se produzca el fruto, todo lo que venga después de la enseñanza inicial será complementario.
Podrá decirse que la tarea de la escuela es ofrecer las bases para la instrucción técnico-profesional, de acuerdo. Pero su auténtica razón de ser es otra: la formación inicial del niño y la niña que están destinados a convertirse en células activas del cambio social. En este sentido, la escuela debe producir más que talentos, personas íntegras. Y las personas íntegras no se forman con el dos más dos sino con ejemplos edificantes en todos los aspectos de la vida, porque la personalidad está definida por la conducta de bien, la solidaridad, el compromiso y el juicio crítico y responsable.
Los docentes tenemos que hacer nuestras las frases del filósofo chino Lao Tzu, quien afirma que "conocer a otros es inteligencia, conocerse a sí mismos es sabiduría”. Nos corresponde asumir el papel trascendente que nos señalan las circunstancias para educar para la emancipación y orientar a la niñez y adolescencia el anhelo de vivir con dignidad y libertad en una sociedad soberana.