domingo, 19 de julio de 2020

Murió de pie sobre la tierra como un árbol


Tras permanecer varios días afectado por el Covid-19, el dirigente popular Alfonso Yanez Montero falleció la madrugada del domingo 19 víctima de la indiferencia e incapacidad de un gobierno criminal que no le facilitó una cama UCI. Tengo la certeza que murió peleando por su propia vida, "de pie sobre la tierra como un árbol". Las reacciones al fallecimiento no se hicieron esperar y, desde la Coordinadora Nacional de Maestros Jubilados y otras organizaciones gremiales, han manifestado su pesar por el lamentable suceso.
Alfonso Yanez, junto a la Unión Nacional de Educadores, de la que fue su Presidente, lideró la lucha en las plazas y calles contra las dictaduras militares de las décadas 60 y 70, de los gobiernos déspotas de Febres Cordero y Correa, de los sectores oligárquicos, exigiendo las garantías que contempla la Constitución y el derecho a una vida digna. Desde muy joven fue militante activo de la izquierda a la que perteneció toda su vida. En 1984 participó como candidato a la vicepresidencia del Ecuador en binomio con Jaime Hurtado González, su actividad política y gremial se caracterizó por su combate incansable en defensa de la educación fiscal y laica, de los intereses de la clase docente, de los trabajadores y de los sectores populares.
Alfonso Yanez, luego de su jubilación, cuando el correismo arremetió contra las organizaciones sindicales, en especial de docentes, estudiantes, médicos, abogados y jubilados, precisamente frente a esa arremetida se creó la Coordinadora Nacional de Maestros Jubilados para defender la jubilación adicional que los maestros aportábamos desde 1964, derecho que inicialmente Correa suspendió, y que gracias a la tenacidad de la organización fue restituido. Aún me resuenan sus palabras: “Luchar por la dignidad, la libertad y el derecho a la vida, para que el maestro jubilado sea respetado por los gobiernos de turno y por la sociedad”. Murió exigiendo a los gobiernos de Correa y Moreno, a quienes se refirió como: “las dos caras de la misma moneda”, y a los ministros de finanzas y de educación que no cancelan el incentivo jubilar desde el año 2008.
Alfonso Yánez, perteneció a la generación de combatientes de acero, sus aportes a la clase docente y trabajadora junto a su inquebrantable resistencia, lo hicieron merecedor del respeto, la admiración y cariño de dirigentes sindicales, políticos y de sectores populares y de la sociedad civil, quienes reconocían en él su entereza y entrega a la hora de defender las causas populares de los abusos de los gobiernos de turno.
Laura Hidalgo., dice sentir su partida al igual que el magisterio ecuatoriano, “se pierde a un gran maestro por la indolencia de este gobierno nefasto que prioriza pagar la deuda externa, esconder y solapar la corrupción, desatendiendo la salud en esta crisis sanitaria”. “Se nos ha ido el amigo y compañero Alfonso Yanez, seguir la lucha es honrar su memoria”, manifestó el Lic. José Eduardo Morales, dirigente de los Docentes Jubilados de la Provincia de Loja.

viernes, 17 de julio de 2020

El Magisterio de Simón Bolívar


“Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló”.
Pronunciamiento que hiciera Simón Bolívar en 1824 en carta dirigida a su maestro Simón Rodríguez. Frase que revive en el corazón de los ciudadanos y docentes con compromiso social, porque la acción emancipadora del Libertador estuvo defendida por su confianza, en que solo un pueblo educado podría defender y hacer buen “uso de la libertad conquistada”.
Cuando se habla de Simón Bolívar, casi siempre pensamos en las grandes batallas que dieron libertad a buena parte del continente, donde el héroe siendo parte del pueblo, junto a ellos luchó contra la adversidad y la tiranía para establecer las bases de un nuevo derecho constitucional fundado en la justicia y en la igualdad de las naciones de Latinoamérica. Y aunque muchos autores se han ocupado de la misión educadora del Libertador, pocos conocemos del significado histórico de su actuación pedagógica que hoy cobra vigencia.
Simón Bolívar tenía conciencia, como líder del pueblo, de que su misión educativa era enseñarle al pueblo a comprender los designios de la naturaleza y la realidad social impuesta por el imperio español. “Si la naturaleza y la Corona se impone ante nosotros, tenemos que luchar contra ellos y haremos que nos obedezcan”. En no pocas veces, las situaciones como terremotos, incendios, pandemias, etc., etc. se agrandaban por el miedo y terror que infundía la iglesia, expresando que es “castigo divino”. Precisamente ante ello, las frases de Bolívar, eran una motivación para elevar el ánimo y la fe del pueblo en la libertad y asimismo en una lección de fe en las ciencias y en las posibilidades del hombre de utilizarlas para vencer la naturaleza y la opresión de los gobernantes de turno y ponerla al servicio de las mayorías.
La  preocupación  de  Simón Bolívar  por  los  problemas  educativos fue parte de su  pensamiento  político,  para  él el ejercicio  de  la  democracia  sólo  era  posible  si  hay  educación  y libertad. El “uso de la libertad se aprende y se enseña”. Las personas son libres cuando conocen sus derechos y deberes como ciudadanos, y a la vez saben respetar los de los demás. Liberar y educar fueron las ideas y virtudes que hicieron de él un educador auténtico y un líder eficaz.
Finalmente, invito a los docentes a hacer una reflexión de compromiso social. Los problemas de ayer y de hoy aún no se resuelven, por el contrario se suman otros; los neo revolucionarios desvalorizaron la profesión docente echándole parches de toda índole; ayer congelaron salarios, ahora los disminuyen y encima no se pagan a tiempo; se los expone a la contaminación del Covid-19. Por eso compañeros, la vocación por la enseñanza debe acompañarse de una posición política propia, cuidando de no imponerla a los estudiantes ni cambiarla por la que impone el sistema; puesto que como seres sociales tenemos nuestras propias posiciones ideológicas, filosóficas y religiosas.

viernes, 10 de julio de 2020

Combatir la corrupción para que la crisis no la paguen los trabajadores


El Ecuador se ha caracterizado por las permanentes crisis sociales, políticas y sanitarias que ahondan las inequidades sociales en el campo y la ciudad. Las recetas de ajuste económico implementadas por los gobiernos de turno, no han conseguido superar las condiciones de país subdesarrollado, por el contrario, el desempleo y la pobreza crecen cada día. Este panorama de crisis social estalló en octubre de 2019 y se ha visto agravado por la pandemia de la corona virus, convergiendo con ella una serie de eventos negativos que amenazan aún más a la ya deteriorada economía nacional.
Según datos de las cámaras de comercio y producción, para este sector ha comenzado una rápida recuperación -bien por ellos-, mientras la mayoría de los ecuatorianos sigue sufriendo falta de fuentes de trabajo y la disminución de sus derechos sociales y laborales. Nadie duda, que este es un indicador de que la crisis la pagan las minorías en beneficio de pequeñas élites. A los grandes empresarios y banqueros con el pretexto de que no colapsen se les perdonaron deudas,  se les disminuye impuestos para garantizar sus ganancias, se les autoriza aumentar y disminuir la jornada laboral según les convenga a más de realizar despidos intempestivos, sin que el Estado les imponga alguna cláusula para que los trabajadores puedan recobrar sus empleos.
Con la semaforización de la pandemia en amarillo, creíamos que empezaríamos a mejorar, sin embargo el desaliento puede más, porque la Organización Mundial del Comercio estima que la economía del Ecuador se contraerá hasta un 25%, mientras que el Fondo Monetario Internacional calcula que el PIB del país descenderá un 6% más. Si agregamos aspectos como la baja del petróleo y que somos mayormente exportadores de materias primas, seguro se seguirán perdiendo fuentes de trabajo, lo que conducirá a que muchas personas pasen de la pobreza a la extrema pobreza.
Por lo anotado, se hace cada vez más urgente el debate sobre un nuevo modelo de desarrollo, no solo tenemos ese derecho, sino la obligación de construir un nuevo país, uno más equitativo y solidario, consecuentemente tenemos que elegir un gobierno alejado del circulo de la corrupción. Para ello la pandemia aporta significativamente, porque nos muestra como amplias capas de la clase media rompen con el imaginario cultural y político impuesto por el neoliberalismo, en el sentido de que los bienes y servicios sociales funcionan mejor en manos privadas. Con las falencias y toda una carga de denuncias de corrupción, el acceso principalmente a la salud ha sido garantizado por el Estado.
La tarea consiste en combatir esa corrupción de las élites del gobierno y otras instituciones públicas; en exigir que la crisis no la paguen los trabajadores y desempleados; que la paguen los de arriba, los ricos. Por tanto, las fuerzas populares, progresistas y de izquierda tienen que dejar de lado diferencias y organizarse para recuperar la confianza social que les permita hacer un gobierno de unidad nacional.