Los
resultados electorales y las frases “sacudón”, “revés”, “sectarismo”
pronunciadas por el Presidente Correa, son en estos días manipuladas para
“hacer leña del árbol caído”. Ahora muchos aparecen como expertas pitonisas en
criticar y juzgar los errores de Alianza País y a la vez hacer creer, que si se
hubiera hecho de tal manera los resultados no fuesen los que ahora se lamentan.
Que
la derecha y la burguesía se alegren no es ninguna sorpresa. Es su legítima
aspiración. Al fin, el “poder político no es, más que el poder organizado de
una clase para la opresión de la otra”. Sin embargo, que estos comentarios los
haga gente que se dice de izquierda, es imaginar al más “rancio sectarismo” de
la década de los 80s del siglo pasado.
La
izquierda debe propiciar el debate. Los prejuicios sin argumentos solamente
denotan ignorancia política que la derecha se aprovecha bulliciosamente para
disparar contra el actual gobierno progresista. Quizá a alguien se le ocurra
que estoy defendiendo la “revolución ciudadana”. No, no es así, más de una vez
he manifestado, que buena parte de sus colaboradores son representantes de la
burguesía, que la “revolución ciudadana” se parece mucho al “Estado de
Bienestar Capitalista”.
De
allí, que errores -como coartar la libertad de expresión, criminalizar la
protesta social, el culto al líder- cometidos por el gobierno y por la
dirigencia política de la revolución ciudadana por supuesto, que son
criticables, pero desconocer los pequeños o medianos progresos de este gobierno
especialmente en vialidad y salud, me parece que no es el camino. Esos son los
ecos del pasado que la derecha quiere reactivar.
La
construcción de la “patria altiva y soberana”, lleva a asumir y sacar lecciones
de las experiencias fallidas, obliga a desterrar el sectarismo, a buscar la adhesión
a postulados políticos y a mantener contacto permanente con el pueblo.