domingo, 8 de diciembre de 2024

Loja: más allá de las fundaciones

   La historia de Loja, con sus dos fundaciones en 1546 y 1548 por el Capitán Alonso de Mercadillo, es un relato que se ha glorificado a lo largo del tiempo sin un análisis crítico de su trasfondo. Estas ciudades no se establecieron para el bienestar de los pueblos originarios, sino como enclaves estratégicos para el saqueo de riquezas y la consolidación del dominio colonial. Es hora de que cambiemos esta narrativa en las aulas y en nuestra memoria colectiva.

   En las escuelas seguimos enseñando las fundaciones como hechos heroicos, ignorando que nuestros ancestros fueron esclavizados y sus recursos explotados sin piedad. La riqueza mineral y botánica que existía en estas tierras fue arrancada y enviada a Europa, dejando a los pueblos originarios despojados y subyugados. Peor aún, en días como el de hoy, rendimos homenaje a personajes como Mercadillo sin cuestionar el sufrimiento que su presencia significó para los pueblos nativos.

   Pero esta reflexión histórica no es suficiente si no la enlazamos con los problemas actuales. Hoy, los habitantes de Loja enfrentamos un "yugo" diferente: la negligencia de los gobiernos de turno. La inseguridad en las calles, la precariedad del sistema de salud, el desempleo y la falta de oportunidades son señales de un sistema que prioriza los intereses económicos de las élites sobre las necesidades del pueblo.

   En lugar de conmemorar fundaciones, debemos unir nuestras voces reclamando integración socioeconómica, justicia y un modelo de desarrollo que aproveche la agricultura, la industria, el comercio y nuestra riqueza cultural y humana.

   Es el momento de redefinir nuestras prioridades como sociedad civil, planteando soluciones concretas a nuestras necesidades más urgentes. Este grito debe trascender celebraciones simbólicas y convertirse en una verdadera exigencia de progreso inclusivo para todos los habitantes de Loja y la región sur.

   Que la memoria histórica sea un puente hacia la acción, y que el pasado nos inspire a construir un futuro más justo y equitativo para las próximas generaciones.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Aníbal Ponce y Paulo Freire: de la opresión a la liberación

 “La educación no ha sido nunca un fenómeno independiente, sino que ha estado siempre subordinada a las necesidades de la clase dominante”

Todos sabemos que la educación es el pilar fundamental del desarrollo de los pueblos, que la educación transforma sociedades al proporcionar a las personas el conocimiento, las habilidades, los valores y fomenta el pensamiento crítico, condiciones esenciales para cuestionar y cambiar el injusto sistema que perenniza la pobreza. Una buena educación permite la libertad de elección y la construcción de un futuro más equitativo y de bienestar colectivo.

Aníbal Ponce en “Educación y lucha de clases” y Paulo Freire en “Pedagogía del oprimido” ven a la educación como una herramienta de transformación social y liberación. Ambos critican la educación tradicional por perpetuar la opresión. Ponce resalta la conexión con el contexto histórico y la conciencia de clase. Freire promueve la educación basada en el diálogo crítico para transformar la realidad. Resaltan que la educación liberadora fomenta la autonomía, la emancipación de estructuras opresivas y la construcción de una sociedad más justa mediante el conocimiento.

En los análisis de Aníbal Ponce como de Paulo Freire, encontramos un claro punto de convergencia: la educación como instrumento político. Ambos, sugieren que la educación no es neutral; que está intrínsecamente ligada a las estructuras de poder y a las dinámicas de opresión o liberación. Sin embargo, mientras Ponce lo aborda desde un enfoque marxista, Freire lo hace desde una pedagogía que centra al oprimido como sujeto transformador.

Freire afirma que la educación tradicional reproduce la opresión al tratar al educando como un receptor pasivo de conocimientos impuestos desde arriba para reforzar la dominación, aspecto que Ponce reafirma al señalar al caduco sistema educativo como promotor de las desigualdades de clase. En este sentido, ambos coinciden en que el sistema educativo en contextos capitalistas no solo prepara a los individuos para el trabajo subordinado, sino que también inculca ideologías que legitiman la explotación.

Paulo Freire propone una pedagogía dialógica y problematizadora, que empodera al educando al colocarlo como un sujeto crítico capaz de comprender su realidad y transformarla. Mientras que Aníbal Ponce tiene una visión revolucionaria, orientada hacia la emancipación de las mayorías explotadas. Concuerdan en que la educación solo puede ser verdaderamente transformadora si desafía las relaciones de poder existentes y se compromete con la construcción de un futuro más equitativo.

Ambos, hacen un llamado a los educadores, gremios y movimientos sociales a utilizar la enseñanza como motor del cambio social.