viernes, 1 de noviembre de 2024

En la práctica: Donald Trump y Kamala Harris son lo mismo

La narrativa del poder en Estados Unidos es compleja, especialmente al observar cómo candidatos como Donald Trump y Kamala Harris encarnan visiones aparentemente distintas, pero operan dentro de un sistema donde el verdadero poder no siempre recae en el presidente. Donald Trump, quien fue presidente de 2017 a 2021, introdujo un estilo directo y polémico en la política, mientras que Kamala Harris podría hacer historia como la primera mujer presidenta. Sin embargo, ambos enfrentan una estructura de poder dominada por el Pentágono, el complejo militar-industrial y la industria armamentista, fuerzas que influencian profundamente la política nacional y exterior.

Esta influencia trasciende a las administraciones individuales. Presidentes republicanos y demócratas, desde Reagan hasta Obama, han adoptado políticas de intervención exterior alineadas con los intereses del complejo militar-industrial, justificadas a menudo por la defensa de los derechos humanos o la lucha contra el terrorismo en zonas estratégicas. Durante su mandato, Donald Trump promovió el lema “América Primero” sin reducir significativamente el presupuesto militar ni la influencia del complejo militar-industrial. Su administración mantuvo sanciones y posiciones agresivas en el ámbito global, que en última instancia beneficiaban a este sistema.

Kamala Harris, por otro lado, se enfoca en políticas progresistas en el ámbito social y de derechos civiles. Sin embargo, es poco probable que desafíe la influencia del complejo militar-industrial si llega al poder. Las prioridades del Pentágono y sus aliados suelen alinearse con una política exterior basada en la intervención y la hegemonía global, independientemente del partido en el poder. Por ello, tanto con Donald Trump como con Kamala Harris, muchos países probablemente enfrentarán una continuidad en la expansión económica y militar de Estados Unidos.

Este sistema, en el que el Pentágono y la industria armamentista actúan como motores de la política estadounidense, tiene efectos devastadores en países en desarrollo. Así, el verdadero desafío para la comunidad internacional no radica tanto en quién ocupe la presidencia, sino en la influencia predominante del complejo militar-industrial en las decisiones de Estados Unidos, relegando a los presidentes a un rol secundario. La presencia pasada de Donald Trump generó temores de un autoritarismo agresivo y neoliberalismo, mientras que Kamala Harris representa un estilo más diplomático, aunque con políticas exteriores alineadas con el sistema de poder.

Un claro ejemplo de esta influencia es el bloqueo a Cuba, una política imperialista mantenida por administraciones de ambos partidos pese a la condena internacional. Esta medida limita las exportaciones, importaciones y transacciones financieras de Cuba, afectando profundamente su economía y desarrollo social. A pesar de las resoluciones de la ONU en favor de su eliminación, el gobierno estadounidense ha mantenido una postura rígida, justificando el bloqueo bajo la supuesta amenaza de Cuba a la democracia y los derechos humanos, y esa seguirá siendo la postura de Donald Trump o Kamala Harris luego de las elecciones del 5 de noviembre.