Esta Navidad estará corroída por la metástasis de la corrupción y el pacto de la impunidad que afecta mayoritariamente a los pobres. Pink Floyd en una de sus canciones dice “sin unidad, somos solo dos almas perdidas, corriendo sobre el mismo suelo, con los mismos miedos…”, miedos amalgamados con el modelo capitalista, que es la causa del origen del calentamiento global, del cambio climático, de la explotación laboral, del saqueo de recursos naturales, del empobrecimiento extremo y de la concentración de la riqueza en pocas manos.
Los maestros junto a los sectores organizados exigen que las investigaciones iniciadas por la Fiscal General del Estado Dra. Diana Salazar se profundicen a fin de juzgar las fechorías que involucran a funcionarios públicos de todos los niveles, incluidos las fuerzas armadas y policiales, todos responsables directos de que la inseguridad social, la pobreza, el desempleo, la desatención a la salud y educación continúen recayendo desproporcionadamente sobre la clase trabajadora y sin trabajo.
Que los empresarios no puedan advertir que la Navidad es la encarnación de Dios en nuestro retorcido mundo, es comprensible; pero que los sectores populares no podamos valorar las condiciones y realidades históricas del nacimiento del niño Jesús, junto a un pesebre muy pobre, hace precisamente que seamos embriagados por la algarabía de esta celebración. Pero preguntémonos, ¿qué es lo que esperamos de esta Navidad? ¿están nuestras familias unidas y felices? ¿compartimos el pan de la mesa y de la amistad? ¿sobre todo, cómo aportamos al fortalecimiento de nuestras organizaciones? A veces nos arrinconamos tanto a la comodidad y al conformismo que nos olvidamos de defender los derechos y combatir a nuestros opresores.
A pesar de todo, viene la Navidad, viene Dios débil como un niño, para hacerse nuestro amigo y compañero de sufrimientos, atropellos y desesperanzas. La estrella de Belén viene a iluminarnos para que decidamos por la paz contra la desgracia, por Dios y no por el Papá Noel, por una Navidad sin guerras, sin genocidios. Viene la estrella de Belén a hacernos notar que familias enteras no tendrán cena navideña, que el sentimiento navideño con el que nos invaden almacenes y medios es una falsa ilusión.
La felicidad como la emancipación sólo son resultado de la unidad y solidaridad entre la clase trabajadora y los sectores populares; porque como señala Monseñor Leonidas Proaño, “La Navidad es la insurrección de la escasez de las mayorías populares en contra de la abundancia y riqueza de unos pocos”