Daniel Noboa desde diciembre será el nuevo inquilino de Carondelet, arrendamiento que le fue negado durante cinco ocasiones a su padre. La campaña y las elecciones estuvieron rodeadas por la violencia e inseguridad, pero, además, por los “influencers” que al final fueron determinantes en los resultados que truncaron las aspiraciones del ex presidente Rafael Correa, a quien le queda una buena carta política, la bancada de mayoría en la Asamblea Nacional con la cual pretenderá pactar para comprar su boleto de regreso al Ecuador.
Daniel Noboa, títere de la oligarquía criolla e internacional, difícilmente en año y medio podrá recomponer la corrupción institucional en la mayoría de ministerios y de eliminar al menos los niveles de inseguridad y pobreza en las calles y campos de todo el país; de lo que si será capaz, es de generar mayor dependencia al neocolonialismo impulsado por el FMI y de la venta apresurada de las empresas públicas a precio de gallina culeca, lo cual sin duda generará estallidos sociales e inestabilidad política.
El triunfo de las élites empresariales representado por Daniel Noboa es contradictorio, por un lado, entierra el caudillismo correísta pseudo revolucionario y revive otro conservador que carente de organización partidaria buscará protagonismo por medios clientelares. Noboa anticipó que “empezará a trabajar para reconstruir un país golpeado por la corrupción, la violencia y el odio”. Sin embargo, los sectores populares saben que no se puede esperar que sea un gobierno que nos de seguridad, paz, trabajo, educación, salud y soberanía al Ecuador.
Sin duda, las organizaciones sociales y los sectores populares y de izquierda estarán alertas a la defensa de sus reivindicaciones, principalmente, para enfrentar la prepotencia y los propósitos del gobierno neoliberal que, continuará con las intenciones de privatización del Seguro Social y otros sectores estratégicos. Por ello, hay que preguntarse cómo se desplegará esta tendencia de unidad política que puede desplegar procesos de movilización y resistencia con miras a las elecciones de 2025.
El sacerdote francés Pedro Pierre, lamenta que “el pueblo ecuatoriano esté condenado a vivir en medio de la pobreza porque no es capaz de enfrentar y revertir los abusos del poder hegemónico”. Nos recuerda que Jesús de Nazaret enfrentó al imperio romano, gobernado por terratenientes que acumulaban el poder político, económico y religioso en complicidad con los sumos sacerdotes; mientras el pueblo esclavo y miserable permanecía desprotegido, casi como lo estamos hoy. El testimonio de Jesús perdura por más de 2 mil años, él nos enseñó que los pobres desorganizados e inconscientes y los que no optamos por sus causas, seremos castigados por el sistema vigente.
En conclusión, ante el fracaso e ineptitud del gobierno de Lasso que es el mismo de Noboa y su grupo, tenemos que despertar y unirnos… es hora de tomar conciencia, de que solo el pueblo salva al pueblo.