sábado, 23 de abril de 2022

Explotación exacerbada elimina conquistas y derechos

   
 En su mayoría el mundo está dominado por el capitalismo, los gobernantes de turno se han sometido a la oligarquía criolla e internacional y han maniatado al Ecuador a la voracidad de la corrupción como única figura de administración pública. Así gobiernan, reducen los impuestos e incluso se perdona intereses y multas a los grandes empresarios y banqueros, se concentra la riqueza en pocas manos a costa de mayores desigualdades y pobreza.

En este contexto vergonzoso cada cuatro años se escenifica una representación política embustera, cuyo sistema judicial da paso libre a los delincuentes de cuello blanco, que claros como el “vidrio”, embuten a las grandes empresas los dineros del erario nacional y que como vulgares terroristas atentan contra la vida de las mayorías populares quitándoles el pan de cada día. Estos gobernantes representan las dos caras de la misma moneda, las del capitalismo depredador.

Esta realidad será así hasta que el pueblo tome las riendas de su destino y, en base a la unidad y organización despliegue la lucha para acabar con el sometimiento al FMI, al Banco Mundial, a la burguesía nacional y a sus siervos. No podemos seguir maldiciendo los actos de corrupción, tenemos que luchar contra ellos y el Estado corrupto que sin un gramo de vergüenza flamean la bandera tricolor en lo más alto de Carondelet y de todas las instituciones del “Estado fallido”. Mientras que, a los trabajadores, campesinos, amas de casa, maestros y estudiantes, para defender los derechos constitucionales y por mejores condiciones de vida, les toca continuar agitando por calles y plazas las banderas rojas de la libertad, porque si no lo hacen, están condenados a heredar la pobreza, la precariedad y las desigualdades.

Desde el dos mil ocho hasta la presente fecha, el capitalismo enmascarado de revolución ciudadana y la derecha populista disfrazada con zapatos rojos, en una especie de poder dictatorial y señorial respectivamente, saquean los recursos del subsuelo con el modelo extractivista que destruye la naturaleza, que provoca enfermedades y muerte. Con esta lógica de explotación exacerbada y con el objetivo de seguir aumentando las ganancias de los grupos de poder, nos vienen arrancado las conquistas obreras y populares, eliminando derechos, flexibilizando el mercado de trabajo, vendiendo las empresas públicas, encareciendo la canasta familiar, judicializando la protesta popular, etc., etc.

Necesitamos que la indolencia y el conformismo social no cale en los sectores populares, que el miedo a la persecución al que nos sometieron Rafael Correa, Lenin Moreno, Jorge Glass, María Alejandra Vicuña, Otto Sonnenholzner, María Alejandra Muñoz y la desnaturalizada María Paula Romo, no nos siga asaltando. Hay que darle batalla al sectarismo y al individualismo. Que el distanciamiento obligado por la pandemia no se instale como una ley, por el contrario que sirva para elevar la conciencia de clase, la unidad y lucha que hemos sabido construir como pueblo.