viernes, 24 de julio de 2015

El escenario político actual y los principios revolucionarios



Las vacaciones del Canciller y la resolución de la Asamblea Nacional son la demostración irrefutable de que el gobierno de la fraseología revolucionaria va perdiendo la iniciativa política; es también un reconocimiento a la debilidad de su movimiento político e incluso del deterioro de la “popularidad” del Presidente Correa.
Al decir del ex canciller Quinto Lucas, “se publicita un gobierno explotando la esperanza y los sentimientos populares, que en definitiva son subjetivos, que tarde o temprano se agota”. Esto los hizo creer invencibles, que sumado a la prepotencia y la arrogancia se dedicaron a descalificar a las organizaciones populares y a todo aquel que opina diferente. De esa manera “infantil” abrieron paso a lo que ellos denominan la “restauración conservadora” y de la cual son miembros algunos funcionarios verdeagüitas.
Así la resolución tomada por la legislatura en el ánimo de desvalorizar y frenar el descontento y las protestas populares, más allá de mostrar su sumisión al poder ejecutivo y de denigrar a la oposición, enciende el malestar ciudadano y aleja las posibilidades de un dialogo serio, de un dialogo consensuador, que ayude a establecer mecanismos políticos para el anhelado y postergado país del buen vivir.
La desesperación política responde a la mala organización del movimiento país y de las aliadas organizaciones paralelas, lo cual ha reducido su accionar a la tarea contestataria con un discurso repetitivo a lo que propone la oposición. Tarea urgente del Canciller es entender el escenario político actual y a la par, diferenciar la oposición de los sectores populares que protestan por el respeto y vigencia de sus derechos, de la oposición oligarca que ha guardado un silencio cómplice durante los últimos ocho años y que hoy se moviliza porque ve tocados sus intereses.
Ante las insinuaciones de que para parar “el desgaste permanente, la muerte cruzada sería una acción política osada que repotenciaría y relegitimaría al gobierno, al propio presidente y al proyecto político”; es necesario, desde luego, si realmente se quiere un amplio dialogo nacional por la equidad y la justicia social, para fortalecer un proyecto de transformación social, dejar de lado la exclusión de actores sociales y la estigmatización de que éstos quieren desestabilizar al gobierno. Es hora de abandonar la charlatanería revolucionaria y acompañar todas las acciones públicas y políticas de una profunda identificación con los principios revolucionarios.