La Gloriosa Revolución
de Octubre registrada en el calendario juliano el 25 de octubre de 1917, fecha
que según el actual calendario gregoriano la recordamos precisamente hoy 7 de
noviembre, que se cumplen 97 años del histórico acontecimiento que tuvo como
protagonistas a las masas pobres y explotadas de obreros y campesinos rusos bajo
la valiente y decidida conducción de Vladimir Lenin y el Partido bolchevique
ruso.
Celebres
son las frases de Lenin: “Camaradas, la insurrección debe llevarse a cabo el 25
de octubre; el 24 sería prematuro y el 26 muy tarde”. Y efectivamente, desde de
la clandestinidad apareció para encabezar la insurrección que daría fin al
régimen zarista y a las tibias reformas socialdemócratas.
La influencia y repercusión de la Revolución Socialista sigue siendo actual, quizá profunda para unos y decaída para otros. Lo cierto es, que trascendió y trasformó las relaciones socio económicas y geopolíticas de los pueblos y gobiernos en los cinco continentes. El nuevo pensamiento obrero y popular instaurado en Rusia, dio origen a un período de cambios, de revoluciones socialistas; al nacimiento de los movimientos de liberación nacional que siguen enarbolando las banderas para poner fin a las diversas formas de colonialismo en el resto del mundo.
Gracias a la Rusia Revolucionaria y la Unión Soviética, el imperialismo europeo y norteamericano vio disminuidos sus afanes de explotación a los países subdesarrollados. Más allá del paralelismo en el poderío militar, nadie puede opacar el papel histórico y los factores culturales y científicos desencadenados a partir de Revolución de Octubre de 1917. Proceso revolucionario al que el imperio jamás renunció a la idea de destruirlo. Los propios acontecimientos en la península de Crimea son una muestra de ese perverso deseo.
Lo de Ucrania fue un claro golpe de Estado que ha llevado a un grupo minoritario, neonazi y anti ruso, a dirigir las riendas del país con el afán de golpear a Rusia en sus propias narices, para aislarla y debilitarla bloqueando su salida al Mar Negro y así efectivizar la febril ambición imperialista de dominar el mundo.
A los 97 años de la Revolución de 1917, la izquierda revolucionaria y comunista, debiera celebrar esta jornada histórica con entusiasmo y no con nostalgia.
La influencia y repercusión de la Revolución Socialista sigue siendo actual, quizá profunda para unos y decaída para otros. Lo cierto es, que trascendió y trasformó las relaciones socio económicas y geopolíticas de los pueblos y gobiernos en los cinco continentes. El nuevo pensamiento obrero y popular instaurado en Rusia, dio origen a un período de cambios, de revoluciones socialistas; al nacimiento de los movimientos de liberación nacional que siguen enarbolando las banderas para poner fin a las diversas formas de colonialismo en el resto del mundo.
Gracias a la Rusia Revolucionaria y la Unión Soviética, el imperialismo europeo y norteamericano vio disminuidos sus afanes de explotación a los países subdesarrollados. Más allá del paralelismo en el poderío militar, nadie puede opacar el papel histórico y los factores culturales y científicos desencadenados a partir de Revolución de Octubre de 1917. Proceso revolucionario al que el imperio jamás renunció a la idea de destruirlo. Los propios acontecimientos en la península de Crimea son una muestra de ese perverso deseo.
Lo de Ucrania fue un claro golpe de Estado que ha llevado a un grupo minoritario, neonazi y anti ruso, a dirigir las riendas del país con el afán de golpear a Rusia en sus propias narices, para aislarla y debilitarla bloqueando su salida al Mar Negro y así efectivizar la febril ambición imperialista de dominar el mundo.
A los 97 años de la Revolución de 1917, la izquierda revolucionaria y comunista, debiera celebrar esta jornada histórica con entusiasmo y no con nostalgia.