Así como la doctrina de seguridad global de moda insiste en lo de células dormidas de insurgentes que pueden reactivarse en cualquier parte, el neoliberalismo en el Ecuador de pronto se reactiva a la luz pública y con evidente apoyo mediático. Sin embargo, detrás de la euforia hay un evidente error estratégico de quiénes lo impulsan.
El acusar públicamente a los sectores de izquierda, a los dirigentes sindicales y al movimiento indígena, de tener vínculos con las FARC de Colombia, más allá del rótulo de terrorista que se le asigna, es un error estratégico mayor. Esto es porque vincula explícitamente al sector que precisamente lo llevó al poder, a los sectores cuyas doctrinas y expresión pública son las de proteger el derecho de los trabajadores, con las medidas extremas que representan las FARC de Colombia.
Hay torpeza y falta de tino a la vez, en escoger esa estrategia de estigmatizar a los sectores de izquierda y al movimiento indígena en medio de la crisis social e inseguridad ciudadana en donde lo único que se exhibe con claridad es la precariedad del sistema económico y del estado.
Todos los días y en todo el país a la par del crecimiento de la burocracia de la revolución ciudadana, crece la criminalidad, la falta de empleo y el descontento popular, es una tragedia social que el gobierno no alcanza si quiera a entenderla mucho menos a resolverla, el gobierno enfrenta además una crisis de credibilidad y de manejo, utilizando abusivamente los medios de comunicación para desprestigiar y culpar a las anteriores administraciones, olvidando el hecho de que ya camina para el cuarto año entre comillas de gobierno revolucionario.
Con todo, el gobierno también ha iniciado una razzia contra grupos de supuestos terroristas en una política de demostrar que la mano en el control ciudadano ha cambiado. El Presidente Correa que llego al poder con un amplio respaldo popular impulsado por los sectores de izquierda, los movimientos sociales, los gremios y el movimiento indígena, hoy por hoy se ha declarado no ser ni antiimperialista ni capitalista, pero en la práctica su gobierno ha dado un viraje a la derecha y extrema derecha bajo un rótulo de revolución ciudadana, siendo que lo de revolución ciudadana no es más que el título proselitista y demagógico.
Desde cualquier lado que se analice, El gobierno del presidente Correa es de derecha y ahora más aún cuando inicia una campaña para estigmatizar a los sectores de izquierda, a los dirigentes sindicales, al movimiento indígena y a todo aquel que no se deja uniformar del pensamiento oficial, claramente el gobierno con los representantes de la derecha pretenden desprestigiar a la oposición y así garantizar su permanencia en el poder a través de futuros eventos eleccionarios.
Todo ocurre en extraña sincronía con una acumulación de sucesos relacionados con los DDHH, manifestados en el tratamiento del estado a los sectores populares así como a los pueblos y nacionalidades, con la cuestionada aprobación de leyes y la tardanza de otras como la Ley de Aguas, La Ley Orgánica de Educación.., y con un sistema de seguridad social que viene funcionando bajo condiciones muy precarias.
La política es el arte también de manejar las coincidencias, los accidentes y el azar de la coyuntura, y esto es precisamente lo que menos han aprendido los revolucionarios verdeagüita, por tanto la estrategia de desprestigiar a los sectores de izquierda, a los dirigentes sindicales y al movimiento indígena en medio de la tragedia social que vive la mayoría del pueblo ecuatoriano, a la cual lejos de generarles fuentes de trabajo se le ofrece limosna, revela su incapacidad de solucionar los problemas sociales e impulsar el verdadero cambio por el cual apostamos una mayoría de ecuatorianos y ecuatorianas.
Seguramente la receta de Alexis Mera presunto servidor de CIA desde el Gobierno de Febres Cordero, hoy recomienda que a los de sectores de izquierda, a los dirigentes sindicales y al movimiento indígena hay que combatirlo porque tienen “esa seducción para articular descontentos sociales y de allí empalmar con el clima de insurgencia” que se construye. “La desactivación de voces con credibilidad y legitimidad es el comienzo de una lucha que es larga contra los que propagan el marxismo…”. Es decir la táctica de la revolución ciudadana es un regreso a la guerra fría clásica, pero con una apariencia “más refinada”.