viernes, 29 de agosto de 2025

Defender la Constitución es defender la libertad y la democracia

“La libertad no se implora de rodillas, se conquista en los campos de batalla”.    Eloy Alfaro

Hoy, como ayer, la historia se repite; los amos cambian de rostro, pero no de esencia. Antes fueron encomenderos y hacendados; hoy son banqueros, empresarios y políticos serviles al Fondo Monetario Internacional y a los intereses de EE.UU. Frente a ellos emergen los nuevos “criados”, dispuestos a vender a su propia gente con tal de mantener sus privilegios intactos. Pero también surge un pueblo consciente, organizado y rebelde, que no acepta la sumisión y se levanta decidido a romper las cadenas.

El gobierno de Daniel Noboa encarna ese rumbo. Se autoproclama renovador, pero se sostiene en un autoritarismo creciente, en leyes inconstitucionales y en la manipulación de la seguridad como pretexto. A través de “troles” legislativos que deforman decenas de normas, promueve un Estado sumiso al capital mientras el pueblo sufre asesinatos récord, desempleo, crisis educativa y sanitaria, y hasta la amenaza de convertir Galápagos en portaviones de la potencia yanki.

Como antaño, la resistencia nace y sobrevive de la memoria. En la sociedad contemporánea, ese rol lo cumple la Corte Constitucional; último dique frente a la arbitrariedad del poder. Sin embargo, Noboa ha desatado una guerra contra ella. Rodeado de militares y policías, acusa a los jueces de “enemigos del pueblo”, expone públicamente sus rostros y amenaza con reformas para destituirlos con una simple mayoría. Se suman marchas y campañas orquestadas con recursos estatales, que buscan quebrar el único organismo independiente del país y silenciar las voces que aún defienden la educación, la salud y la justicia social.

La Constitución quizá no sea la mejor, pero no es un adorno ni un papel vacío: es el pacto popular más profundo de nuestra historia, fruto de luchas por una democracia real, plurinacional e incluyente. Atacarla equivale a traicionar al pueblo, a la memoria y a la dignidad colectiva. Defenderla, en cambio, es defender la educación pública, la cultura y la identidad, y sostener el derecho a decidir nuestro destino sin imposiciones de élites oligarcas ni potencias extranjeras.

Como señalaba Eloy Alfaro, “La libertad no se implora de rodillas, se conquista en los campos de batalla”. Hoy, frente al autoritarismo de Noboa, la historia nos llama a andar con cabeza y corazón, a defender la Constitución como bandera del pueblo y a castigar a los traidores de la democracia.

viernes, 22 de agosto de 2025

El falso progreso solo deja pobreza y represión

"Callar cuando se debe hablar sería como traicionar"

 En el Ecuador profundo, el dolor no cambia. La riqueza de la tierra se va en camiones cisterna y barcos cargueros, mientras el pueblo queda con contaminación, pobreza y silencio. El extractivismo sigue dictando el rumbo económico del país: petróleo y minería disfrazados de progreso, pero que en realidad dejan miseria, enfermedades y abandono.

En la Amazonía, las grandes petroleras extraen con total libertad, muchas veces sin consulta previa, vulnerando derechos colectivos. En las zonas mineras, cerros enteros son arrasados mientras sus habitantes sobreviven sin agua, sin salud, sin futuro. Nos hablan de desarrollo, pero el 30% de niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica. ¿Eso es progreso?

El saqueo no viene solo. Se acompaña de autoritarismo. El presidente Daniel Noboa, amparado en discursos de renovación y seguridad, concentra cada vez más poder. La consulta popular de 2024 no le sirvió del todo para blindar su agenda. Ahora propone otra, que, si le es adversa, gobernará por decreto, militarizará y limitará la crítica pública. Se criminaliza la protesta, se silencia al disenso. La democracia se erosiona con el pretexto del orden.

Ecuador enfrenta hoy una doble amenaza: el extractivismo que despoja y contamina, y el autoritarismo que calla y somete. Defender el territorio es también defender la democracia. No es romanticismo, es exigir justicia y dignidad.

Señor presidente, se nota que se ha acostumbrado al silencio de las élites. Pero el pueblo ya no callará, porque sabe que es hora de defender la patria para construir un país más justo y soberano. Estas palabras no son consignas de panfletos. Vienen del suelo mojado con sudor de obrero, del olor a crudo que ahoga la selva, de cerros heridos donde los niños no sueñan, solo resisten.

Mientras nos venden el cuento del desarrollo, las grandes empresas se llevan el oro, el cobre, el petróleo. A cambio, nos dejan ríos contaminados, montañas partidas y comunidades olvidadas. Los nuevos conquistadores llegan con contratos, deuda y discursos florindos. Y lo peor: lo hacen con la firma de funcionarios que se llenan la boca de “patriotas”.

La respuesta popular se refleja en demandas de inconstitucionalidad y movilizaciones. Nos roban la tierra, la voz y la vida: "Callar cuando se debe hablar sería como traicionar". La historia se escribe luchando con el puño levantado, porque el gobierno seguirá arrodillado al FMI y a las élites.

 


viernes, 15 de agosto de 2025

Lecciones históricas para el Ecuador contemporáneo

   La historia de Hitler, sus mentiras y su ascenso al poder resuenan inquietantemente en la política actual del Ecuador, especialmente con las pretensiones de Daniel Noboa de usar un referendo para concentrar poder y consolidar un modelo autoritario. Al igual que Hitler, Noboa se presenta como un “líder joven y moderno”, mientras mantiene vínculos con grupos empresariales y bancarios que representan a la élite económica. Su discurso intenta proyectar la imagen de un salvador desinteresado, pero sus políticas buscan blindar intereses poderosos y limitar la capacidad de organización y resistencia de las mayorías.

Hitler construyó su poder fabricando enemigos internos, manipulando el miedo y presentándose como la única solución posible. En el Ecuador actual, el relato oficialista recurre a un mecanismo similar: al identificar sectores sociales, políticos y jurídicos como obstáculos para su gobierno, señalando a movimientos sindicales, estudiantiles o críticos como amenazas al orden. El referendo impulsado por Noboa se plantea entre comillas como una herramienta para resolver la crisis, pero en la práctica abre la puerta a reformas legales que reducen derechos, debilitan el control ciudadano y refuerzan el aparato represivo del Estado.

La historia muestra que el autoritarismo no siempre comienza con un golpe de Estado; a menudo se viste de legitimidad electoral y se disfraza de medidas “necesarias para el bien común”. Así fue en la Alemania nazi, donde la legalidad desmanteló la democracia desde dentro. Noboa apela al miedo generado por la inseguridad y la crisis económica para obtener un cheque en blanco que le permita modificar el equilibrio de poderes y gobernar sin contrapesos efectivos.

La supuesta “lucha contra el crimen”, como lo hizo Hitler, puede ser cortina de humo para eliminar la oposición y la resistencia popular e imponer un modelo elitista. Este discurso seduce mientras socava libertades y derechos. Noboa busca someter a la Corte Constitucional, porque le incomoda su independencia, disfrazando de “marcha ciudadana” una ofensiva autoritaria orientada al control absoluto del poder.

La historia no se repite idéntica, pero sus patrones sí. En el Ecuador actual, la memoria histórica y el pensamiento crítico son vitales para reconocer las señales del autoritarismo antes de que sea demasiado tarde. La defensa de derechos y libertades debe ser activa, porque el fascismo moderno no llega marchando con botas, sino envuelto en el brillo engañoso de la “seguridad”.

lunes, 11 de agosto de 2025

Rosita Paredes Jumbo: la flor que la dictadura no pudo marchitar

Rosita Paredes, heroína popular - Periódico Opción 

Mientras haya injusticia, su lucha seguirá siendo nuestra bandera.    

   En el marco del octogésimo primer aniversario de vida institucional de la Unión Nacional de Educadores, se desarrolló un acto conmemorativo profundamente emotivo y políticamente significativo en honor a Rosa Cecilia Paredes Jumbo, maestra, militante, estudiante y símbolo de la lucha popular ecuatoriana.

Recordada como “La Rosa de Agosto”, Rosita Paredes fue asesinada el 10 de agosto de 1973 durante la “Marcha por la Dignidad del Magisterio”, convocada por el movimiento docente en Guayaquil. Apenas tenía 21 años. Su crimen fue ejercer el derecho a protestar, a organizar, a soñar con un Ecuador justo, con un sistema educativo digno y liberador.

Nacida en un hogar humilde el 12 de mayo de 1952, Rosita conoció desde niña las carencias y la exclusión. Esa realidad no la quebró, la fortaleció. Su sensibilidad social se transformó en acción política desde muy joven. Como integrante de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), se convirtió en una figura clave en la movilización estudiantil de la época, enfrentando de manera decidida a la dictadura militar que servía a los intereses de la oligarquía.

En su corto pero intenso camino político, dejó huella como dirigenta comprometida, como maestra formada en el Normal “Rita Lecumberry”, como artista y como combatiente. Su voz retumbaba en las marchas, sus consignas despertaban conciencias, y su entrega se convirtió en ejemplo.

Aquel 10 de agosto, una bomba lanzada por las fuerzas represivas del Estado impactó en su rostro, segando su vida, pero encendiendo una llama que, medio siglo después, sigue ardiendo en cada espacio de lucha. Su sangre no cayó en vano: se convirtió en semilla de resistencia, fecundando a generaciones enteras de jóvenes, maestros y militantes populares.

Durante el acto conmemorativo, se destacó que Rosita no representa únicamente una historia de dolor, sino también de firmeza revolucionaria. Su legado sigue vivo en cada maestra que enseña con conciencia, en cada estudiante que se organiza, en cada comunidad que resiste al olvido y al sistema neoliberal que sigue excluyendo a los más pobres.

Rosita amaba profundamente a su organización, como bien lo dijo ella misma “sería capaz de dar mi vida por la FESE”, y en efecto la dio.

Rosita Paredes Jumbo vive en la madre obrera, en la madre maestra, en la madre campesina. Vive como eterna compañera de la mujer comunista. Su historia no es pasado: es presente y futuro.

viernes, 8 de agosto de 2025

La educación es un derecho que se construye desde el aula

“Educar es un acto profundamente político, un ejercicio de amor y valentía” P. Freire

  El Ministerio de Educación, al reconocer que muchas familias escogen escuelas guiadas por lógicas de prestigio social entre comillas, implementó la sectorización de matrículas. Si bien esta medida intenta equilibrar el acceso, no enfrenta el problema de fondo, la vulneración de los derechos de la niñez. Desde la perspectiva de Paulo Freire y las luchas de la Unión Nacional de Educadores, esta realidad nos interpela profundamente; ¿cómo hablar de equidad cuando el régimen condena a los hijos del pueblo a una enseñanza empobrecida y vigilada?

Paulo Freire nos enseñó que no hay educación neutral: “o se reproduce la dominación o se apuesta por la liberación”. El sistema educativo ecuatoriano, saturado de controles y rankings de calidad, ha olvidado al sujeto que aprende. Mientras tanto, los docentes son tratados como operadores técnicos, sometidos a cargas burocráticas que sofocan su creatividad y su vínculo pedagógico con los estudiantes. Este no es un problema técnico: es político. Y solo una pedagogía crítica, acompañada de una organización docente fuerte como la UNE, puede transformarlo desde abajo.

El currículo, saturado de contenidos y desconectado de las realidades sociales, impide pensar, crear, dialogar. ¿Cómo hablar de calidad si no hay tiempo para la pregunta, el asombro, la relación humana? La verdadera calidad educativa nace en la escuela como comunidad, no en los escritorios ministeriales. Freire decía que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las condiciones para su producción. Pero eso exige autonomía, confianza y diálogo, no obediencia ciega a matrices homogéneas.

La UNE lo ha dicho con firmeza: el saber docente no debe ser objeto de persecución ni de una fiscalización tecnocrática que reduce la educación a números e indicadores vacíos. Enseñar es una tarea profundamente humana, una construcción colectiva, crítica y comprometida con el pueblo. No se trata de maquillar estándares impuestos desde organismos externos, sino de devolver dignidad, respeto y autonomía a la labor docente. Es fundamental confiar en quienes, con vocación, compromiso y resistencia cotidiana, sostienen la escuela pública como espacio de transformación social y defensa de los derechos colectivos.

Hoy el magisterio ecuatoriano, necesita unidad gremial, conciencia de clase y defensa activa de la educación pública. No permitamos que el autoritarismo silencie nuestra voz.

viernes, 1 de agosto de 2025

Despidos, sumisión al FMI y resistencia popular

   Daniel Noboa, cumpliendo obedientemente la receta del Fondo Monetario Internacional, ha iniciado una nueva ofensiva neoliberal en Ecuador. El despido de 5.000 empleados y trabajadores públicos no es un simple ajuste técnico, es un ataque frontal a la clase trabajadora, a la estabilidad de miles de familias y a la soberanía nacional. Y lo peor está por venir, se prevé una evaluación punitiva con la que el gobierno bajo el disfraz de “eficiencia y racionalización del gasto”, amenaza con despedir a 40.000 trabajadores más. Frente a esto, la indignación crece, y con ella, se avecinan nuevas movilizaciones populares.

Hoy la oligarquía ya no necesita tanques ni bayonetas para derrocar gobiernos progresistas, ahora se impone con tecnócratas, préstamos condicionados y discursos mediáticos bien engrasados. Daniel Noboa no gobierna para el pueblo, sino para las élites económicas. A sabiendas que las recetas del FMI, nunca han mejorado las condiciones de vida del pueblo, cumple las órdenes de los dueños del capital, condenando al país a más dependencia, más desigualdad y menos futuro.

Hoy el neoliberalismo no se muestra con rostro agresivo, sino como “progreso, modernización o reforma necesaria”. Pero bajo esa máscara se esconde lo de siempre: despidos masivos, privatización de lo público, reducción de derechos laborales y empobrecimiento de las grandes mayorías. La lógica es perversa, mientras despiden a trabajadores, aumentan los beneficios para grandes empresarios, banqueros y organismos internacionales; como el milagro de la Exportadora Bananera Noboa, que de la noche a la mañana disminuye la deuda con el SRI de 93 millones de dólares a 21 millones. Así de fácil, el Estado deja de servir al pueblo para convertirse en gerente de intereses privados.

En este contexto, la lucha no solo es económica, es también por la conciencia. La derecha persuade al pueblo con la idea de que “no hay alternativa y que el éxito está en la inversión extranjera”. Pero esas son mentiras diseñadas para perpetuar el saqueo. Frente a estos atropellos, la resistencia no es solo legítima, es urgente y necesaria. El pueblo ecuatoriano tiene historia de lucha. Los trabajadores, campesinos, mujeres y estudiantes, ya han derrotado políticas similares y volverán a hacerlo.

Las calles nuevamente serán escenario de protestas. Porque cuando nos arrebatan el trabajo, la educación, la salud y la seguridad; respondemos con unidad y rebelión como un acto de dignidad.