Mientras haya injusticia, su lucha seguirá siendo nuestra bandera.
En el marco del octogésimo primer aniversario de vida institucional de la Unión Nacional de Educadores, se desarrolló un acto conmemorativo profundamente emotivo y políticamente significativo en honor a Rosa Cecilia Paredes Jumbo, maestra, militante, estudiante y símbolo de la lucha popular ecuatoriana.
Recordada como “La Rosa de Agosto”, Rosita Paredes fue asesinada el 10 de agosto de 1973 durante la “Marcha por la Dignidad del Magisterio”, convocada por el movimiento docente en Guayaquil. Apenas tenía 21 años. Su crimen fue ejercer el derecho a protestar, a organizar, a soñar con un Ecuador justo, con un sistema educativo digno y liberador.
Nacida en un hogar humilde el 12 de mayo de 1952, Rosita conoció desde niña las carencias y la exclusión. Esa realidad no la quebró, la fortaleció. Su sensibilidad social se transformó en acción política desde muy joven. Como integrante de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), se convirtió en una figura clave en la movilización estudiantil de la época, enfrentando de manera decidida a la dictadura militar que servía a los intereses de la oligarquía.
En su corto pero intenso camino político, dejó huella como dirigenta comprometida, como maestra formada en el Normal “Rita Lecumberry”, como artista y como combatiente. Su voz retumbaba en las marchas, sus consignas despertaban conciencias, y su entrega se convirtió en ejemplo.
Aquel 10 de agosto, una bomba lanzada por las fuerzas represivas del Estado impactó en su rostro, segando su vida, pero encendiendo una llama que, medio siglo después, sigue ardiendo en cada espacio de lucha. Su sangre no cayó en vano: se convirtió en semilla de resistencia, fecundando a generaciones enteras de jóvenes, maestros y militantes populares.
Durante el acto conmemorativo, se destacó que Rosita no representa únicamente una historia de dolor, sino también de firmeza revolucionaria. Su legado sigue vivo en cada maestra que enseña con conciencia, en cada estudiante que se organiza, en cada comunidad que resiste al olvido y al sistema neoliberal que sigue excluyendo a los más pobres.
Rosita amaba profundamente a su organización, como bien lo dijo ella misma “sería capaz de dar mi vida por la FESE”, y en efecto la dio.
Rosita Paredes Jumbo vive en la madre obrera, en la madre maestra, en la madre campesina. Vive como eterna compañera de la mujer comunista. Su historia no es pasado: es presente y futuro.