viernes, 21 de agosto de 2015

La vieja táctica de divide y vencerás, fracasa



Las intenciones del Gobierno de sofocar la protesta de los trabajadores e indígenas con decretos como el del 15 de agosto de 2015, declarando el Estado de excepción en Ecuador por la situación del volcán Cotopaxi, y al decir del primer Mandatario "porque vivimos una emergencia, no de los tirapiedras”; sin embargo el mismo decreto se utiliza para reprimir y disuadir a los decepcionados de la revolución ciudadana en regiones alejadas del Cotopaxi, con evidente fracaso.

Por el contrario, las protestas por la dignidad y la vida se han extendido hacia buena parte de la población urbana del país que muestra su disposición a respaldar nuevas acciones de los sectores organizados en solidaridad con sus hermanos y hermanas “salvajemente” reprimidos.

El temor y la prepotencia es evidente en la élite “revolucionaria” del y de país, al extremo que en los denominados diálogos, muchos de los funcionarios del gobierno chantajean a los pobladores con “obritas de última hora”, que son de su obligación, enfatizando que quienes protestan ponen en peligro la revolución ciudadana y el “crecimiento” económico y social.

Es lamentable que desde Carondelet se haya abandonado la lucha contra la burguesía, reforzando su odio pasional contra los sindicatos, olvidando que estos, para que puedan jugar su verdadero papel en la construcción del “nuevo país”, deben fundamentar su actividad en la independencia frente a los partidos políticos y al Estado, en la solidaridad, en la unidad de acción y en la alianza con otros sectores sociales. No obstante, se aplica la vieja táctica de divide y vencerás como política de Estado para tratar de derrotar a la oposición y especialmente al movimiento sindical, que ante el fracaso, responde con nuevas acciones represivas como las de Saraguro, Macas y las de las ciudadanas Margoth Escobar y Manuela Picq.

Si se llama a un dialogo nacional, es necesario dejar de ver por todos lados a los ciudadanos descontentos como conspiradores, terroristas, desestabilizadores, etc., sino sentarse a dialogar con la predisposición de consensuar con todos los sectores y no solamente con los de buena fe, solo así, se despejaría y armonizaría el panorama de unidad con los sectores populares cerrando el paso a la derecha y otros sectores oportunistas, que aprovechándose de la terquedad gubernamental y del descontento social quieren pescar a rio revuelto.

viernes, 14 de agosto de 2015

Urge un dialogo nacional para hablar, pero asimismo para escuchar



La Marcha Indígena y Popular que recorrió buena parte de la serranía ecuatoriana, fue una celebración de la lucha por la vida y la dignidad, sirvió además para que la ciudadanía de a pie, reflexione acerca de su compromiso con la democracia y la libertad.
Cuando la marcha arribaba hacia la Plaza de la Independencia, autoridades y militantes de AP junto al mal tiempo, quisieron “aguar la fiesta”. Sin embargo, a fuerza unidad, consignas y confianza, la marcha continuó. Entonces entendí que los ideales siempre vencen y la voluntad se manifiesta en organización y solidaridad imprescindibles para derrotar definitivamente a cualquier sistema perverso, incapaz de compartir la riqueza en un país hecho de riqueza.
La memoria colectiva nos recuerda que en las luchas sociales, no hay empates; que mientras persistan gobiernos capitalistas disfrazados de progresistas o revolucionarios habrá postergación y miseria. La burguesía solamente ofrece la posibilidad de sobrevivir y optar por el mal menor. Por eso la marcha fue el espacio para forjar la unidad y solidaridad, para que no nos conformemos y salgamos a celebrar la vida resistiendo a la prepotencia.
Una de las marchantes a su paso por Loja manifestaba “que hay que valorar la sobrevivencia, pero que no hay tiempo que perder, que la democracia está en peligro, el futuro de nuestros hijos también… que en esta marcha tal vez falten más cosas, pero no podemos esperar, en el camino nos iremos mejorando”. Y efectivamente, quizá con incertidumbres pero la marcha avanzó fortalecida. Indígenas, campesinos, trabajadores y líderes populares marcharon mostrándonos su voluntad y dignidad, exigiendo el verdadero debate, porque no es hora de especular.
Urge un dialogo nacional para hablar, pero asimismo para escuchar. Lo diferente es lo que nos complementa. Precisamente ahora es “prohibido olvidar” que cuando lo distinto es utilizado como excusa para fracturarnos o dividirnos, como lo hace el oficialismo, termina ganando la ideología de los que mandan, de los que quieren mantenernos sumisos, no la nuestra. Pero ello, hay que perder el miedo y dejar las vacilaciones. Es necesario cambiarnos a nosotros mismos para construir el país equitativo y soberano que soñamos para nuestros hijos. Allí radica nuestra fuerza, nuestra esperanza.

viernes, 31 de julio de 2015

Ninguna lucha es en vano



Mientras un grupo de marchantes llegaba a la Plaza de San Sebastián, otro grupo de mirones intercambiaban ideas y algunos de ellos manifestaban indiferencia; pregunté ¿por qué?, diversidad de criterios, diversidad de respuestas…, recordé la canción “Señor Presidente” de Luis Aguilé: “…no se quiera quedar para toda la vida como un elegido, no se deje llevar por esa tentación de cambiar la nación y arreglar a su hechura y a su conveniencia la constitución”.
Lo cierto es que el debate más relevante en la actualidad política ecuatoriana, gira en torno a la marcha indígena, al paro nacional y la reelección presidencial. Aspectos que se resumen en la lucha por la dignidad, contra la prepotencia y en defensa de la democracia y la Constitución. Mientras que para el oficialismo, estas acciones buscan desestabilizar el Gobierno. 
Para el sector indígena la marcha que coincidirá en Quito, el 13 de agosto con el paro de los trabajadores, es a su vez la reivindicación y rememoración del Primer Grito de la Independencia y en particular de La Masacre del 2 de Agosto, fechas que abrieron el camino por el que hoy marchan quienes luchan por la verdadera emancipación y por la Patria nueva.
La Masacre del 2 de Agosto de 1810, ocurrida poco antes de que se cumpla un año del grito libertario del 10 de Agosto de 1809, gestado por un grupo de patriotas quiteños, que intentaron por primera vez lograr la independencia de la dominación española, patriotas que fueron traicionados y asesinados de manera sangrienta e implacable, hoy Mártires de nuestra libertad.
Cuando los pueblos conocen su historia y las gestas protagonizadas por las clases populares, alcanzan un nivel de concienciación que a su vez permite forjar la unidad y solidaridad a través de las luchas sociales, conciencia que es contraria a la indiferencia, contraria a que “las protestas y los paros no conducen a nada”, contraria a la retórica que impone el orden neoliberal del capitalismo disfrazado de revolución ciudadana.
Hombres y mujeres legatarios del sacrificio de los Mártires de Agosto, reviviendo el pensamiento y la acción patriótica de Espejo, marchan desde Zamora hacia Quito para detener al Estado capitalista que históricamente a sojuzgado a los sectores populares, y que hoy desesperadamente ha convocado a un dialogo nacional, no sin antes, descocer el derecho a la resistencia.