viernes, 14 de noviembre de 2014

La Profecía de Fukuyama: “El Fin de la Historia”



El pasado fin de semana los medios de comunicación serviles al imperio presentaban a la derecha internacional festejando alborozadamente los 25 años de la Caída del Muro de Berlín. Mientras que otros medios, informaban con cierta neutralidad, que en Alemania se recordaba el aniversario de este hecho con sentimientos encontrados.
Medios, gobiernos y políticos de occidente expusieron una especie de orgía mediática y falsedad histórica, para convertir la "celebración" en algo así como una  fiesta mundial anti-comunista y al mismo tiempo en una especie de rabiosa aceptación del fallido “Fin de la Historia” profetizado por Fukuyama.
Poco o nada le interesa a la burguesía el por qué se construyó y se derribó el muro. Las causas se ocultan y los hechos históricos se tergiversan. Simplemente se dice que los comunistas construyeron el muro, porque su política era la opresión y privación de las libertades.
Sin embargo los propios alemanes, saben que el muro no se eleva en agosto de 1961. Sus orígenes, responden a la lucha de clases: al capitalismo y proletariado. Tienen que ver con Hitler que provoca la segunda guerra mundial y con ella el final de la democracia en Alemania.
Al concluir la guerra en 1945, Alemania queda en ruinas y los aliados se la reparten en cuatro zonas, en las cuales no existía en absoluto libertad para trasladarse de una zona a la otra. La guerra fría había empezado. En 1947 los EEUU logran el control de las tres zonas, mientras que la URSS controla la parte oriental. Esto marcó la constitución en 1949 de las dos Alemanias; la federal y la democrática.
Indiscutiblemente la RFA era más fuerte que la RDA en lo económico y en lo político. Aspectos que fueron utilizados para ofrecer ventajas materiales a los ciudadanos si abandonaban la RDA. Esta política produjo en 1961 una situación de tensión que ponía en peligro la paz mundial. En estas circunstancias se decide la construcción del muro. Políticos de todo el mundo han reconocido que luego de la construcción del muro disminuyó la tensión y el peligro de una guerra nuclear.
Finalmente, la caída respondió más que a la disminución de las libertades en la RDA, al fin de la guerra fría y a la globalización paralela de las comunicaciones y del odio al socialismo por parte del imperialismo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

La Revolución que conmovió al mundo

La Gloriosa Revolución de Octubre registrada en el calendario juliano el 25 de octubre de 1917, fecha que según el actual calendario gregoriano la recordamos precisamente hoy 7 de noviembre, que se cumplen 97 años del histórico acontecimiento que tuvo como protagonistas a las masas pobres y explotadas de obreros y campesinos rusos bajo la valiente y decidida conducción de Vladimir Lenin y el Partido bolchevique ruso.
Celebres son las frases de Lenin: “Camaradas, la insurrección debe llevarse a cabo el 25 de octubre; el 24 sería prematuro y el 26 muy tarde”. Y efectivamente, desde de la clandestinidad apareció para encabezar la insurrección que daría fin al régimen zarista y a las tibias reformas socialdemócratas. 
La influencia y repercusión de la Revolución Socialista sigue siendo actual, quizá profunda para unos y decaída para otros. Lo cierto es, que trascendió y trasformó las relaciones socio económicas y geopolíticas de los pueblos y gobiernos en los cinco continentes. El nuevo pensamiento obrero y popular instaurado en Rusia, dio origen a un período de cambios, de revoluciones socialistas; al nacimiento de los movimientos de liberación nacional que siguen enarbolando las banderas para poner fin a las diversas formas de colonialismo en el resto del mundo.
Gracias a la Rusia Revolucionaria y la Unión Soviética, el imperialismo europeo y norteamericano vio disminuidos sus afanes de explotación a los países subdesarrollados. Más allá del paralelismo en el poderío militar, nadie puede opacar el papel histórico y los factores culturales y científicos desencadenados a partir de Revolución de Octubre de 1917. Proceso revolucionario al que el imperio jamás renunció a la idea de destruirlo. Los propios acontecimientos en la península de Crimea son una muestra de ese perverso deseo.
Lo de Ucrania fue un claro golpe de Estado que ha llevado a un grupo minoritario, neonazi y anti ruso, a dirigir las riendas del país con el afán de golpear a Rusia en sus propias narices, para aislarla y debilitarla bloqueando su salida al Mar Negro y así efectivizar la febril ambición imperialista de dominar el mundo.
A los 97 años de la Revolución de 1917, la izquierda revolucionaria y comunista, debiera celebrar esta jornada histórica con entusiasmo y no con nostalgia.

viernes, 31 de octubre de 2014

Día del Escudo Nacional o Halloween



La historia cívica de nuestro país señala el 31 de octubre como el Día del Escudo Nacional, que junto a la Bandera y al Himno Nacional constituyen la personificación de la Patria, símbolos que irradian no sólo la fascinación patriótica, cuya llama debe mantenerse viva, sino que también evocan los memorables acontecimientos de nuestra historia y las luchas del pueblo a través de los tiempos, para eternizar sus glorias, su cultura, su historia y el épico vibrar de próceres y mártires anónimos que soñaron con una patria nueva.
Coincidencia o no, el 31 de octubre los países anglosajones festejan Halloween, una tradición pagana arraigada cada vez más en nuestro medio. Si bien las fiestas tradicionales constituyen una práctica habitual en la escuela y la sociedad, paradójicamente, éstas han generado poco conocimiento social y científico. Más bien, una violencia simbólica, pues en no pocas instituciones, el día del Escudo Nacional es velado por la celebración de halloween, costumbre ajena e impuesta a través de los medios de comunicación, que ha perturbado la mente de la niñez y juventud.
La historia de nuestro Escudo Nacional es amplia, ha sido objeto de muchos cambios, registrados desde el 9 de octubre 1820 al proclamarse la independencia de Guayaquil hasta el año de 1900. Es durante la Presidencia del General Eloy Alfaro, del Viejo Luchador, del defensor de la escuela laica y de la soberanía nacional, cuando se adopta el actual Escudo Nacional.
Tarea de la sociedad y escuela es refrescar la memoria cívica y orientar las obligaciones personales y colectivas hacia la patria. Las conmemoraciones cívicas no deben reducirse a ritos formales ni a frías y tediosas conferencias que se obliga a escuchar a los estudiantes. Por el contrario, los actos cívicos deben convertirse en espacios de generación de aprendizajes y acciones de verdadero reconocimiento de los hechos y gestas gloriosas del pueblo, donde los estudiantes puedan informarse y personificar el fervor libertario y el orgullo de ser ecuatorianos. Es una falacia creer que el civismo se aprende en las aulas. No, el civismo se vive en las calles y en la comunidad ejerciendo deberes y derechos, es allí donde se forma la conciencia cívica, histórica, social y política de los hombres y mujeres, del pueblo mismo que es en realidad la patria.

viernes, 24 de octubre de 2014

Mentalidad revolucionaria y restauración conservadora



Luego del “sacudón” electoral de febrero último, en el que a pesar del ventajismo oficial, se dio un “revés” caracterizado, por el “sectarismo”, la debilidad de los gobiernos autónomos y al menosprecio a la oposición y a los movimientos locales, movimientos que ganaron gracias a la sintonía con los intereses de la comunidad y no por las definiciones ideológicas si acaso las tuvieron.
El oficialismo en su afán de justificar el denominado “sacudón” o “revés” electoral viene manejando la figura de la restauración conservadora, término que es cacareado para denostar de forma maquiavélica con la misma conceptualización neoliberal a los sectores progresistas y de izquierda,  que son los que realmente han venido y siguen luchando por que se instaure la democracia participativa, justicia social, redistribución equitativa, reconocimiento, identidad, etc.
Los revolucionarios del poder tienen temor a la restauración conservadora no tanto porque es contraria al proceso de la revolución ciudadana sino porque busca volver al pasado, a esa época dictatorial en la que a todo aquel que protestaba se lo acusaba de atentar contra la seguridad nacional y se le perseguía. Y desde luego, como lo dice el Pájaro Febres Cordero, “nadie quiere que se restaure esa horrible y tenebrosa época.”
La intención del discurso de la restauración conservadora, cala más en el sector oportunista de la militancia de país, quienes despistados y sin capacidad de análisis de los asuntos colectivos y públicos, imitan y mal la perorata del primer mandatario, intentando disfrazar como idénticas a la oposición popular con la oposición oligarca.
Al parecer la mentalidad revolucionaria hoy entretenida con el trauma de la restauración conservadora, impide mirar hacia los objetivos del buen vivir que deberían regir las políticas revolucionarias y no las que facilitan las condiciones para que los capitales multinacionales operen en el país satisfaciendo las demandas económicas e ideológicas de los grupos conservadores.
Los actores políticos precisan sumarse a las luchas de las organizaciones populares en su afán de construir un país más justo y solidario. No vaya a ser que la contradicción entre la revolución ciudadana y el apoyo popular se vuelva insuperable.