viernes, 2 de marzo de 2018

Una escuela para volver a la gente


La reflexión sobre los desafíos que implica actualmente una escuela de calidad, exige la introducción de cambios en la gestión burocrática instalada y dispuesta en los últimos tiempos desde el ministerio de educación.
Se ha hablado de ciertos consensos alrededor de la necesidad de una nueva forma organizacional y de administrar. Desde la cúpula ministerial se ha planteado gestionar por objetivos, desearía entender que se trata del planteamiento de problemas y de la búsqueda de alternativas para su resolución, sustentada fundamentalmente en la equidad e inclusión, revalorizando la educación básica como el cimiento del desarrollo y bienestar de los ciudadanos.
Consensos también los hay a la hora de aceptar que la educación ecuatoriana aún tiene problemas de calidad, cobertura, eficacia, pertinencia y oportunidad. Hay que reconocer que se hacen esfuerzos para disminuir los índices de repitencia y deserción anual en educación básica y más en el bachillerato, sobre todo en el sector rural, donde el rezago educativo para mayores de 15 años se acumula cada vez más.
Autoridades y ciudadanía tenemos que entender que la educación básica es de trascendental importancia porque allí se prepara a los hombres y mujeres para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, para la vida y para el trabajo. La educación básica es la base para concienciar a la sociedad en la búsqueda solidaria y colaborativa para el desarrollo sostenible, tomando en consideración las necesidades sociales, culturales y políticas de los ecuatorianos; pero a la vez preservando y protegiendo los recursos naturales para el beneficio de las generaciones presentes y futuras.
El magisterio ecuatoriano por medio de su mayor organización gremial, sometió a la discusión y análisis del gobierno nacional un modelo educativo denominado “educación para la emancipación”, el que solo por el egoísmo fue archivado. Este debe retomarse, en él se detallan una serie de esfuerzos y estrategias compartidas entre profesores, estudiantes y padres de familia.
Educación para la emancipación es una propuesta aún vigente, tiene la mirada puesta en el mejoramiento de la calidad de la educación para volver a la gente, y a la vez apunta devolver al profesor el prestigio perdido y recuperar el rol de la familia en el proceso de aprendizaje.
En fin, se busca reconstruir una escuela para enfrentar la dramática ruptura del tejido social, la crisis de valores, la corrupción, la inequidad y los retos futuros que impone la sociedad del conocimiento.

viernes, 23 de febrero de 2018

Combatir la corrupción o erradicar las causas.



En menos de quince días conoceremos a los integrantes del transitorio Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, cuyas funciones según la Constitución del 2008, son entre otras, la promoción de los derechos de participación ciudadana y control social, la lucha contra la corrupción y la designación de autoridades de control. Sin embargo, lo urgente es, sentar las bases para recuperar la democracia.
La mayoría de los organismos internacionales afirman que la corrupción es el mal mayor que impide a los gobiernos mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos. Estas declaraciones, no hacen más que esconder las verdaderas causas de la pobreza y retraso de los pueblos, dejando de lado o escondiéndonos que la inequidad y desigualdad en la distribución de los recursos hacen de la corrupción solo una mínima parte del injusto y desideologizado sistema neoliberal.
Por tanto, corresponde al CPCCS, promover una verdadera participación ciudadana en la administración pública, garantizar la existencia de partidos, movimientos y organizaciones para la plena participación política y promoción de los valores de los individuos y grupos sociales. En suma, corresponde ahora, luchar contra la política que imponen instituciones como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional y empresas sinónimas de ODEBRECH que pregonan sin descaro la democracia representativa, con la finalidad de inmiscuirse en las decisiones políticas y económicas de nuestro país, y a la par provocando la crisis y la corrupción.
Si lo urgente es, sentar las bases para recuperar la democracia, deberíamos preguntarnos cómo. Y la respuesta no es otra que, combatiendo el sistema injusto que impera y gestar una nueva sociedad basada en los principios fundamentales de solidaridad, libertad y soberanía con la participación de todos los sectores sociales y económicos.
En estos momentos, los ecuatorianos ansían erradicar viejos males que por viejos, precisamente no son propiedad del correato, pero ansiamos acabar con el abuso de poder, con el tráfico de influencias, con la designación y contratación de funcionarios y empleados públicos no calificados, necesitamos terminar con el nepotismo y amiguismo, terminar con las coimas obligatorias en la contratación pública y de otros males que aún en este gobierno persisten.
Finalmente, es necesario que los ciudadanos ecuatorianos permanezcamos vigilantes del trabajo que cumplan los miembros del transitorio Consejo de Participación Ciudadana, claro para combatir la corrupción, pero en especial, para erradicar sus causas y así construir una patria para todos.

viernes, 16 de febrero de 2018

Hambre y pobreza, males difíciles de superar

Hasta hace poco se nos mentalizó a los ecuatorianos que vivíamos una serie de cambios en los aspectos socioeconómicos, pero que no era una época de cambios sino un cambio de época, una administración revolucionaria para combatir la pobreza.
Y es que la pobreza es parte de la agenda de los gobiernos en todo el mundo. En el Ecuador, este mal social tiene profundos vínculos e implicaciones que agrandan la brecha económica desfavoreciendo a los más pobres y privilegiando a una minoría que disfruta de una posición predilecta a costa de la explotación y del engaño a las mayorías que cada vez ven más limitadas sus oportunidades de encontrar trabajo decente para brindar al menos alimentación adecuada y vivienda segura a su familia.
El presidente Moreno en reiteradas ocasiones nos habla del programa toda una vida. Sin embargo, sería mejor que empiece a demostrarnos cómo y cuándo emprenderá en acciones para la disminución de la desigualdad social. Como él mismo dice, es hora transitar o pasar de esta sociedad organizada sobre bases egoístas a otra sociedad asentada sobre firmes bases económicas, morales y espirituales, pero al fin y al cabo, en esa misma sociedad dentro del estado de bienestar que perpetúa las inequidades.
Si no entendemos que el hambre y la pobreza nos son fenómenos naturales sino fenómenos sociales producto de las débiles estructuras económicas, difícilmente se lograran cambios para combatir estos males. Es entonces urgente convencernos, gobierno y ciudadanos, que las caducas estructuras administrativas y económicas deben ser sustituidas por otras que promuevan una economía más igualitaria y equitativa para generar nuevas fuentes de trabajo para todos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe reiteradamente señala que en los países del área andina es donde más se viven las desigualdades, y que por tanto es un desafío fundamental para los gobiernos de la región, trabajar en políticas para cambiar esta realidad.
El gobierno sostiene que son significativos los avances en la reducción de la pobreza, porque dizque se han aumentado los salarios de los ecuatorianos, sin embargo, no nos pueden hacer creer que el desarrollo económico y social va más allá de cuánto se incrementan los ingresos de los trabajadores; porque es obvio que en el Ecuador estamos aún lejos de alcanzar el pleno disfrute de derechos esenciales en salud educación, seguridad ciudadana, trabajo digno, entre otros, que definen el cacareado buen vivir.

viernes, 9 de febrero de 2018

Un sí para a la democracia y las libertades



Las diferencias entre el presidente Moreno y su antecesor fueron evidentes antes de la misma posesión. En las últimas semanas, la ruptura si bien es más publica, es difícil para el propio presidente, saber quiénes están acá o allá; aunque la ciudadanía sabe bien dónde se ubican los oportunistas, los marrulleros.
Como consecuencia de la opinión pública y la presión política y popular, el gobierno nacional convocó a una consulta nacional que se realizó el pasado 4 de febrero. En la que, con excepción de los correístas, la mayoría de las fuerzas políticas y sociales votaron por el sí. Un sí que llamó de manera urgente a fortalecer la democracia eliminando la reelección indefinida, a combatir la corrupción, a defender los derechos de la niñez, entre otros.
Como se tenía previsto, triunfó el sí, lo cual implica poner el fin al poder omnímodo y caudillista que representó Rafael Correa, al tiempo que servirá de exigencia al gobierno central, a la asamblea nacional y a los órganos judiciales, para que aceleren el combate a la corrupción.
Los ecuatorianos esperamos que a los funcionarios que están junto al presidente Moreno no se les vaya a ocurrir, que el triunfo en la consulta nacional, es un triunfo de ellos sobre la prepotencia y persecución de la década anterior. Que les quede claro, que el triunfo le pertenece a todo el pueblo, y el pueblo les exige una depuración de la corrupción y no solamente un cambio de caras o de puestos entre sus amigos. Que lean bien, que el apoyo popular en la consulta, no es un cheque en blanco. Por el contrario, es una advertencia desde los  movimientos sociales, desde el movimiento indígena, desde las centrales sindicales, desde los diversos sectores gremiales que defendieron la consulta popular para que se aceleren los cambios significativos y urgentes que el país necesita para generar fuentes de trabajo y disminuir la pobreza.
Estos mismos sectores sociales y políticos, también se han manifestado en contra de la intromisión de la  Corte Interamericana de Derechos Humanos en los asuntos internos, pretendiendo desconocer el mandato popular del pasado 4 de febrero, que con el 63% decidió cesar en los cargos a los actuales miembros del Consejo de Participación Ciudadana, y permitir que el presidente Moreno nombre un organismo transitorio, como mecanismo para combatir la corrupción y recuperar la democracia y las libertades.