viernes, 14 de agosto de 2015

Urge un dialogo nacional para hablar, pero asimismo para escuchar



La Marcha Indígena y Popular que recorrió buena parte de la serranía ecuatoriana, fue una celebración de la lucha por la vida y la dignidad, sirvió además para que la ciudadanía de a pie, reflexione acerca de su compromiso con la democracia y la libertad.
Cuando la marcha arribaba hacia la Plaza de la Independencia, autoridades y militantes de AP junto al mal tiempo, quisieron “aguar la fiesta”. Sin embargo, a fuerza unidad, consignas y confianza, la marcha continuó. Entonces entendí que los ideales siempre vencen y la voluntad se manifiesta en organización y solidaridad imprescindibles para derrotar definitivamente a cualquier sistema perverso, incapaz de compartir la riqueza en un país hecho de riqueza.
La memoria colectiva nos recuerda que en las luchas sociales, no hay empates; que mientras persistan gobiernos capitalistas disfrazados de progresistas o revolucionarios habrá postergación y miseria. La burguesía solamente ofrece la posibilidad de sobrevivir y optar por el mal menor. Por eso la marcha fue el espacio para forjar la unidad y solidaridad, para que no nos conformemos y salgamos a celebrar la vida resistiendo a la prepotencia.
Una de las marchantes a su paso por Loja manifestaba “que hay que valorar la sobrevivencia, pero que no hay tiempo que perder, que la democracia está en peligro, el futuro de nuestros hijos también… que en esta marcha tal vez falten más cosas, pero no podemos esperar, en el camino nos iremos mejorando”. Y efectivamente, quizá con incertidumbres pero la marcha avanzó fortalecida. Indígenas, campesinos, trabajadores y líderes populares marcharon mostrándonos su voluntad y dignidad, exigiendo el verdadero debate, porque no es hora de especular.
Urge un dialogo nacional para hablar, pero asimismo para escuchar. Lo diferente es lo que nos complementa. Precisamente ahora es “prohibido olvidar” que cuando lo distinto es utilizado como excusa para fracturarnos o dividirnos, como lo hace el oficialismo, termina ganando la ideología de los que mandan, de los que quieren mantenernos sumisos, no la nuestra. Pero ello, hay que perder el miedo y dejar las vacilaciones. Es necesario cambiarnos a nosotros mismos para construir el país equitativo y soberano que soñamos para nuestros hijos. Allí radica nuestra fuerza, nuestra esperanza.

viernes, 31 de julio de 2015

Ninguna lucha es en vano



Mientras un grupo de marchantes llegaba a la Plaza de San Sebastián, otro grupo de mirones intercambiaban ideas y algunos de ellos manifestaban indiferencia; pregunté ¿por qué?, diversidad de criterios, diversidad de respuestas…, recordé la canción “Señor Presidente” de Luis Aguilé: “…no se quiera quedar para toda la vida como un elegido, no se deje llevar por esa tentación de cambiar la nación y arreglar a su hechura y a su conveniencia la constitución”.
Lo cierto es que el debate más relevante en la actualidad política ecuatoriana, gira en torno a la marcha indígena, al paro nacional y la reelección presidencial. Aspectos que se resumen en la lucha por la dignidad, contra la prepotencia y en defensa de la democracia y la Constitución. Mientras que para el oficialismo, estas acciones buscan desestabilizar el Gobierno. 
Para el sector indígena la marcha que coincidirá en Quito, el 13 de agosto con el paro de los trabajadores, es a su vez la reivindicación y rememoración del Primer Grito de la Independencia y en particular de La Masacre del 2 de Agosto, fechas que abrieron el camino por el que hoy marchan quienes luchan por la verdadera emancipación y por la Patria nueva.
La Masacre del 2 de Agosto de 1810, ocurrida poco antes de que se cumpla un año del grito libertario del 10 de Agosto de 1809, gestado por un grupo de patriotas quiteños, que intentaron por primera vez lograr la independencia de la dominación española, patriotas que fueron traicionados y asesinados de manera sangrienta e implacable, hoy Mártires de nuestra libertad.
Cuando los pueblos conocen su historia y las gestas protagonizadas por las clases populares, alcanzan un nivel de concienciación que a su vez permite forjar la unidad y solidaridad a través de las luchas sociales, conciencia que es contraria a la indiferencia, contraria a que “las protestas y los paros no conducen a nada”, contraria a la retórica que impone el orden neoliberal del capitalismo disfrazado de revolución ciudadana.
Hombres y mujeres legatarios del sacrificio de los Mártires de Agosto, reviviendo el pensamiento y la acción patriótica de Espejo, marchan desde Zamora hacia Quito para detener al Estado capitalista que históricamente a sojuzgado a los sectores populares, y que hoy desesperadamente ha convocado a un dialogo nacional, no sin antes, descocer el derecho a la resistencia.

viernes, 24 de julio de 2015

El escenario político actual y los principios revolucionarios



Las vacaciones del Canciller y la resolución de la Asamblea Nacional son la demostración irrefutable de que el gobierno de la fraseología revolucionaria va perdiendo la iniciativa política; es también un reconocimiento a la debilidad de su movimiento político e incluso del deterioro de la “popularidad” del Presidente Correa.
Al decir del ex canciller Quinto Lucas, “se publicita un gobierno explotando la esperanza y los sentimientos populares, que en definitiva son subjetivos, que tarde o temprano se agota”. Esto los hizo creer invencibles, que sumado a la prepotencia y la arrogancia se dedicaron a descalificar a las organizaciones populares y a todo aquel que opina diferente. De esa manera “infantil” abrieron paso a lo que ellos denominan la “restauración conservadora” y de la cual son miembros algunos funcionarios verdeagüitas.
Así la resolución tomada por la legislatura en el ánimo de desvalorizar y frenar el descontento y las protestas populares, más allá de mostrar su sumisión al poder ejecutivo y de denigrar a la oposición, enciende el malestar ciudadano y aleja las posibilidades de un dialogo serio, de un dialogo consensuador, que ayude a establecer mecanismos políticos para el anhelado y postergado país del buen vivir.
La desesperación política responde a la mala organización del movimiento país y de las aliadas organizaciones paralelas, lo cual ha reducido su accionar a la tarea contestataria con un discurso repetitivo a lo que propone la oposición. Tarea urgente del Canciller es entender el escenario político actual y a la par, diferenciar la oposición de los sectores populares que protestan por el respeto y vigencia de sus derechos, de la oposición oligarca que ha guardado un silencio cómplice durante los últimos ocho años y que hoy se moviliza porque ve tocados sus intereses.
Ante las insinuaciones de que para parar “el desgaste permanente, la muerte cruzada sería una acción política osada que repotenciaría y relegitimaría al gobierno, al propio presidente y al proyecto político”; es necesario, desde luego, si realmente se quiere un amplio dialogo nacional por la equidad y la justicia social, para fortalecer un proyecto de transformación social, dejar de lado la exclusión de actores sociales y la estigmatización de que éstos quieren desestabilizar al gobierno. Es hora de abandonar la charlatanería revolucionaria y acompañar todas las acciones públicas y políticas de una profunda identificación con los principios revolucionarios.