Poema del Che a la Vieja María / Chile 1952
“Ernesto estaba muy preocupado por una enferma del hospital a la que llamaba vieja María. Muy conmovido (dice Hilda Guedea) me contó que su estado era muy grave con un asma aguda; era tanto su interés por esta enferma que llegué a sentir celos de ella porque la tenía presente todo el tiempo: en la mañana se apuraba para ir a verla […] Un día muy apenado me dijo que la vieja María posiblemente no pasaba de esa noche; así que fue al hospital para estar cerca de su lecho, vigilándola para hacer todo lo posible para salvarla. Esa noche murió ahogada en asma.” (Taibo. 1996).
Sabemos que, en su Diario de Motocicletas, anotó “La sonrisa de Gioconda”, donde redactó sobre esa viejecita y, escribió el 7 de marzo de 1952: “… en estos casos es cuando el médico, consciente de su total inferioridad frente al medio, desea un cambio de cosas, algo que suprima la injusticia que supone el que la pobre vieja hubiera estado sirviendo”.
Vieja María vas a morir
quiero hablarte en serio.
Tu vida fue un rosario repleto de agonías
no hubo hombre amado ni salud ni dinero
apenas el hambre para ser compartida.
La suave vergüenza de las manos de médico
en voz baja y viril de las esperanzas
la más roja y viril de las venganzas
que tus nietos vivirán la aurora.
LO JURO.
Fuente electrónica:
https://unidadparlamentaria.com.mx/2020/10/23/53-anos-sin-el-che-t1-e/
Poema del Che a Fidel
México 1955
En 1955, el futuro Che fue al desfile del Primero de Mayo, y su diagnóstico de la Revolución Mexicana fue contundente: “La Revolución Mexicana está muerta, estaba muerta hace rato y no nos habíamos dado cuenta […] El desfile de los trabajadores organizados parece un entierro […] Los une el presupuesto, la nómina del gobierno. Vámonos, viejo.” (Taibo, 1996, p. 94).
Luego en México mismo, el Che escribió a Fidel, un poema no muy bueno:
“Vámonos ardiente
profeta de la aurora
por recónditos senderos inalámbricos
a liberar el verde caimán que tanto amas.
Cuando suene el primer disparo y se despierte
en virginal asombro la manigua entera
allí, a tu lado, seremos combatientes,
nos tendrás.
Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos
reforma agraria, justicia, pan, libertad,
allí, a tu lado, con idéntico acento,
nos tendrás.
Y cuando llegue el final de la jornada
la sanitaria operación contra el tirano,
allí, a tu lado, aguardando la postrera batalla,
nos tendrás…
Y si en nuestro camino se interpone el hierro,
pedimos un sudario de cubanas lágrimas
para que se cubran los guerrilleros huesos
en el tránsito de la historia americana.
Nada más.”
Fuente:
Aleida March. Evocación. Mi vida al lado del Che. Cuba. Fondo Editorial Casa de las Américas. 2007.