La persecución a las organizaciones populares y sus dirigentes, no es reciente ni propiedad del presidente Guillermo Lasso, es una receta impuesta por el Departamento de Estado Norteamericano que los gobernantes de turno, disponen a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional la apliquen a sangre y fuego.
El reclamo popular dignifica y nos impulsa a encontrar los mecanismos para lograr trabajo, salud, educación, vivienda, justicia y libertad, de allí que, a diferencia de los grandes medios de comunicación, que se dedican a distorsionar la información a favor de la derecha neoliberal. Afortunadamente, los medios de comunicación alternativa reivindicaron la validez del paro nacional, mostrando la realidad de los hechos y de los pueblos y comunidades en pie de lucha.
La protesta social siempre fue y seguirá siendo una lucha de clases. Durante los 18 días de movilización popular, de los cuales participó de manera activa la Unión Nacional de Educadores, debo resaltar el papel de cientos de maestras y maestros, de manera especial el de dos valientes mujeres que encabezaron las largas jornadas de lucha respaldando la plataforma planteada por la CONAIE, y desde luego, exigiendo se cumpla la equiparación salarial y mayor presupuesto para la educación pública.
Ellas con su actitud demostraron al pueblo y al magisterio que la virilidad no es cosa exclusiva de hombres. Que hay que ser mujer, mucha mujer, como lo son ellas, para defender al pueblo en medio de un ambiente de persecución y represión. Hay que ser mucha mujer para enfrentarse con entereza a hombrecillos cobardes que embrutecidos de poder desde el gobierno criminalizan la defensa de derechos. Hay que ser mucha mujer para luchar contra el presidente de los zapatos rojo-sangre y el neoliberalismo; ellas, junto a muchas mujeres y hombres lo hicieron, pusieron su pecho para enfrentar la bala de la abusiva represión.
A los hombres y mujeres de vanguardia, a los y las docentes unionistas nos corresponde mantener fresca la memoria, como un acto de rebeldía, como el único camino para lograr el cumplimiento de derechos para todo el pueblo.
Finalmente, levanto mi bandera para presentar mí solidaridad, admiración y gratitud a su personalidad, a su valentía, a lo que nos inspiraron. Me refiero a Isabel Vargas y Roxana Palacios, dos maestras unionistas, dos lideresas populares de izquierda.