El gobierno del desencuentro tiene el país a orillas del descalabro. Insuficiente presupuesto para salubridad y educación; aumento de la criminalidad e inseguridad ciudadana, desatención médica y falta de medicinas en los hospitales públicos; anuncio de elevación de los precios del diésel y la gasolina eco a precios internacionales; infravaloración del precio de los productos del campo; el empleo disminuye y se respalda la precarización laboral; se expande la extracción minera; se anuncia la venta de las empresas públicas como el Banco del Pacífico, hidroeléctricas, IESS, CNT, entre otras.
Con la receta fresca traída de la “cumbrecilla
de las américas”, el presidente Lasso, junto a su gabinete, mediante la
difamación, deslegitimación, magnifican la protesta como “actos vandálicos” con
la intención de romper el tejido social y detener a los “presuntos
responsables”. Patricio Carrillo, ministro del Interior, mostrándose
autoritario dijo que se aplicará con rigor la
“Ley de Uso Progresivo de la Fuerza” para reprimir las protestas y desarmar a
los grupos de oposición, esto con el argumento de “garantizar la paz social”; tal cual lo hizo Rafael Correa para atemorizar, criminalizar y judicializar la
protesta social y el derecho a la resistencia como derecho fundamental
reconocido en la Constitución.
La Unión Nacional de Educadores convocó para el
jueves 16 de junio al magisterio ecuatoriano a sumarse a la protesta social,
para defender la equiparación salarial ganada mediante la movilización y dos
huelgas de hambre. Por varias ocasiones el presidente Lasso se opuso al
reconocimiento de este derecho, vetó en su totalidad la ley. La Corte
Constitucional luego de rechazar el veto presidencial, dispuso a la Asamblea
Nacional que promulgue la ley y ordene la publicación en el Registro Oficial.
Sin embargo, nuevamente con artimañas el presidente Lasso se empeña en dilatar
la publicación en el Registro Oficial.
En fin, siempre que el gobierno vulnere derechos existirá el rechazo y la resistencia, por tanto, la protesta social
subsistirá muy a pesar de que el presidente Lasso quiera vernos con los “huesos
en la cárcel”