miércoles, 14 de mayo de 2025

Mujica: Del fusil a la institucionalidad y su visión sobre la educación

Defendió una educación crítica, liberadora, solidaria y no subordinada al mercado…

José Mujica, político reconocido en la izquierda latinoamericana. Ex-guerrillero tupamaro, participó en la lucha armada contra el aparato represivo en los años 60 y 70 en Uruguay. Su posterior trayectoria refleja la institucionalización de sectores de izquierda que abandonaron la vía revolucionaria. Como presidente, representó una política social progresista que, aunque crítica del consumismo y del poder del capital, nunca desafió estructuralmente el orden burgués.

Durante su mandato, impulsó reformas sociales en beneficio de las mayorías, que si bien, golpearon a la oligarquía, no cuestionaron la propiedad privada ni la hegemonía del capital financiero. Su crítica al mercado fue moral, no política, y su propuesta de un “capitalismo más humano” consolidó un paradigma reformista populista que reforzó las relaciones de dependencia en el contexto latinoamericano.

La visión de José Mujica sobre la educación se inscribe, en gran medida, dentro de un marco ético humanista y libertario. Para él, la educación debía desarrollar el pensamiento crítico, orientado a formar seres humanos solidarios, conscientes de su entorno y no subordinados a la lógica del mercado. Esta perspectiva coincide parcialmente con la postura emancipadora de Paulo Freire que entiende la educación como herramienta para la transformación social. Sin embargo, en la práctica, Mujica no impulsó una política educativa opuesta al sistema capitalista; su actitud, aunque coherente en lo ético, no se tradujo en medidas concretas que confrontaran la hegemonía neoliberal que aún domina los sistemas escolares en América Latina.

Desde una perspectiva emancipadora, la educación no puede limitarse a la transmisión de valores éticos individuales, sino que debe ser una trinchera de lucha ideológica. Para los sectores populares, representa una posibilidad de organización y la toma de conciencia para la construcción de un país más justo e igualitario. En este sentido, una auténtica educación liberadora exige romper con el currículo capitalista que naturaliza la pobreza, legitima la explotación y oculta la lucha de clases. La tarea pendiente es politizar la educación desde abajo, construyendo espacios pedagógicos que fortalezcan la autonomía, la resistencia y la dignidad de los pueblos.

José Mujica, fallecido a los 89 años, fue símbolo de honestidad y austeridad. Abandonó el fusil para gobernar dentro del Estado burgués. Se constituyó en una alternativa progresista. Su legado principal es: que sin organización y sin lucha de clases, no hay emancipación real para la clase trabajadora.

 


viernes, 9 de mayo de 2025

Enseñar historia desde la verdad es fundamental

Comprender nuestra historia no es solo estudiar fechas y nombres; es entender nuestras raíces y las razones que han moldeado nuestra realidad actual. Para los pueblos, recordar es un acto de defensa. Porque si olvidamos nuestras luchas, será más fácil que nos arrebaten los derechos conquistados.

En Ecuador, muchas personas jóvenes no conocen lo que realmente pasó desde el regreso a la democracia, en 1979, porque se ha impuesto un silencio. Nos hablaron de libertad y progreso, pero lo que vivimos fue una dictadura disfrazada, donde los poderosos, los banqueros, las élites políticas, incluso sectores de la Iglesia y gobiernos extranjeros, decidieron por nosotros. Las elecciones sirvieron para mantener el mismo sistema de injusticia. Gobiernos como el de la llamada “revolución ciudadana” prometieron cambios, pero reprimieron la protesta, censuraron la crítica y sembraron el miedo.

Millones de ecuatorianos tuvieron que migrar, porque el hambre, la pobreza y la falta de trabajo los expulsaron. Esta migración fue aprovechada por quienes necesitaban mano de obra barata, dentro y fuera del país. Sin embargo, hoy se nos quiere hacer creer que todo fue parte de un proceso normal, y se oculta la verdadera causa: el abandono del pueblo por parte del poder.

Pero la historia no ha sido solo de dolor. También ha sido de lucha. En las décadas pasadas, la izquierda revolucionaria, los movimientos sociales, los sindicatos combativos, los campesinos y estudiantes enfrentaron al poder. Desde las aulas, las fábricas y las calles se levantaron voces que no aceptaron vivir de rodillas. Esas luchas permitieron, en muchos casos, cambiar gobiernos corruptos y defender derechos. Nada de eso fue regalado. Fue ganado con esfuerzo y lucha colectiva.

Hoy, vivimos en tiempos en que se habla mucho de “unidad y reconciliación”, pero se oculta el pasado. Se criminaliza la protesta social, se minimiza la historia popular y se desprecia la organización social. La democracia parece cada vez más alejada del pueblo.

Por eso, enseñar historia desde la verdad es fundamental. No para quedarnos en el pasado, sino para comprenderlo y transformarlo. Como dijo el historiador de nacionalidades Pío Jaramillo Alvarado, “quien pierde los orígenes, pierde la identidad”.

Recordar es también educar. Y educar con memoria es formar ciudadanos críticos, capaces de defender la soberanía nacional, rechazar las injusticias y luchar por un país verdaderamente libre, justo y digno para todos.

viernes, 2 de mayo de 2025

Primero de Mayo: La clase obrera frente a un modelo de miseria y represión

 El Día del Trabajo es una jornada de memoria y lucha, un homenaje a los mártires de Chicago que dieron su vida soñando con un mundo en el que el trabajo fuera sinónimo de dignidad y no de explotación. Esta fecha, que nació de la reivindicación por la jornada laboral de ocho horas, representa la resistencia constante contra las injusticias que bajo el dominio del capital perpetúan la pobreza.

En Ecuador, las luchas obreras de hace más de un siglo siguen siendo necesarias. Las políticas impulsadas por el gobierno de Correa que, bajo el disfraz del socialismo del siglo XXI, y luego por los regímenes neoliberales de Moreno, Lasso y Noboa, han consolidado un sistema que precariza a los trabajadores y margina a los sectores populares. La congelación de salarios, el crecimiento del trabajo informal y el aumento de la pobreza son expresiones actuales de la misma explotación contra la que se rebelaron los mártires de Chicago.

Mientras los perros de los ricos se alimentan mejor que los obreros, la pobreza extrema avanza, los derechos laborales son pisoteados y se condonan las deudas tributarias de las élites en nombre de la "reactivación económica". Migración, hambre, miseria, delincuencia y abandono escolar son consecuencias inevitables de un modelo criminal que niega un futuro mejor a millones de personas.

El gobierno de Noboa, fiel al imperialismo estadounidense, pretende entregar los recursos estratégicos del país, especialmente petróleo y minería. A la par se criminaliza toda protesta popular, reeditando la persecución contra el sindicalismo combativo. Líderes sociales son tildados de "terroristas" para justificar la represión y desmovilizar al pueblo.

Frente a un panorama de miseria planificada y represión institucionalizada, el espíritu del Primero de Mayo nos llama no solo a recordar, sino a actuar. La emancipación de la clase obrera no vendrá de gobiernos que simulan ser de izquierda mientras refuerzan la lógica del capital. Vendrá de la fuerza organizada de quienes producen la riqueza y exigen justicia.

Honrar a los mártires de Chicago es hoy en Ecuador construir un movimiento popular que rescate la dignidad del trabajo, desenmascare a los oportunistas y construir una patria nueva donde el trabajo no sea una carga para subsistir, sino un camino para realizarse y vivir con dignidad y plenitud.