“En todos los pueblos del mundo hay
una mano que enciende la antorcha de la cultura, esa es la del Maestro”
Juan Montalvo Fiallos. El 13 de Abril se recuerda el Día del Maestro Ecuatoriano, esta
fecha nos trae a la memoria la histórica tarea de Espejo, Bolívar, Montalvo,
Alfaro, Pío Jaramillo, Benjamín Carrión, de Rosita Paredes, también de dos
luchadores populares, Julio Ordóñez Espinosa y José Guamán Guajala, quienes fraguaron
heroicas jornadas de unidad y lucha en defensa de la educación pública y de la patria.
No pretendo
hacer una biografía de Juan Montalvo Fiallos, solamente resaltaré que nació en
Ambato el 13 de abril de 1832, fue escritor y político liberal. Que a pesar de la
difícil época que le tocó vivir y de padecer incontables persecuciones por su
posición política, luchó sin tregua combatiendo la corrupción y la tiranía de
García Moreno. Precisamente la circulación en Quito de uno de sus escritos, la “Dictadura
Perpetua”, que según los historiadores califican como el que influyó en el
ánimo de los jóvenes conspiradores que asesinaron a García Moreno el 6 de
agosto. Así se explica la lapidaria frase: “Mi pluma lo mató”.
Cercanos a la celebración del Día del
Maestro, asistimos a una crisis política de ideas y de lucha por el poder,
lucha que obliga a los maestros a tomar parte activa en defensa de la patria,
fortaleciendo la solidaridad y unidad gremial, defensa que no pretende desconocer
los relativos cambios en el sistema educativo, pero tampoco podemos permanecer callados
ante los atropellos que se cometen contra los actores sociales que no han
uniformado su conciencia del color verde agüita.
El gobierno decreta que la escuela y los
maestros deben adaptarse al “cambio de época”. Claro que sí. Es ineludible. Pero cabe preguntarnos ¿quiénes
son los agentes de esos cambios educativos y sociales?. Si no damos respuesta a
esta pregunta se corre el riesgo de embarcarse en un proyecto distinto de
hombre y de sociedad de la que queremos y que necesita realmente el pueblo
ecuatoriano.
Finalmente, saludo la entereza y dignidad de los maestros y
maestras, que con los ideales que nos legó Juan Montalvo: la palabra, la pluma
y su pasión por la libertad, fortalecen la conciencia y unidad clasista.