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jueves, 26 de enero de 2006

La educación es la mejor herramienta para vivir con dignidad

Cuando hablemos de educación hay que dejar claro qué entendemos por educar. Los docentes nos referimos a un modelo de educación como sinónimo de hacer crecer al y la estudiante como individuo humano para ayudarle a desarrollarse para que se valore y se dignifique ante los demás. Nuestra tarea es enseñarle a aprender a conocer, a aprender a hacer y a aprender a convivir; es decir a saber crecer como persona.
1. Aprender a conocer: dominar los instrumentos del conocimiento, vivir dignamente y hacer mi propio aporte a la sociedad. Hace énfasis en los métodos que se deben utilizar para conocer –porque no todos los métodos que se utilizan sirven para aprender a conocer– y asegura que, en el fondo, debe haber el placer de conocer, comprender y descubrir.
2. Aprender a hacer: aprendemos para hacer cosas y nos preparamos para hacer una aportación a la sociedad. Las personas se forman para hacer un trabajo, aunque muchas veces no puedan ejercerlo. En lugar de conseguir una cualificación personal (habilidades), cada vez es más necesario adquirir competencias personales, como trabajar en grupo, tomar decisiones, relacionarse, crear sinergias, etc. Aquí importa el grado de creatividad que aportamos.
3. Aprender a convivir y a trabajar en proyectos comunes: en el Informe se asegura que este es uno de los retos más importantes del siglo XXI. Nunca en la historia de la humanidad se había llegado a tener tanto poder destructivo como actualmente. Ante tal situación, debemos aprender a descubrir progresivamente al otro; debemos ver que tenemos diferencias con los otros, pero sobre todo tenemos interdependencias, dependemos los unos de los otros. Y para descubrir al otro, debemos conocernos a nosotros mismos: cuando sepa quién soy yo, sabré plantearme la cuestión de la empatía, entenderé que el otro piense diferente de mí y que tiene razones tan justas como las mías para discrepar.
Es hora de preguntarnos qué mismo somos, profesores, docentes, maestros, educadores, facilitadores, mediadores? Seamos mediadores de la educación, de situaciones de aprendizaje. ¿Cuándo educamos? Siempre. ¿Qué quiere decir educar? ¿Cuánto dura la educación? ¿Cuál es el espacio educativo? El o la estudiante como persona es la única realidad que tenemos para trabajar y acompañar en este camino o existen otras realidades.
El ser humano receptivo se relaciona con el entorno inmediato a partir de tres capacidades inmediatas: receptividad, creatividad y expresión. Tres únicas herramientas educables (cambiables, moldeables, mediables) que nos permiten establecer los lazos básicos del vínculo educativo.
1. Receptividad: capacidad que nos permite leer, captar del entorno a partir de los cinco sentidos. A menudo poco definidos, poco estimulados. Ver, escuchar, olfatear, tocar, paladear... acciones que nos permiten leer el entorno inmediato.
2. Expresión: desarrollada a partir de todos los lenguajes, no sólo el oral. También y especialmente el lenguaje mímico-afectivo como la mirada, la ternura, la incomodidad o no de un cuerpo ante una situación...
3. Creatividad: no meramente artística, sino humana, chispa, buscarse la vida, herramienta de desarrollo. Creatividad como “don de la vida”. Dicen los sociólogos que si al estudiante “se le plantean situaciones creativas en su aprendizaje –situaciones en las que debe buscar fórmulas y salidas, variar el punto de vista– esta persona aprende a buscar soluciones”. Si las situaciones de juego son creativas aprendemos a construir una manera de pensar ante la vida. Es decir promovemos aprendizajes significativos. Pero tenga que no es posible enseñar creatividad, solo se puede promover su desarrollo.
Hay que tener presente que estas tres capacidades se están educando (aplicando) al mismo tiempo. El conjunto de los cinco sentidos está también en el cuerpo humano. El reto de educar a través de la mediación como estrategia didáctica está en dar vida a este cuerpo, vida plena. Un cuerpo educable, moldeable, que padece y disfruta en la plenitud de cada momento, un cuerpo vivo incluso desde la discapacidad o la enfermedad.