jueves, 31 de octubre de 2024

Día del Escudo Nacional

La celebración del Día del Escudo Nacional se enlaza profundamente con el concepto de causas populares y educación emancipadora al subrayar la importancia de recordar y respetar los símbolos patrios en las escuelas y colegios. Los emblemas nacionales, como el Escudo, la Bandera y el Himno, no solo representan la identidad ecuatoriana, sino también las luchas históricas del pueblo por la soberanía y la libertad. La educación sobre estos símbolos permite a los estudiantes conectarse con su historia y entender el sacrificio de los próceres que construyeron la nación, lo que fortalece el compromiso hacia una ciudadanía consciente y participativa.

La educación emancipadora se enfoca en formar individuos que cuestionen, analicen y actúen en su realidad para generar cambios significativos. Al enseñar sobre el Escudo Nacional y su evolución, se fomenta una comprensión crítica de la historia y de los procesos de independencia y soberanía, destacando los valores de libertad y justicia que guiaron a figuras como Eugenio Espejo, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Juan Montalvo, Eloy Alfaro entre otros personajes patriotas. Eloy Alfaro, figura emblemática del liberalismo y la lucha contra la opresión, fue quien en su gobierno consolidó el Escudo actual en 1900.

Esta conmemoración en las escuelas y colegios suele competir con la celebración extranjerizante de Halloween, por eso es necesario hacer un análisis crítico para desequilibrar las influencias culturales externas con las tradiciones nacionales. En este sentido, la educación emancipadora y las causas populares abogan por la valoración de la cultura y las luchas propias de Ecuador, evitando que se diluyan ante costumbres ajenas. Enseñar sobre el Escudo y su simbolismo permite a los estudiantes desarrollar una identidad sólida y un sentido de pertenencia, además de promover la conciencia sobre la importancia de defender y valorar lo propio.

El acto de recordar el Escudo como símbolo de lucha y resiliencia conecta con las causas populares, que históricamente han sido movimientos del pueblo ecuatoriano en defensa de sus derechos y su identidad. Recordar estas luchas en un contexto educativo inspira a los estudiantes a comprender la importancia de sus raíces y a empoderarse para construir una sociedad solidaria y más justa . La enseñanza de estos valores, enmarcada en la educación emancipadora, no solo honra la memoria histórica, sino que también motiva a los jóvenes a contribuir al desarrollo del país desde una perspectiva crítica, solidaria y profundamente patriótica.

viernes, 25 de octubre de 2024

La educación tradicional invisibiliza las raíces estructurales de las injusticias

    La educación, desde una visión liberadora, es mucho más que un simple proceso de transmisión de conocimientos. Se trata de una poderosa herramienta de configuración de la conciencia social y política, cuyo potencial transformador puede desafiar las estructuras de poder que perpetúan la opresión y las desigualdades. En este sentido, la lucha contra las injusticias sociales no se limita a la economía o la política, sino que encuentra en la educación un espacio central para el cambio.

El Ecuador vive una crisis que es la manifestación de las contradicciones inherentes al sistema capitalista. Esta crisis no solo es económica, sino que también es de carácter social y moral, resultado de un modelo que perpetúa la explotación y la opresión de la clase trabajadora en favor de una élite minoritaria. La educación, bajo este sistema, ha sido utilizada históricamente para mantener el statu quo, al servicio de los intereses de las clases dominantes.

El sistema educativo imperante actúa como un mecanismo persuasivo que lejos de ser neutral, inculca de manera subliminal la ideología del gobierno de turno. Valores como la competencia, el individualismo y la meritocracia refuerzan una lógica capitalista que legitima las desigualdades sociales. Se promueve el éxito empresarial sin reconocer las desigualdades estructurales que permiten que algunos asciendan socialmente mientras otros por la falta de trabajo permanecen en situaciones precarias.

Esta visión capitalista invisibiliza las luchas de clases y amplía la brecha entre ricos y pobres, presentando los problemas sociales como cuestiones individuales y no como el resultado de un sistema injusto. La educación tradicional no fomenta la reflexión crítica sobre estas realidades e impide que las personas reconozcan las raíces estructurales de las injusticias.

Desde una perspectiva emancipadora, es urgente transformar el sistema educativo en un espacio de resistencia y cambio social. Las luchas populares por la justicia social y los movimientos sociales deben ser parte del currículo, permitiendo a los estudiantes comprender que la lucha por una sociedad más equitativa es un proceso continuo.

En este contexto, el rol de los educadores vanguardistas es crucial, deben ser agentes de cambio que capaciten a los estudiantes para desafiar el poder y luchar por un mundo más justo. Solo a través de una educación crítica es posible formar individuos que reconozcan las injusticias y se movilicen para construir una sociedad donde prevalezcan la equidad y la justicia social.

 

sábado, 19 de octubre de 2024

Los partidos se parecen poco al originario “partido de masas”

La crítica hacia la crisis de confianza en los partidos políticos se enmarca en un análisis estructural que va más allá de un simple desencanto con las caducas instituciones políticas. Es evidente que los partidos políticos populistas, la Asamblea Nacional y el Gobierno ocupan los últimos lugares de confianza ciudadana, Esta desafección refleja una profunda desconexión entre las estructuras de poder y las necesidades reales de la población.

Desde una perspectiva objetiva, la raíz de este malestar radica en el colapso del "partido de masas" tradicional, una organización que anteriormente articulaba los intereses de amplios sectores sociales y los traducía en programas políticos coherentes. Con el paso del tiempo, el debilitamiento de estos partidos ha dado lugar a instituciones vacías que dependen de caciques carismáticos y grupos clientelares desvinculados de las bases sociales y populares. Esto es prevalente en partidos de derecha y populistas, cuyos programas vagos y su falta de cohesión organizativa sólo agravan la situación. Para la gente, la política se ha vuelto más un espectáculo mediático, con una creciente influencia de los medios de comunicación y las redes sociales que actúan como mecanismos de persuasión sin ningún compromiso con los intereses colectivos.

El resultado es un escenario propicio para el surgimiento de la derecha antipolítica, que capitaliza el descontento con los partidos tradicionales, promoviendo el apoliticismo y el antipartidismo. Esta estrategia, en lugar de buscar soluciones estructurales, sólo alimenta una mayor fragmentación social y abre la puerta a la consolidación neoliberal que cada vez adquiere más poderes autoritarios. Esto es peligroso en contextos donde la debilidad de las instituciones públicas, especialmente las de control y justicia han sido tomadas por la narco delincuencia organizada, poniendo en riego los derechos como la vida, la educación, salud, transporte, trabajo y la propia democracia burguesa.

Para los sectores populares y de izquierda, la tarea, entonces, es constituir una política que esté al servicio del pueblo, construida desde abajo y comprometida con una transformación estructural que aborde las causas del malestar social, generando políticas públicas consistentes que respondan a las demandas de la ciudadanía. Solo así los sectores populares junto a un partido que los represente, es decir, a través de esta transformación, la izquierda podrá contrarrestar la ofensiva de la derecha y restaurar la confianza en la política como herramienta de emancipación para construir la patria nueva.

viernes, 11 de octubre de 2024

Rescatar la educación pública como un bien común

La educación pública es laica, gratuita hasta el tercer nivel, y debe responder al interés público, no a intereses privados o corporativos. Este objetivo está consagrado en los artículos 26 y 28 de la Constitución de 2008, que la reconoce como un derecho a lo largo de la vida, ineludible e inexcusable por parte del Estado, y la califica como un área prioritaria para la inversión pública.

La crisis del sistema educativo ecuatoriano, es un claro reflejo de la necesidad de una educación emancipadora, que se aleje de las políticas neoliberales que promueven la privatización y la mercantilización del sistema educativo, en detrimento de los derechos fundamentales de los estudiantes. La educación emancipadora, inspirada en los principios de Paulo Freire, se basa en la premisa de que la educación no debe ser un mero mecanismo de transmisión de conocimientos impuestos, sino una herramienta para la liberación y la transformación social.

Los grandes problemas evidenciados son la pésima estructura de buena parte de las instalaciones, el cierre de escuelas rurales, la afectación a la educación bilingüe indígena y la precarización de las condiciones laborales de los docentes. En este contexto, una educación emancipadora pone en el centro a las comunidades vulnerables, especialmente a aquellas que han sido históricamente marginadas, como los pueblos indígenas. El cierre de escuelas rurales no solo es una pérdida en términos de acceso, sino que también niega la posibilidad de una educación contextualizada y crítica, que reconozca la diversidad cultural y lingüística del país.

La mercantilización de la educación se verifica en el aumento de la oferta de instituciones privadas, que atentan contra los principios de una educación laica y fiscal, que aboga por un sistema educativo que no reproduzca las desigualdades sociales, sino que las combata. El enfoque en la competencia y el individualismo fomentado por estas instituciones privadas contrasta con la educación emancipadora, que valora la solidaridad y la colaboración como pilares del proceso educativo. Asimismo, el acceso a la educación no debe estar condicionado por la capacidad económica de las familias, sino garantizado como un derecho humano fundamental.

La defensa liderada por la Unión Nacional de Educadores es un ejemplo de lucha por una educación emancipadora, que busca rescatar la educación pública como un bien común, y no como una mercancía al servicio de intereses privados. Solo a través de una educación crítica, liberadora y accesible, se podrán garantizar los derechos fundamentales y contribuir a una verdadera educación de calidad.

viernes, 4 de octubre de 2024

Habrá que someter a referéndum

   En el programa gremial “Presencia de UNE" de la ciudad de Loja, escuché la canción “Habrá que someter a referéndum” del cantautor español Ismael Serrano, conocido por su estilo poético y de compromiso social.

El mensaje central de la canción "Habrá que someter a referéndum" de Ismael Serrano gira en torno a la idea de referéndum y crítica a la desconexión de los poderosos respecto a las verdaderas necesidades del pueblo, refleja uno de los principios básicos de la educación emancipadora: la importancia de la conciencia crítica. La canción, al subrayar las contradicciones de la democracia representativa, invita a las personas a cuestionar y analizar su realidad, algo que Freire promueve como esencial para que los oprimidos puedan transformarla.

El verso que menciona la necesidad de someter a referéndum temas como las cartas de los bancos y la tiranía del tiempo es una denuncia de cómo las decisiones importantes se toman sin consultar al pueblo. Aquí se conecta con la educación problematizadora, un concepto de Freire que aboga por el análisis y cuestionamiento de la realidad para transformarla. Se sugiere que los temas realmente importantes, aquellos que afectan directamente la vida de las personas, deben ser discutidos colectivamente, en un proceso que empodera a los ciudadanos.

La referencia a las desigualdades sociales y las promesas incumplidas del sistema se conecta directamente con la lucha por la justicia social, que es un pilar fundamental de la educación emancipadora. Freire insistía en que la educación debe ser un acto de libertad que permita a las personas oprimidas tomar conciencia de su situación para luchar por un cambio social. La canción resalta cómo los más vulnerables sufren por la falta de oportunidades, lo que subraya la necesidad de una educación que emancipe y capacite a las personas para desafiar estas estructuras injustas.

La ironía sobre el cinismo del sistema político, donde las promesas no se cumplen, refleja la crítica a la manipulación y alienación que también denuncia la educación emancipadora. Freire proponía que la educación debe ser un medio para superar la alienación política y social, promoviendo una ciudadanía activa que no se deje manipular por la demagogia. Este párrafo subraya la importancia de la participación consciente en la vida política, algo que la educación emancipadora busca cultivar.

En conjunto, la canción hay que someter a referéndum de Ismael Serrano puede leerse como una invitación a desarrollar una conciencia crítica y a luchar por una democracia más participativa y justa, que son metas claves de la educación emancipadora; y a combatir la demagogia a través de tic toc y muñecos de cartón que una vez en el poder no se concretan.