sábado, 22 de abril de 2023

Las delicias del poder

   Los decepcionantes resultados de la consulta nacional, la obstinada negativa del gobierno a escuchar al pueblo, el inservible "diálogo” entre el gobierno y sus panas, la urgencia de acelerar la privatización del Estado y la precarización laboral, o lo que es lo mismo, la precarización de la miseria, agravada con el crecimiento geométrico de la inseguridad social, inseguridad que no solo significa la criminalización de lo cotidiano, sino la institucionalización de la corrupción.
   El presidente Guillermo Lasso, oficialmente apoyado por la oligarquía y apenas discretamente emplazado a mantenerse firme en el combate a la corrupción, ve a diario quebrantar su salud y la del gobierno. Los ministros encargados del frente social no desmayan en provocar al movimiento social y descargar amenazas al pueblo. En definitiva, no hay nada que esperar del padrino y empleado de la oligarquía banquera. El país lo administran mediante el chantaje político solamente para los grupos de poder. Se olvidan de las necesidades y derechos básicos del pueblo.
   En cuanto al juicio político, al presidente Lasso y a su Gabinete, no les importa haber perdido el respaldo popular o tener en contra a la mayoría de la Asamblea Nacional, e incluso hacerse el sordo ante los pedidos de ciertos periodistas que hasta hace poco lo respaldaban y que hoy le recomiendan que se vaya. Pero el presidente Lasso dice gozar del respaldo de los hombres del maletín que al parecer ya han negociado votos de asambleístas de la Izquierda Democrática y Pachakutik. También está seguro del apoyo de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, quienes siempre están listos para castigar a los trabajadores, a los estudiantes y a los sectores populares que rechazan la política antipopular y la arremetida neoliberal.
   Es en estas condiciones que el gobierno del encuentro quiere hacer las veces de pastorcillo insistiendo en un diálogo social que siempre se resume en la dictadura de los grandes empresarios y del FMI que en la práctica son quienes nos gobiernan. Para ello, Guillermo Lasso, utiliza los sindicatillos que dejó creando Rafael Correa y Lenin Moreno, es decir a un grupo de oportunistas y divisionistas que buscan beneficios propios, a quienes con certeza el próximo primero de mayo los veremos desfilando en dirección opuesta al Frente Unitario de Trabajadores FUT y a la clase trabajadora, lo cual, sin duda, la prensa oficial resaltará como respaldo al gobierno y no como lo que realmente es, una desastrosa traición de clase.
   Nadie puede negar que la gran mayoría de los ecuatorianos ya no aguantan más al banquero. Mientras tanto la permanencia de Lasso en el gobierno atenta contra la propia democracia burguesa, contra la seguridad social, agravada con la criminalidad que campea por todo el país.
   Por ello, la alternativa es organizarse y fortalecer la movilización y unidad popular en defensa de la vida y de los derechos ciudadanos, bajo la consigna: “solo el pueblo salva al pueblo”.