"si no luchamos juntos, 'nos vencerán' por separado" Ernesto "Che" Guevara
El 5 de febrero acudiremos una vez más a la ruleta de la democracia representativa, la misma que sin detenerse a recapacitar acerca de los graves problemas que afectan al país, los gobiernos neoliberales siguen a raja tabla, imponiendo además una propaganda proselitista como instrumento de los poderosos para hacer valer los criterios que les permitan tener a salvo sus intereses.
Con un sabor a cachaza podrida, el gobierno nos dice “que actualmente en el país existen 272 movimientos políticos que no garantizan la representación ciudadana, ni permiten una adecuada participación de sus miembros”. Y esa es la verdad. Pero lo que no dice, es que, en los últimos años la propia oligarquía ha estado gestando el surgimiento de posiciones y organizaciones, permitiendo que determinados caudillos cuando la coyuntura lo amerita, se distancien para fortalecer la derecha fascista o crear la derecha moderada o la centro derecha. De la misma manera han emergido la izquierda democrática, la centro izquierda y otras denominaciones que sólo sirven para ocultar sus verdaderas posiciones, dividir la unidad popular y engañar a los electores.
En realidad, la disimulada intención del gobierno pasa por hacer política a su favor y en contra del pueblo. La Constitución Política del Ecuador estipula que la democracia también debe ser participativa, y la mejor manera de hacer efectiva la participación es darle al pueblo las armas para su participación. No hay mejor expresión de la democracia participativa que un pueblo con leyes que se cumplan desde las altas esferas. Le corresponde a la Asamblea Nacional, legislar para brindar al Consejo Nacional Electoral las suficientes atribuciones para la creación, preservación de la personería jurídica y control de las organizaciones políticas a través del Código de la Democracia.
Más o menos lo mismo pasa en el diario vivir, y es que el capitalismo se alimenta de nuestra pobreza, de la pobreza de la clase trabajadora. Pero lo más grave, el capitalismo se sirve de la pobreza que nos hace perder de vista las necesidades de las otras personas para ir en busca del bienestar individual sin tener en cuenta el interés colectivo. El egoísmo propio hace creer que el capitalismo nos ha dado la oportunidad de pertenecer a la clase media, que con lo que hace está cambiando el mundo. Pero cuando la tortilla se vira, la clase media recién se da cuenta de lo desafortunada que es, porque se queda sin trabajo, sin ahorros, aparecen nuevamente las penurias económicas.
Las pequeñas luchas individuales son parte de la lógica capitalista. Sin embargo, de la capacidad que tengamos de abrirnos y escuchar la pobreza de los demás, depende que comprendamos las situaciones y necesidades de los otros y las nuestras. El pueblo de a pie tiene que entender, que su principal alianza es con el pueblo, que la unidad popular es más grande que la injerencia del gobierno y de la oligarquía corrupta que acecha por concentrar más poder.