El conflicto entre el pueblo ucraniano comenzó a finales de 2013 cuando el gobierno de Yanukovich dijo no a las posibilidades de pertenecer a la Unión Europea y prefirió tomar posiciones cercanas a Rusia, lo cual terminó con su destitución y en la formación de un nuevo gobierno “proeuropeo”.
No se puede entender la importancia geopolítica de la región para la Unión Europea y Estados Unidos sin antes entender las relaciones políticas y comerciales de Ucrania con Rusia, esta relación es uno de los pilares para entender la historia desde que Ucrania formaba parte del Imperio Ruso, luego de la URSS, la independencia en 1991 tras la disolución de la Unión Soviética, y finalmente la “Revolución Naranja”, fenómeno político impulsado por Washington en diciembre de 2004 que la postre colocaron un presidente títere que facilite una reestructuración económica a instancias de las corporaciones transnacionales.
En noviembre de 2013, el gobierno de Ucrania cree necesario desarrollar y profundizar sus relaciones económicas con Rusia y la comunidad postsoviética, esto enardece a la derecha pro imperialista que organiza en Kiev grandes manifestaciones bajo la consigna “Ucrania es Europa”, con una brutal escalada de violencia. El protagonismo de la extrema derecha neonazi junto a las medidas anticomunistas del gobierno fueron indicadores de que no se trataba de una revolución democrática sino de un golpe de Estado fascista para derrotar a las milicias del Donbass que se levantaron en armas y declararon su autodeterminación como Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, lo cual fue visto por el imperialismo norteamericano como un resurgimiento del socialismo en Europa.
La extrema derecha y los sectores nacionalistas formados por organizaciones neonazis y fascistas promovieron la “rusofofia” en los ucranianos y la creación de batallones “voluntarios” disque para defender Ucrania frente al alzamiento de los separatistas de la provincia del Donbass, donde la mayoría de ciudadanos son rusos.
Lo fundamental del conflicto es el tema geopolítico, en Ucrania no está en juego solo las reservas de gas y la independencia de dos regiones, sino que forma parte de un tablero mundial donde las potencias tienen sus intereses propios. Estados Unidos quiere ampliar su influencia en un espacio históricamente ligado a Rusia y posicionarse en la zona europea. Además, si Ucrania logrará entrar a la OTAN supondría un duro golpe para Rusia, por eso Putin no dudó en entregar suministros económicos y militares a las repúblicas separatistas y luego en utilizar tropas para defender sus intereses y anexarse Crimea.
Los cierto es que la guerra ruso-ucraniana no avizora una salida sencilla, puesto que las repúblicas del este ucraniano han declarado su autodeterminación como repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. Por su parte el gobierno ucraniano no está dispuesto a terminar con la guerra a base de ceder territorio o incluso soberanía ante una Rusia que no va a permitirse perder su espacio de influencia “histórico”. Tras seis meses de guerra se hace necesaria una salida política por la paz en Ucrania.