Buena parte de la ciudadanía, incluidos el magisterio y el ministerio de educación, mostraron su preocupación durante la etapa dura de la pandemia por el covid-19, se dijo que las clases virtuales no enseñaron nuevas formas de aprehender la realidad, que en muchos de los casos parecía un adoctrinamiento con contenidos y formas poco creadoras contrarias a lo que es educar.
Me repugna la idea de conformismo, de que debemos adaptarnos al mundo. Antes deberíamos cuestionarnos de qué mundo estamos hablando. Porque si se trata del mundo de la hegemonía capitalista, entonces para ellos sí. Pero si hablamos del mundo de la mediocridad y del abandono a los sectores populares y desclasados, entonces no es así.
En toda época el sistema educativo responde al gobierno de turno. La derecha ha procurado esterilizarnos el pensamiento para disminuir nuestra capacidad de aprender a aprehender. El objetivo de la educación neoliberal, es asaltarnos ideológica y psicológicamente mediante el reciclaje de conocimientos. No para generar algo nuevo. Solo pretenden pasarnos “gato por liebre”. Y lo lograrán si los docentes no sustituimos el sometimiento por una educación emancipadora.
El despropósito de imponernos ideas retrógradas se hace más fácil cuando los docentes nos volvemos burócratas y además no alcanzamos a rebasar nuestros propios prejuicios. No lo logramos cuando no educamos sobre la liberación sino sobre la resignación. Cuando el ejercicio intelectual lo reducimos a la reproducción empobrecedora de frases de los gobernantes de turno, desprovistas de su contexto y asumidas como dogmas, no respondemos en realidad a esa certeza tremenda de que nuestras “armas son las ideas”.
Para que las armas en nuestras manos sean efectivas hay que guiarlas a diario por el pensamiento, por la cultura y la educación, hay que ejercitarlas con un criterio liberador, aunque a otros les parezca incómodo. El acto más revolucionario que puede realizar un docente “es pensar sobre la base de la educación, …y para cada vez pensar mejor, se ha de adquirir cada vez más educación”, y en función de ese pensamiento, hay que ser honesto y actuar en consecuencia con los derechos del pueblo.
A propósito de la negativa del presidente Lasso, para publicar en el Registro Oficial las reformas a la LOEI, en la que se incluye la equiparación salarial, es necesario llamar a los maestros y las maestras a defender sus propios derechos, me niego a creer que en ellos prime el conformismo y la indolencia, tengo la certeza que “más temprano que tarde” saldrán a luchar junto a sus compañeros unionistas, junto a la gloriosa UNE.
Sé también que ellos son capaces de asimilar lo genuino que hace la unidad y lo asimilarán más de lo que las generaciones anteriores lo hicimos. Cualquier otra posición tembleque no puede aspirar a crear una fuerza solidaria. Y cuando no se crea unidad y solidaridad, la lucha se desvanece.