En 1948 la ONU como parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, expuso que "toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por otros medios de protección social". Declaración que desconocen empresarios y banqueros, quienes a más de que durante la pandemia incrementaron las ganancias en alrededor de 400 millones de dólares, hoy se aprestan a rifarse las empresas públicas empezando por la compra del Banco del Pacifico. En suma, el sistema los enriquece cada día más.
La fijación del salario básico ha resultado un problema para los gobiernos de turno. En esta oportunidad, casi de manera sorprendente el presidente Guillermo Lasso anunció para el 2022, un alza salarial de veinte cinco dólares. Aumento, que no es más que un mínimo paliativo a la crisis caótica que viven los trabajadores, porqué un drama aparte viven la mayoría de ecuatorianos que no tienen un trabajo remunerado. El sector patronal, obviamente no está de acuerdo, ellos apoyaban un incremento irrisorio de tres a cinco dólares, argumentando que no se podrán generar más fuentes de trabajo y que se causaría la quiebra de sus empresas por la disminución de competitividad.
A lo largo de la historia ha sido necesaria la organización de los trabajadores para evitar el deterioro de las condiciones laborales, entendiendo que el trabajo como tal es un factor esencial dentro de la vida del país, por lo tanto, no debería manejarse solo por el empleador. De esta manera, más allá del anuncio de campaña, el alza salarial ha sido fruto de la movilización de los trabajadores agrupados en el FUT demandando del gobierno este aumento salarial que sigue siendo injusto. Aunque el ministro de trabajo insolentemente diga que incluso alcanza para ahorrar, ni siquiera cubre las necesidades básicas. El Gobierno y la Asamblea Nacional deben tomar las medidas políticas para evitar mayor inflación y aumento de los precios de los productos de consumo básico.
La derecha empresarial muestra, entre comillas, cierta inconformidad con el Presidente Lasso, sumado a esto, la pauperización de las condiciones de vida y la perdida de trabajo de las mayorías populares, se intensifica el desconcierto y la pérdida de credibilidad del gobierno. De allí que es necesario, apoyar la reactivación económica, pero sin descuidar las pretensiones de la burguesía, que exige la aprobación de reformas laborales que quitan derechos sociales. Así, ellos garantizarán sus capitales y ganancias a costa de trasladar el peso de la crisis sobre los hombros de los pobres.
Finalmente, para enfrentar el proyecto neoliberal del gobierno del desencuentro, el próximo año el FUT y la CONAIE han anunciado movilizaciones, las mismas que dependerán de la propia capacidad de convocatoria a sus bases y a otros sectores sociales, a fin de debatir propuestas y alternativas para superar la crisis general que se vive en el país.