viernes, 16 de marzo de 2018

Mero alivio para la educación ecuatoriana.



Paulo Freire nos enseña que la imaginación y la educación nos acercan a la utopía de ese otro mundo posible. Nadie dudará que una y otra constituyen los principales mecanismos para igualar las oportunidades de los ciudadanos mediante un paradigma emancipador  y así lograr mayor inclusión y equidad en esta sociedad cada vez más desigual.
Sería injusto negar que el gobierno anterior mostró su preocupación por la difícil situación de la educación ecuatoriana, sin embargo, los ministros de educación en la práctica agravaron y alteraron cifras para decorar sus gestiones. Por ejemplo, se declaró al Ecuador libre de analfabetismo, la construcción de “escuelas del milenio”, que lejos de mejorar la oferta educativa, sirvieron para excluir del derecho a la educación a miles de niños de los sectores rurales y, para que funcionarios corruptos puedan hacerse de fuertes donativos económicos producto de los sobreprecios.
Mientras la ciudadanía y el magisterio saludaban la aprobación de una nueva Ley de Educación, desde el ministerio de educación y sus dependencias en todo el país, se institucionalizaba la improvisación, se habló de un reordenamiento que resultó caduco y carente de políticas coherentes y continuas relacionadas con la investigación, capacitación y procesos curriculares, lo que provocó una difusión anárquica de programas como festivales de lectura, recreos verdes, mingas familiares, etc., que no contribuyen al anhelado objetivo de mejoramiento de la calidad de la educación.
El pasado miércoles 14 de marzo, gracias a la presión ciudadana y al principal gremio magisterial, la Unión Nacional de Educadores - UNE, renunció a la presidencia de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional, el Ex Ministro de Educación, Arq. Augusto Espinosa, principal responsable de la debacle del sistema educativo. En su período se cometieron los abusos sexuales más detestables a niños y niñas, los cuales fueron encubiertos bajo el pretexto de una interminable indagación. Se desvalorizó la profesión docente, disponiendo que cualquier profesional, incluso bachilleres, puedan ser profesores. Dispuso además la ejecución de tareas administrativas y la elaboración de un “portafolio” que solamente sirve para distraer a los maestros de su trabajo en el aula.
Por último, los y las Asambleístas deben tener presente que la sola renuncia a la comisión de educación, no es suficiente para tanto daño a la niñez y juventud, como tampoco es la idea de un juicio político, que merecido lo tiene. Es urgente el cambio estructural de todo el sistema educativo.