Hablar de la mujer,
es hablar de la madre, de la esposa, de la hermana, de la hija, de la amiga y
de la compañera de trabajo. Al referirse a la mujer uno no hace más que pensar
en el encanto de su angelical sonrisa, en el afecto de sus palabras, en la pasión
de sus caricias y en el calor de sus relaciones humanas. Pero, al hablar de la
mujer, también debemos decir lo que ellas representan en el quehacer socio económico,
político y cultural de los pueblos.
Es preciso
resaltar, que recordamos esta fecha, como un homenaje a la Mujer Trabajadora, a
ese centenar de costureras neoyorquinas
que en marzo de 1908 se declararon en huelga
demandando condiciones dignas y en rechazo al trabajo infantil, que en su lucha murieron quemadas en un
incendio provocado por los
dueños de la fábrica Cotton Textile Factory de Nueva York. Por tanto el
8 de marzo es “una fecha para recordar a las protagonistas de una lucha, aún
inconclusa, por la libertad”
Después de tantos años de luchas,
esfuerzos y avances por conseguir la igualdad, hoy todavía tenemos que seguir
insistiendo en algunos temas, que hacen que la equidad siga siendo una tarea
pendiente, que la brecha de la injusticia social no disminuya. El hecho mismo de que se celebre el día internacional de la mujer;
y, a pesar de la promulgación de leyes contra la desigualdad, es una
demostración de que la mujer continúa siendo discriminada y sus más elementales
derechos postergados.
En esa lucha
cotidiana por la justicia social, no habrá un ecuatoriano, que no tenga en su
mente los nombres de Manuela Sáenz, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Transito
Amaguaña, Rosita Paredes. Es difícil encontrar
las palabras adecuadas para describir esa conjunción de inteligencia, ternura,
comprensión y compromiso social que mostraron éstas y otras centenares de
heroínas anónimas, que no dudaron en dedicar su vida a la lucha emancipadora y
a la construcción de la Patria Nueva.
Aunque tengo la certeza de que
las mujeres de la sociedad profunda, las mujeres trabajadoras hoy en el Día
Internacional de la Mujer, preferirían menos discursos y más justicia, sin
embargo aprovecho para expresar nuestro agradecimiento a ellas por ese ejemplo que nos han legado y
nuestro reconocimiento a las mujeres que hoy, desde cualquier rincón y posición
luchan por el derecho al “buen vivir”. Para ustedes nuestro compromiso y
solidaridad con su causa que es la causa de todo un pueblo.
Un especial saludo
quiero expresar a la mujer maestra, a la maestra unionista y por extensión a la
mujer trabajadora, que con su ejemplo y abnegación, con su intuición maternal, en
las aulas transforman las lágrimas de la niñez en alegrías, los sueños en ideales.
Ustedes compañeras maestras y trabajadoras llevan en sí mismas el alma de la
vida, saben crecerse ante las dificultades y frente a las más difíciles
circunstancias son capaces de trasmitir aliento con la sencilla y profunda
magia de una sonrisa, de un beso... A
todas las mujeres, a todas las maestras, nuestro respecto, admiración, cariño y
un ramo flores, un ramo de felicidades.