En el Programa de la UNIDAD PLURINACIONAL señalamos la urgencia de una
revolución educativa y cultural, que no hipoteque el país a transnacionales y
al coloniaje científico-tecnológicos. Requerimos una transformación
que construya la sociedad intercultural, mejorando la calidad de la educación
en todos los niveles sin excluir a ninguno de sus actores. Queremos una educación
emancipadora y liberadora en todos los aspectos de la vida individual y
colectiva del ser humano.
Ese objetivo no será posible si no se respeta los derechos de
estudiantes, docentes y demás trabajadores de la educación. Ningún cambio
educativo será posible si no se toma en cuenta los criterios de los educadores
y educadoras, quienes merecen un trato digno y respetuoso que permita
aprovechar su experiencia y comprometerlos con la construcción de esa educación
que permita la emancipación nacional y humana.
Hemos expresado nuestra decisión de garantizar los derechos de
expresión, organización y reclamo de todos los trabajadores, por supuesto,
incluyendo al magisterio. Con el gobierno de la UNIDAD
PLURINACIONAL daremos por terminados los mecanismos punitivos, la ausencia
de nombramiento a miles de profesores por contrato, los impedimentos a la
jubilación de miles más y el maltrato salarial a quienes asumen la
responsabilidad de la educación inicial y popular. Juntos diseñaremos los
nuevos programas, la nueva jornada de 8 horas pedagógicas y las modalidades de
evaluación y capacitación docente a cargo del Estado, poniendo los intereses de
la Patria por delante.
Hemos presentado al país una propuesta democratizadora de alfabetización
digital, internet y computadoras para todos, entregando estos equipos a los
estudiantes de los últimos años de bachillerato, así como para el magisterio y
los y las docentes universitarios, como primer paso para hacer realidad el
derecho al acceso a las nuevas tecnologías. Impulsaremos la producción de las
computadoras en el país y el desarrollo tecnológico en este campo.
Nuestro gobierno cumplirá el mandato constitucional de entregar a la
educación –inicial, básica y bachillerato- el 6% del PIB, a lo que se añadirá
el financiamiento de la educación e investigación universitaria. Planteamos una
educación superior de calidad que tenga abiertas las puertas a la juventud
recuperando el libre ingreso y la autonomía. Los estudiantes tomarán la
decisión sobre la carrera que desean seguir y no serán los tecnócratas del
gobierno quienes directa o indirectamente la tomen. Las universidades
responderán a las necesidades populares y nacionales, convirtiéndose en centros
impulsores del desarrollo del país, de acuerdo también a las demandas
regionales y locales.
Confiamos mucho en el magisterio para impulsar esta transformación
estructural de la educación y también agradecemos su mayoritario respaldo en
esta minga democrática en la que estamos empeñados para hacer realidad el
Ecuador que queríamos.
Fraternalmente los llamamos a ser un motor imprescindible en la construcción
del Sumak Kawsay y en las grandes tareas que nos esperan.
ALBERTO ACOSTA
MARCIA CAICEDO