jueves, 7 de septiembre de 2006

LAS POLÍTICAS EDUCATIVAS EN LOS PLANES DE GOBIERNO DE LOS CANDIDATOS

El criterio extendido, y suscrito inclusive por los organismos internacionales especializados, de que la “situación de la educación latinoamericana está en crisis”, y en particular la educación en el Ecuador, no puede justificarse -como lo han venido haciendo los gobiernos- como que es consecuencia de una crisis general que afecta al sistema capitalista. Si bien, la cotidiana crisis política y económica que afecta a nuestro país ha desplazado el necesario análisis de la crisis del Sistema Educativo, esta no puede ni debe diluirse en el simple enunciado de una crisis general, puesto que a más de ser una función esencial del Estado, esta involucra los derechos más profundos de la niñez y juventud y de todo el pueblo para tomar conciencia de la realidad en que vivimos.
Obviamente, los sectores progresistas han reconocido la necesidad de impulsar un proceso de verdadera Reforma Educativa radical y profunda que tienda a la formación del Hombre y Mujer nuevos para la sociedad nueva, que prepare un contingente humano dispuesto a erradicar las lacras del pasado y a aportar en la construcción y defensa de la soberanía, la independencia y la justicia. A sepultar el racismo, la discriminación, la opresión, al mismo tiempo que a forjar la unidad del pueblo en medio de la diversidad nacional y cultural. A desarrollar la capacidad crítica y autocrítica, la sensibilidad estética, la creatividad artística y la práctica de valores. A comprender e interpretar objetivamente nuestra historia. A defender nuestras conquistas. A defender la naturaleza y a combatir su explotación discriminada.
Hay que recordar a los candidatos, en particular a los que aspiran a la Presidencia, que la educación es una de las cuestiones que más interesa a los ecuatorianos. No obstante, los candidatos no han hecho público sus programas de gobierno como lo exige la Ley Electoral para que la sociedad civil interesada en el tema pueda conocer y debatir acerca de los mismos. Desde luego, aspiramos a que en el período de la campaña política podamos presenciar un verdadero debate que ponga ante nuestros ojos la estrecha vinculación que plantean entre la política y las políticas educativas; y que no traten de convencernos por ejemplo, con la trillada frase de mejorar la calidad de la educación. Cambiar esta situación es tarea de todos y todas, y por tanto vale la pena intentarlo, porque el instaurar el tema educativo en la agenda electoral de los candidatos es, a mi juicio, un requisito indispensable para que el próximo gobierno, independientemente de su signo, otorgue a la educación -en los hechos y no sólo en el discurso- el carácter de escudo contra la pobreza, y se de a la educación el lugar que le corresponde por su importancia para el desarrollo del país.
Para poder hacer el análisis que aspiramos, hay que exigir a los candidatos que se pronuncien entre otros aspectos, acerca de: ¿Si el rol del Estado seguirá siendo centralista?, ¿Cuál es su posición respecto al Plan Decenal de la Educación consensuado con la UNE?, ¿Cuál es su posición respecto al Plan Bicentenario Educación propuesto por el FMI.?, ¿Si involucra a los padres de familias solo para los aspectos económicos?, ¿Si la calidad se elevará con el fomento de “programas pilotos” sin una visión estratégica y de país?, ¿Cómo llevarán a la práctica el tema de la equidad garantizado en la Constitución?, ¿El tema de la inversión económica en relación al PIB y al Presupuesto General del Estado?, ¿El salario de los y las docentes?, ¿El tema de la municipalización o el de la privatización de la educación?, etc.
Las respuestas a estas y otras interrogantes por parte de los candidatos y de las candidatas, será sin duda un instrumento para conocer lo que harían desde el gobierno, pero sobre todo para identificarlos, no tanto el perfil de los candidatos como personas, sino su ideología como grupo político al que se pertenecen o representan; y si nos identificamos con ellos. La reflexión de esas propuestas, tratando de identificar en ellas el alcance de cada una, de manera favorable o desfavorable.
Es importante que todas las personas reconozcamos nuestra posición en la sociedad. ¡Si nuestro compromiso es con los sectores populares y las mayorías excluidas de nuestro país!, nos preguntemos: ¿Son estas las alternativas que exigen los intereses de los pobres de la ciudad y del campo? ¿De qué manera actuar para que las propuestas no se queden en meros enunciados que se proclaman solamente en momentos electorales?