viernes, 24 de mayo de 2024

Unidad Popular por el anhelo histórico de emancipación


Escala denuncia presunta corrupción en la Aduana | La República EC

    Las experiencias históricas entrecruzadas y entrelazadas de la protesta social de los pueblos a lo largo de la historia, como la de sus deseos, narraciones, quimeras y concepciones utópicas que acompañaron esas protestas en aras del pleno disfrute de los derechos humanos y en la esperanza de una vida digna, siguen siendo postergados por los gobiernos que anteponen el capital empresarial al bienestar social.
  Luchar por la justicia, como estrategia por acabar toda forma de explotación y a fin de lograr que ese otro mundo es posible, hay que elevar el grado de conciencia para contrarrestar la ofensiva y la acción devastadora del régimen capitalista, que se sostiene por la ambición, el afán de lucro y las ansias de poder, para lo cual cuentan con los grandes medios de comunicación, que bajo la infamia y la mentira combaten, la emancipación, la solidaridad, la organización, la movilización, la dignidad, la igualdad y las ideas socialistas.

Aquellos que defienden la libre empresa y la “vida eterna”, sostienen que la pobreza y la opresión son consustanciales al ser humano, para ello se apoyan en las aberraciones de su propia propaganda mediática, atacando y persiguiendo a los líderes y dirigentes populares, a las organizaciones progresistas, a la izquierda y al socialismo; las macabras falacias que ellos repiten y pintan carecen de todo soporte verificable. De lo que no hay dudas, es que la opresión de la derecha en el país tiene más de 200 años de historia y de rechazo.

Sin entrar en detalles, repasaré brevemente tres hechos que no pueden pasar por alto a la hora de refrescar la memoria histórica ecuatoriana. La Masacre del 15 de noviembre de 1922, cuando en Guayaquil, en respuesta a una huelga general y a una marcha multitudinaria, el ejército asesinó a mansalva a cientos de obreros y artesanos, que luego fueron arrojados al Río Guayas. Otro echo es, la Revolución del 28 de mayo de 1944, conocida como la “Gloriosa de Mayo”, que depuso al Gobierno pro oligárquico de Arroyo del Río, quien, para mantener los privilegios a favor de la burguesía costeña, reprimió con crudeza al creciente movimiento obrero y sindical. Y un tercero, es la matanza a los trabajadores del Ingenio Aztra en octubre de 1977, por que se atrevieron a exigir el cumplimiento de sus derechos laborales.

Son muchas las protestas, de las cuales han sido actores los sectores populares y la izquierda revolucionaria. Pero también son muchos los asesinatos, las dictaduras auspiciadas y hasta ejecutas por la CIA.

De allí, la necesidad de la unidad popular de las organizaciones, que conscientes de que "toda la historia de la sociedad humana, es una historia de lucha de clases”; se organizan en torno a la candidatura de un hombre de pueblo y líder magisterial, defensor de la educación publica, el Profesor Jorge Escala Zambrano para defender ese anhelo histórico de emancipación de los pueblos y nacionalidades del Ecuador para construir la patria nueva.

 

viernes, 17 de mayo de 2024

Más temprano que tarde, el pueblo se levantará, para construir la patria nueva

El discurso de las élites dominantes, sobre la corrupción, pobreza y desigualdad, siempre es el mismo, santificar la pobreza como si fuera una bendición de Dios y negar la realidad apremiante que vive la mayoría de la población. Así les es más fácil acumular mayor riqueza y poder para sí, y no invertirla en obra pública para beneficio de todos.

Hace poco, el presidente Noboa, el político nuevo que gobierna a la vieja ultranza, que “los pobres son pobres porque quieren, que sí trabajarán como él, tendrían varios platos de comida, plato fuerte y hasta postre”. De esa manera sostienen que la desigualdad es natural y no es causa de pobreza; al contrario que “la ambición de ser rico es la causa del desarrollo”.

El presidente Noboa argumenta que no podemos recuperarnos económicamente ni superar la pobreza, porque arrastramos la corrupción de gobiernos anteriores, por la crisis de la pandemia y por la violencia delincuencial. Lo cierto es que, las crisis generadas por los gobiernos neoliberales de turno, continúan a un ritmo galopante y siempre golpeando a los sectores populares.

También es cierto que las élites políticas en alianza con los grandes empresarios, organizan empresas electoreras para encaramarse y mantener el control del poder en beneficio personal y de sus grupos. Se respaldan en un engendro de oportunistas que olfatean el dinero público para convertirse de la noche a la mañana en nuevos ricos sin esfuerzo, o como resultado de la corrupción, del testaferrismo y del lavado de dinero del narcotráfico.

Si el gobierno, sigue descuidando el establecimiento de políticas sostenidas en el tiempo para superar las inequidades sociales, entonces debido a la ineficacia e ineficiencia administrativa, los recursos públicos destinados a los servicios sociales básicos, irán a parar a los bolsillos de unos cuantos delincuentes de cuello blanco que nos condenan a vivir en una sociedad atrasada y mediocre, donde la corrupción y la impunidad son una maña institucionalizada.

El propio FMI reconoce que “la brecha entre ricos y pobres en el Ecuador es la más grande registrada en las últimas décadas”. Buena parte de la población ve como sus ingresos no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, mientras la concentración de la riqueza en pocas manos, convierten a los pobres en campo de cultivo del populismo que se aprovecha de la frustración de la gente. Más grave aún, es que debido a la falta de oportunidades laborales o de ingreso a la universidad, la juventud mire al crimen organizado como una fuente de trabajo.

No creamos que al pueblo le gusta ser pobre, mucho menos que prefiere vivir así. Más temprano que tarde, se levantará, se organizará y tomará las riendas del poder para construir la patria nueva, esa patria, que si es posible.

 

viernes, 10 de mayo de 2024

Camisetazos o transfuguismo, da igual

Para decirlo con delicadeza, la movilidad de los diputados de antaño y de los asambleístas de hoy, no es un fenómeno nuevo como tampoco es bueno o malo per se. Los camisetazos han sido una constante. Razones o pretextos sobran, que lo hacen para respaldar leyes de interés nacional o porque no quieren ser alza manos. Lo cierto es que desde 1978 al menos el 20% de diputados o asambleístas abandonaron las tiendas políticas por las que fueron electos, autodenominándose independientes o uniéndose a nuevas bancadas.


La Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional aprobó para primer debate, el proyecto de reformas a la Ley Orgánica de la Función Legislativa, en el que se propone que “el legislador que se desafilie del partido o movimiento que auspició su candidatura, perderá automáticamente el cargo”. El objetivo es poner fin al “hombre del maletín” que compra conciencias a tránsfugas que gracias a su apetito son capaces de vender el alma al diablo por “salvar la patria” y engordar sus bolsillos. Que la propuesta es polémica, lo es, pero urgen reformas.

La Asamblea Nacional durante los últimos períodos legislativos ha actuado como lo hacen los cárteles "narcocriminales", organizándose para resolver la dirección de la misma, más no para legislar a favor de resolver los grandes problemas sociales como la inseguridad, la falta de empleo. Se organizan para repartirse el pastel legislativo en busca de cuotas en la administración pública y con el fin de mejorar sus probabilidades de reelección o apuntalar sus carreras políticas.

Adherirse al partido que los llevó a ocupar un cargo político implica alinearse a sus principios filosóficos y a su propuesta política. Eso significa someterse a los mecanismos disciplinarios estatutarios del partido, que se supone conocieron a la hora de afiliarse o adherirse. Hay que decir que buena parte de los asambleístas no hubiesen ocupado sus curules porque no tienen formación política seria ni compromiso social con sus electores, sino que llegaron gracias a la compra de las candidaturas o por la “generosidad” de esos mismos partidos por falta de líderes en sus filas.

Cuando el partido está bien cohesionado, la adopción de medidas disciplinarias es casi innecesaria, pero si los mecanismos de cohesión y disciplina se rompen, lo más probable es que el resultado sean los camisetazos. Los partidos y sus asambleístas son los únicos responsables, a ellos les corresponde erradicar la compra de conciencias, evitar para siempre los camisetazos, reformando Ley Orgánica de la Función Legislativa, así como la casi obsoleta Ley Electoral o Código de la "antidemocracia".

Los camisetazos son en todo caso una distorsión del mandato popular en las urnas. Los asambleístas tránsfugas, a nombre de la regalada gana y el billete corrupto, modifican la correlación de mayorías y minorías en la Asamblea Nacional surgida de los procesos electorales.

Por eso, a la propuesta que se pierda “automáticamente el cargo”, debería agregarse la prohibición de que estos tránsfugas acostumbrados a los camisetazos no puedan postularse a la reelección.