Por
Carlos Fonseca
Barricada,
Sábado 8 de Noviembre de 1980. Texto publicado originalmente mediante volante
clandestino, en 1975. (Texto seleccionado por Carlos Gallo Osejo)
El revolucionario Sandinista debe evitar la simple
"frase revolucionaria", tenemos que acompañar esto con una profunda
identificación con los principios revolucionarios.
2
El Sandinista sabe vincular la teoría revolucionaria
con la práctica concreta en la que actúa, estrecha vinculación con las masas
populares, asimilación de la experiencia que se desprende de la práctica de
nuestra fuerza combativa.
3
El Sandinista debe tener un auténtico espíritu
crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a
la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que
una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido
revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.
4
Un Sandinista posee, ante todo, modestia
revolucionaria. Esta es una cualidad que tiene más importancia de lo que a
primera vista puede parecer. La modestia facilita, quizá en muchos casos
decisivamente, la vida colectiva, la actividad de un conjunto de personas.
5
La conciencia colectiva, la conciencia de que es la
energía de un conjunto de hombres lo que integra la vanguardia, es
imprescindible en el espíritu militante. Ese espíritu colectivista, que lo
sustenta la modestia, debe convertirse en una pasión en el militante
Revolucionario.
6
El Revolucionario nunca olvida el título que
ostentan los combatientes Sandinistas: HERMANO. Esto tampoco es opuesto al
empleo de la energía y el rigor, tan necesario en la vida dura clandestina y
guerrillera. De lo que se trata es de ser enérgico y riguroso sin olvidar el
respeto, la sinceridad, la fraternidad.
7
El militante Sandinista, en cualquier lugar que
este, debe estar relacionado en alguna medida con la vida del Pueblo
Trabajador.
8
El Sandinista sabe que la corrección ideológica no
vale nada sin una consecuente conducta práctica, pero una conducta práctica positiva
es insuficiente si no está acompañada de una definición ideológica
revolucionaria.
9
El Sandinista sabe que solo vinculación intensa con
los trabajadores contribuye a su verdadera educación política.
10
El Sandinista practica una política de paciencia y
serenidad, evitando que esta se convierta en una política de indulgencia. Ser
paciente sin ser indulgente, sin pasar por alto las distintas violaciones a los
principios.
11
El revolucionario Sandinista no puede proponerse
solamente enseñar a las masas populares, sino que al mismo tiempo debe aprender
y saber ser discípulo de las masas populares. Que todos sus pasos lleven la
marca del carácter de nuestro pueblo.
12
Hay cuestiones que molestan en lo personal, pero
nuestra obligación es subordinarlo todo a los intereses de la causa Sandinista,
a los intereses del subyugado pueblo nicaragüense, a los intereses de los
explotados y oprimidos de Nicaragua.
13
El Sandinista sabe ayudarle a sus compañeros a que
reconozcan sus fallas, sus debilidades. Pero debe entender que un Sandinista no
va a ser comprensivo por tácticas, por simple conveniencia, sino porque así lo
exigen los principios revolucionarios.
14
El Sandinista sabe vincular las opiniones de las
personas a las prácticas de estas, como concuerdan lo que hablan con lo que han
hecho. Demostrar perfeccionismo en el papel es fácil, demostrarlo en la
práctica es difícil.
15
Un revolucionario sabe que esté donde esté, siempre
que luche por la humanidad, estará cumpliendo con su deber.
16
Un Sandinista no es desmedido ni en el pesimismo ni
en el optimismo.
17
El Sandinista sabe que si alguna vez es necesario
calificar, se deben emplear los términos más objetivos e imparciales. Sin caer
en epítetos. Calificar, pero no para responder al insulto con insulto, sino
para poner de relieve nuestra serenidad.