viernes, 9 de octubre de 2020

Evocar la epopeya de octubre para avivar la antorcha del cambio

     Se inició el año con los preparativos del “Bicentenario de la Independencia de Guayaquil”, en esta ocasión por la pandemia que aún nos azota, las celebraciones tienen tonalidades diferentes y con características de extremo cuidado sanitario, exceptuando los brindis con cerveza guayaca por parte de la señora alcaldesa. Si se contará con el aporte valioso de aquellos hermanos que el exalcalde mandó regresar al páramo.

     La historia es “recordar y volver a vivir”, es reivindicar a cada uno de los protagonistas de las gestas extraordinarias que abren los caminos para determinar el presente. Sin embargo, las oligarquías que desde siempre están sirviéndose de los privilegios que ofrece el poder, quieren seguir haciéndonos creer que lo ocurrido hace doscientos años fue un proceso exitoso de independencia, y que algún día “vamos a dejar atrás el subdesarrollo”. Lo cierto es que sin justicia social, la independencia es una fantasía que no acorta la brecha de la pobreza entre ricos y pobres.

     Este 9 de Octubre es momento para reinterpretar la memoria histórica y el sentimiento de nuestros pueblos. Para ello es obligatorio, que la niñez, la juventud y los ciudadanos conozcan que el arribo de los españoles a nuestras tierras, fue un tropezón que no hizo ningún descubrimiento, por el contrario fue un proceso de conquista y genocidio que costó la vida a millones de aborígenes. Entonces nuestra historia, la independencia de Guayaquil se inicia el mismo 1537 año de fundación, consecuentemente tres siglos antes del octubre de 1820, se vivió un oprobioso coloniaje español, coloniaje que hoy supera los 500 años de dominación criolla y extranjera, que saquea los recursos naturales y económicos por medio de la entrega a las transnacionales y la alcahuetería a los corruptos. Nada entonces, tenemos que celebrar.

     En la sangre de obreros, campesinos, estudiantes y pueblo de pie corren genes de rebeldía y conciencia social que crecen con solidez ante las acciones de sometimiento de los gobiernos de turno a las recetas de la banca internacional. Por eso, el verdadero espíritu Bicentenario de la Independencia de Guayaquil está representado en la resistencia de los hermanos indígenas, mulatos y mestizos frente a los invasores españoles y a los propios explotadores criollos. Resistencia también, a los embates del neoliberalismo, que nos somete a duras condiciones de marginalidad, pobreza e ignorancia.

     Cada cual con su fe, reza un refrán. No por ello, puedo dejar de destacar a los patriotas José Joaquín Olmedo, José Villamil, Gregorio Escobedo, José de Antepara, Luis Urdaneta, Letamendi, Febres Cordero, Lavayen, Elizalde, Roca y Ximena que junto al pueblo guayaquileño, empapados de heroísmo participaron de la revolución política del 9 de octubre de 1820.

     Si no tenemos libertad; si la democracia es de los grupos de poder, y no es participativa de todos los sectores; si campea la corrupción; queda entonces, evocar la epopeya del octubre heroico y de resistencia para avivar la llama de la antorcha emancipadora hacia el anhelado buen vivir.

 

viernes, 2 de octubre de 2020

I Congreso Mundial de Educación 2020

 -------------
   Cientos de sindicatos y gremios de los trabajadores de la educación, entre ellos, la Unión Nacional de Educadores UNE, así como más de veinte mil profesores del sector básico, medio y universitarios, de la ciencia y la cultura, colectivos de investigadoras y educadores populares de Canadá hasta la Patagonia, de Europa, Asia, África y Australia, participaron los días 25, 26 y 27 de septiembre del Primer Congreso Mundial de Educación 2020 en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo, desarrollado de forma virtual.
     La realización del congreso fue la oportunidad para expresar y juntar voluntades, experiencias y esfuerzos organizativos para defender la educación pública en un momento en el cual el neoliberalismo aprovechándose de la pandemia del COVID-19 que generó una situación inédita de crisis global, desnudando las profundas desigualdades sociales, pero que también se convirtió en una oportunidad para que el gran capital aumente la exclusión y dominación mediante su mezquino propósito de privatización mediante el “paradigma de sociedad educadora”.
     Esta crisis económica venía rumbo hacía una nueva recesión económica mundial, que los gobiernos sumisos a las recetas de la banca internacional pretendía paliar con políticas neoliberales, que por la incapacidad y negligencia en medio de la pandemia y privilegiando las ganancias de la empresa privada, expusieron y condujeron a miles de seres humanos, especialmente a trabajadores informales y desempleados hasta la muerte. Descargando además todo el peso de la crisis y los costes de la pandemia sobre las espaldas del pueblo.
     Todas las resoluciones revisten alta importancia, sin embargo debo resaltar dos:
     “condenar de manera contundente este nuevo modelo de privatización educativa que se intenta imponer en el marco de la pandemia del COVID-19. Por ello, se insta a los gobiernos, a que en el periodo que aún resta de la pandemia se garantice el acceso universal y gratuito al internet y los planes de datos, así como la dotación de equipos de computación a docentes y estudiantes”; y,
     “denunciar los intentos de las grandes trasnacionales y corporaciones tecnológicas de promover el modelo de educación en casa, como una ruta para elevar sus ganancias en detrimento de las necesidades humanas de aprendizaje de los pueblos; declarando que la educación pública, gratuita, popular, laica, científica y de excelencia es para nosotros entendible en un marco de presencialidad, encuentro, diálogo y construcción compartida del conocimiento en las aulas e instituciones educativas, y siempre al servicio de los problemas globales, nacionales y locales de las grandes mayorías”.
     Este primer congreso postuló valiosas ideas transformadoras para los sistemas educativos en un contexto de impacto directo de la aceleración de la innovación tecnológica en lo educativo y lo imprescindible de la educación presencial, y el retorno a las aulas debe ser con las suficientes garantías biosanitarias.
    Finalmente con la participación de Isabel Vargas, presidenta de UNE, se decidió conformar una Coordinadora Internacional de los y las Trabajadores de la Educación, como espacio permanente de diálogo, encuentro y organización de quienes luchamos en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo. Como parte de esta organización, en el mes de junio de 2021 se preparan marchas a nivel global en defensa de la educación pública.

lunes, 28 de septiembre de 2020

Declaración final del Congreso Mundial de Educación en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo


Sindicatos y gremios de los trabajadores de la educación del sector básico, medio y universitarios, de la ciencia y la cultura, colectivos de investigadoras(es) y educadores(as) populares del mundo, así como actores sociales, reunidos los días 25, 26 y 27 de septiembre de 2020, en el I Congreso Mundial de educación: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo declaramos que:

La pandemia del COVID-19 generó una situación inédita de parálisis global programada, que desnudó las profundas desigualdades del sistema, pero que también se convirtió en una oportunidad para el gran capital en su propósito de avanzar en una redefinición de sus procesos y dinámicas, con elementos de mayor exclusión y dominación.  La ola de privatizaciones de los servicios básicos y de interés social ocurridas en las últimas décadas, hizo que los sectores sociales más empobrecidos y la clase trabajadora fueran los más afectados por la crisis de la pandemia.

Tal parálisis se imbricó con la crisis económica del capital que venía eclosionando en una nueva recesión económica mundial. En ese contexto vimos surgir gobiernos neo- conservadores con políticas de corte fascista como el de Trump o Bolsonaro, que con sus políticas negacionistas de los riesgos para la salud del COVID-19 llevaron a miles de seres humanos a los hospitales y a la muerte. Muchos gobiernos, siguiendo el ejemplo de Trump y Bolsonaro, privilegiaron las ganancias por encima de la vida humana.  Esto debe ser enfrentando por los pueblos y sus organizaciones sociales y sindicales en el plano de las ideas, la movilización y la organización.

La actual coyuntura mundial es de crisis profunda del sistema capitalista que lo lleva, una vez más, a intentar colocar sobre las espaldas de los y las trabajadores los costes de esta situación.

Con lo que respecta a educación, la pandemia del COVID-19 ha servido de pretexto para avanzar en la agenda neoliberal de sociedad educadora, la cual se concreta con novedosas formas de privatización educativa, asociadas al acceso a la conexión a internet y la posesión de equipos para participar en las clases remotas y virtuales.

El experimento de la virtualidad en casa está siendo usado para colocar una disputa que no existía en febrero de 2020, entre educación presencial en la escuela versus educación virtual en casa. El capitalismo sabe que no puede suprimir de manera impune y rápida las escuelas, pero está creando el imaginario social sobre la obsolescencia de lo escolar. Con ello procura dar entrada a las corporaciones tecnológicas y de contenidos educativos digitales al “mercado educativo”, lo cual va acompañado de una desinversión sostenida en la actualización y formación docente para contextos digitales como el actual.

La propuesta de educación virtual, híbrida y multimodal ha encontrado a millones de niños, niñas y jóvenes sin posibilidades reales de continuar sus estudios. No son ellos, los y las jóvenes y los más chicos(as) quienes están dejando los estudios, es el sistema capitalista quien los está dejando fuera, al romperse el papel igualador de condiciones de aprendizaje asignado a la escuela.

A pesar de ello, la docencia internacional ha asumido por cuenta propia y con el acompañamiento de sus gremios y sindicatos la tarea de actualizarse para enfrentar los actuales desafíos pedagógicos. Los educadores del mundo somos un digno ejemplo del compromiso con la continuidad del derecho a la educación, en condiciones cada vez más adversas, quienes hemos garantizado de manera real el sostenimiento del vínculo pedagógico con los y las estudiantes.

Los/as docentes han sido sometidos al acoso laboral, sobre carga en sus horarios y tareas, encerrados/as en sus casas, resolviendo por su cuenta la continuidad de la actividad educativa. Situación que además, ha incrementado la jornada de trabajo por las tareas de cuidado y sostenimiento del hogar, afectando especialmente a las trabajadoras docentes con hijos menores o adultos mayores a su cargo Esto lo ha hecho el magisterio mundial con el mínimo o ningún reconocimiento de los gobiernos.

Ello no oculta la emergencia de nuevas formas de privatización, al transferir a las familias, docentes y estudiantes las responsabilidades de los Estados nacionales de garantizar las condiciones mínimas para ejercer el derecho a la educación. Son ahora las familias, docentes y estudiantes quienes deben comprar o repotenciar computadoras, pagar planes de datos para el acceso a internet e incluso adquirir plataformas privadas para poder dar clases virtuales. Esta privatización está siendo ocultada con una estruendosa cortina de humo comunicacional de los gobiernos algunos de los cuales, incluso, han sostenido un supuesto éxito educativo en la pandemia, con frases oportunistas sobre la vocación docente.

Algunos gobiernos de manera irresponsable han intentado convocar a una vuelta a clases en medio del ascenso de los contagios, sin que aún se cuente con una vacuna y sin las adecuadas condiciones de bio seguridad, cuestión que expresa con claridad que sus mayores preocupaciones están en reactivar la economía capitalista en crisis, a costa de la seguridad y vida de les niñez, familias y les trabajadores de la educación, exponiendo a la inmunización por rebaño.

Mientras el capital hoy defiende la escuela como guardería y sitio para transmitir conocimientos funcionales al modo de producción, nosotros defendemos la escuela del pensamiento crítico, de la solidaridad, del encuentro humano, del vínculo con la transformación social.

La actual crisis ratifica viejas certezas al tiempo de instalar nuevos desafíos. La certeza según la cual la experiencia educativa ineludiblemente se sostiene en una actividad presencial ha recuperado nuevamente valor para el ejercicio docente, tan denostado por la mercantilización educativa neoliberal. Con todo ello, el retorno a las aulas y a la presencialidad no puede ser un regreso a aquella realidad naturalizada de desigualdades expresadas antes de marzo 2020 y con dramatismo durante la pandemia.

El desafío que enfrenta la generación de trabajadores y trabajadoras de la educación en el presente es aún mayor: se trata de pensar y construir respuestas, no solo para la coyuntura, sino que desde el presente de resistencias se pueda trazar un horizonte estratégico, que pasa ineludiblemente por la construcción de alternativas pedagógicas que sustenten una nueva escuela, una nueva universidad.

Asumir de la manera más consistente y responsable este desafío, supone ir más allá de las fronteras nacionales puesto que lo que está en juego es precisamente la superación de la crisis de un modelo globalizado de educación neoliberal.

La universidad pública intenta ser tensionada por el capital hacia modelos de privatización, lo cual demanda un renovado compromiso con su carácter público, algo que forma parte de nuestras preocupaciones centrales.

Por ello, este I Congreso Mundial de Educación: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo acuerda:

·       Primero: condenar de manera firme y contundente este nuevo modelo de privatización educativa que se intenta imponer en el marco de la pandemia del COVID-19. Por ello, se insta a los gobiernos, a que en el periodo que aún resta de la pandemia se garantice el acceso universal y gratuito al internet y los planes de datos, así como la dotación de equipos de computación a docentes y estudiantes. La crisis generada por el COVID-19 no puede ser un pretexto para imponer el paradigma neoliberal de sociedad educadora ni para descargar sobre los y las trabajadoras(es) la actual crisis económica mundial;

·       Segundo: declarar por unanimidad que la educación pública, gratuita, popular, laica, científica, no sexista, no racista  y de excelencia es para nosotros entendible en un marco de presencialidad, encuentro, diálogo y construcción compartida del conocimiento en las aulas e instituciones educativas, y siempre al servicio de los problemas globales, nacionales y locales de las grandes mayorías Por ello, denunciamos los intentos de las grandes trasnacionales y corporaciones tecnológicas de promover el modelo de educación en casa, como una ruta para elevar sus ganancias en detrimento de las necesidades humanas de aprendizaje de los pueblos;

·       Tercero: la presencialidad no se opone al uso de la innovación tecnológica en las escuelas, liceos y universidades, pero ello demanda el desarrollo de plataformas virtuales independientes y nubes digitales soberanas en manos de los sistemas educativos nacionales y las organizaciones sindicales del magisterio. Este tema se convierte en central en la lógica de frenar nuevas formas de dependencia científica y del conocimiento derivadas de la dependencia tecnológica. La docencia mundial tiene el saber pedagógico para trabajar desde cada especificidad el conocimiento que se corresponda al desarrollo tecnológico en las aulas con una perspectiva igualitaria, de justicia social, anti patriarcal, feminista, ecológica, crítica, emancipatoria, de defensa de nuestra memoria histórica y los pueblos ancestrales y anticapitalista;

·       Cuarto: Ante la desinversión educativa que viene ocurriendo en el marco de políticas neoliberales, lo cual se expresa en el deterioro de las condiciones de trabajo y salariales de les docentes, planteamos a la OIT y la UNESCO la urgencia de producir una nueva actualización de las “Recomendaciones de la OIT y la UNESCO relativa a la situación del personal docente (1966)” y de las “Recomendaciones de la UNESCO relativa a la condición del personal docente de enseñanza superior”  (1997), así como de sus revisiones posteriores. Se debe garantizar el respeto a los derechos laborales de la docencia, con pleno acceso a la formación y actualización permanente, gratuita y en servicio, a cargo de los estados y las instituciones educativas.

·       Quinto: es urgente abrir un diálogo educativo abierto y permanente con las organizaciones de los/ las estudiantes y sus familias que defienden el derecho a la educación en los nuevos contextos de asedio de las corporaciones tecnológicas, para con ellos y ellas construir rutas de trabajo compartidas;

·       Sexto: establecer un plan de unidad en las luchas que se exprese en la solidaridad activa con todas las formas de defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo que se libren en los territorios locales, nacionales, continentales y mundiales. En ese sentido trabajaremos en una ruta unitaria que permita el establecimiento de la segunda semana de junio de 2021 como la semana mundial de movilizaciones en defensa de la educación públicala ciencia y la cultura,  en la cual se coordinen organizaciones de les trabajadores de la educación, asociaciones de familias y estudiantiles. Trabajaremos en el post congreso para impulsar la Marcha Global de les Trabajador@s de la Educación, los estudiantes y las familias y la realización de un Congreso Mundial de Educación Artística y Cultura;

·       Séptimo: Transformar el Grupo de Contacto Internacional que posibilitó llegar a este Congreso Mundial, en el Espacio de Encuentro Global de las Luchas en Defensa de la Educación Pública con el propósito de allanar el camino para la conformación de un espacio estable y permanente, la Coordinadora Internacional de los y las Trabajadores(as) de la Educación.

·       Octavo: se aprueba emitir por separado las declaraciones de solidaridad con las luchas de los pueblos y el movimiento pedagógico que fueron presentadas ante la mesa de debates.

Firman de los participantes en el I Congreso Mundial de educación 2020: en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo