El 8 de marzo, trae a la memoria gestas históricas como la participación de la mujer durante la Revolución Francesa en 1789; la lucha de las obreras rusas durante la Revolución de Octubre en 1917; y el hecho más vergonzoso, la masacre perpetrada en 1908 por los dueños de la fábrica Cotton Textil de Nueva York contra más de un centenar de costureras, que exigían la reducción de la jornada laboral y la erradicación del trabajo infantil. Hecho que motivó a Clara Zetkin durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas realizado en Alemania, proponer el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
“Independientemente de todas
las acciones por emancipar a la mujer, si no se gobierna por su verdadera
incorporación al desarrollo socio económico, ella seguirá esclavizada al
sistema”,
palabras de Vladimir Lenin que siguen vigentes. La historia sería inconclusa
sin mencionar la intervención de las mujeres en los procesos organizativos
sociales y políticos por las reivindicaciones propias y de los sectores
populares.
Estadísticas del último censo establecen que las mujeres son mayoría en el Ecuador: Son la mayoría en busca de un cupo para la universidad; son la mayoría en busca del pan para sus hijos; son la mayoría haciendo fila en los centros de salud; son la mayoría haciendo la cola para cobrar el bono de la miseria; son la mayoría sin trabajo; son la mayoría en ser discriminadas y maltratadas por el Estado; son la mayoría en no ser escuchadas el gobierno. Sin embargo y, al contrario, el presidente Noboa, anuncia una precarización laboral que va en detrimento de los derechos de mujeres sin trabajo, ellas carecerán de estabilidad y seguridad social, contra ellas se profundizará la violencia machista y la inseguridad en todas sus formas.
En esa lucha con carácter de clase por la equidad e igualdad social, en ese rol reivindicativo, libertario y emancipador, recordamos a Manuela Espejo, Nicolasa Jurado, Inés Jiménez, Gertrudis Esparza, Manuela Sáenz, Matilde Hidalgo, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña, Rosita Paredes, y muchas otras heroínas anónimas, para las cuales es difícil encontrar las palabras adecuadas para describir esa conjunción de amor, ternura, unidad, protesta, solidaridad y compromiso que las caracterizó.
Una canción popular “Dice que la mujer es sexo frágil, que mentira más absurda, yo que hago parte de la rutina de una de ellas, sé que la fuerza está con ellas, como es fuerte la que yo conozco, su sabiduría no tiene precio…” Mi admiración, respeto y saludo a la mujer madre, esposa, hermana, hija, amiga, maestra, compañera, que siempre firmes en sus principios luchan por la dignidad y la vida. Saludo también, a las mujeres desempleadas que cansadas regresan a casa, que no es su casa, allí abrazan a sus hijos aún despiertos y en silencio rezan la última cena porque no les alcanzó para comprarla.