viernes, 29 de julio de 2016

UNIDAD NACIONAL PARA ENFRENTAR LAS INJUSTICIAS

En la actualidad la élite gobiernista ha apelado a la frase “prohibido olvidar” requiriendo en especial de la juventud un falso patriotismo que en la práctica resulta peligroso, porque se invoca el individualismo, el pluriculturalismo e incluso la globalización, pretendiendo hacer creer que las desigualdades escandalosas, la discriminación social, la disminución de los derechos humanos y las injusticias desaparecerán con el amor a la patria.
El amor a la patria por sí mismo no es malo, debe promovérselo desde la familia y la escuela, sin embargo, se quiere utilizar la vieja frase latina "el amor a mi patria me dirige", para frenar el espíritu de rebeldía de la juventud y someterlos al pensamiento oficial, diciéndoles explícitamente que la existencia de clases es natural y que los privilegios de las élites también son naturales sobre la mayoría de ciudadanos que nacieron sin derechos reales.
Se me puede cuestionar que antipatriota o de que el patriotismo no es un pensamiento ideológico, pero en la práctica lo es, porque produce significativos efectos políticos que conllevan a favorecer la dominación de los más poderosos. Por eso, el exigir la lealtad a la patria o a un proyecto político sin que medie un análisis crítico, es una forma sutil de dominación. Resultando más peligroso aún, que ese patriotismo sea utilizado para acallar o eliminar a la oposición.
La reciente historia de la “década ganada” nos demuestra que desde el inicio la intención de la revolución ciudadana fue neutralizar a la oposición política y social, logrando un relativo éxito. Hoy cuando el temor a la prepotencia y a la persecución va cediendo a la unidad y al verdadero patriotismo para defender la dignidad y al país, las organizaciones sociales y gremiales saben que no se pueden hacer de los oídos sordos para forjar un nuevo gobierno que trabaje para acabar o al menos disminuir las injusticias sociales.
El proceso de unidad política y social que diferentes frentes vienen trabajando, si bien cada uno con sus propios intereses, todos expresan la necesidad de que los ciudadanos se organicen con toda su energía “para salvar del desastre y la corrupción al pueblo”, dicen incluso que en este momento las ideologías no sirven, que no hay ninguna diferencia entre derecha, centro, populismo o izquierda, que ahora todos son ecuatorianos que luchan por un gobierno de amplia unidad nacional y democrática, lo cual es tarea de todos y no de un solo partido.

viernes, 22 de julio de 2016

Una unidad que renazca desde las bases de las organizaciones

Los que nos manifestamos en su momento para forjar la unidad contra la dictadura militar de la década del setenta, no podemos reivindicar nada, quizá solo nostalgia, porque a cuarenta años no hemos conseguido evitar que la corrupción y el oportunismo nos devuelva ese sueño de una patria libre y soberana.
Un legado de esos héroes anónimos que entregaron su vida por una vida digna, debería ser animarnos a perder el miedo a la represión y persecución, ser más decididos en la defensa de nuestros derechos, ser más efectivos en el reclamo de la libertad y en contra la agenda de amedrentamiento del oficialismo. 
Hoy que nos obligan a ser parte del Estado de propaganda, los sectores populares no pueden confundirse con aquellos que pregonan la unidad para cambiar al Presidente de turno, con los que hoy se declaran defensores de la democracia diciendo que "hay que aprender las lecciones". No les dejemos salirse con las suyas. Las lecciones fueron obvias para el pueblo, ellos para poder rifarse la patria, mucho antes al igual que en estos tiempos, intentaron destruir las organizaciones populares.
La lucha por el poder sigue siendo igual, entre los grupos económicos y el pueblo de a pie. La tarea de forjar la unidad debe desbordar los límites que tratan de imponernos con propaganda al estilo del facista Goebbells y proyectarse con fuerza hacia la unidad de todo el pueblo, a través de la acción práctica de las organizaciones y movimientos sociales de ayer y de hoy reviviendo la vieja consigna popular “obreros, maestros y estudiantes, ¡unidos y adelante!”, sin dejar de lado los gremios de profesionales y otras de entidades populares de la ciudad y del campo. 
Desde luego que no se podría entender hoy un sistema democrático sin partidos políticos, estos son un mal necesario y aunque buena parte de la ciudadanía los valora negativamente. También es cierto que los ciudadanos se han alejado de ellos por considerarlos que su acción partidaria se ha centrado en el tradicional reparto de la torta burocrática desde Carondelet o la Asamblea Nacional.
Lo fundamental tiene que ser entonces, la presentación de un programa de alternativas de soluciones elaborado colectivamente para enfrentar tanto al proyecto neo revolucionario como al de las clases dominantes. A esto solo se podría responder con la convocatoria a una gran unidad, a una unidad que renazca desde las bases de las organizaciones y movimientos sociales.

viernes, 15 de julio de 2016

Las encuestas y carrera a Carondelet

El Ecuador ya vive un proceso de campaña electoral hacia Carondelet y la Asamblea Nacional. Proceso que en estos tiempos se alimenta de encuestas incluso supuestas, las mismas que informan del grado de aceptación o de favoritismo según quien las pague, algunos empezaron muy pronto y otros aunque suenan como presidenciables dicen que esperan a las primarias, las que en la práctica no existen.
Hay al menos una decena de precandidaturas, las cuales según las encuestas que manejan como parte interesada, los ubica como la alternativa u opción que a la vez les servirá de argumento para forjar la “unidad”. Unidad dicen, para salvar al país y salvar la democracia; esto, porque unos y otros han puesto de manifiesto que las ideologías han pasado a segundo plano. Tamaña barbaridad.
En ese intento de formar unidades políticas, aparece en primer plano y con fuerza las organizaciones y movimientos sociales, a las cuales los partidos políticos de ayer y de hoy, pretenden arrancarles su apoyo. Es que la presencia de los movimientos y organizaciones sociales ha cobrado un fuerte protagonismo político en el país por su capacidad para reconocer, reivindicar y responder a las aspiraciones de los sectores populares, y al mismo tiempo ejercer la disputa política para lograr transformaciones sociales.
Algunas encuestas dan al oficialismo la posibilidad de continuar un periodo más. Mientras que otras ubican a Guillermo Laso y Jaime Nebot como la opción de recambio. En esto se debe destacar que unas y otras encuestadoras ofrecen resultados relativamente estrechos entre los dos sectores, dejando un poco más distante al centro izquierdo y casi sin posibilidades a los demás nombres que han hecho su aparición en el panorama electoral que se avecina.
Ahora bien, si se considera que las muestras de encuestados son muy pequeñas en relación con los registros electorales, la brecha entre el oficialismo y la diversidad de la oposición es incierta. A esto hay que agregar, que al parecer habrá más de cuatro candidaturas firmes, y siendo mucho más amplio el grupo que finalmente vota, la carrera a Carondelet se vislumbra a dos vueltas.
Finalmente, cabe tener claro que las candidaturas de Rafael Correa y Jaime Nebot aún son dudosas, por lo que es seguro pensar que el papel de las organizaciones y movimientos sociales sea muy distinta a lo reflejado en dichas encuestas, y nadie debe cometer el error de anticipar resultados o tendencias definitivas.