viernes, 31 de julio de 2015

Ninguna lucha es en vano



Mientras un grupo de marchantes llegaba a la Plaza de San Sebastián, otro grupo de mirones intercambiaban ideas y algunos de ellos manifestaban indiferencia; pregunté ¿por qué?, diversidad de criterios, diversidad de respuestas…, recordé la canción “Señor Presidente” de Luis Aguilé: “…no se quiera quedar para toda la vida como un elegido, no se deje llevar por esa tentación de cambiar la nación y arreglar a su hechura y a su conveniencia la constitución”.
Lo cierto es que el debate más relevante en la actualidad política ecuatoriana, gira en torno a la marcha indígena, al paro nacional y la reelección presidencial. Aspectos que se resumen en la lucha por la dignidad, contra la prepotencia y en defensa de la democracia y la Constitución. Mientras que para el oficialismo, estas acciones buscan desestabilizar el Gobierno. 
Para el sector indígena la marcha que coincidirá en Quito, el 13 de agosto con el paro de los trabajadores, es a su vez la reivindicación y rememoración del Primer Grito de la Independencia y en particular de La Masacre del 2 de Agosto, fechas que abrieron el camino por el que hoy marchan quienes luchan por la verdadera emancipación y por la Patria nueva.
La Masacre del 2 de Agosto de 1810, ocurrida poco antes de que se cumpla un año del grito libertario del 10 de Agosto de 1809, gestado por un grupo de patriotas quiteños, que intentaron por primera vez lograr la independencia de la dominación española, patriotas que fueron traicionados y asesinados de manera sangrienta e implacable, hoy Mártires de nuestra libertad.
Cuando los pueblos conocen su historia y las gestas protagonizadas por las clases populares, alcanzan un nivel de concienciación que a su vez permite forjar la unidad y solidaridad a través de las luchas sociales, conciencia que es contraria a la indiferencia, contraria a que “las protestas y los paros no conducen a nada”, contraria a la retórica que impone el orden neoliberal del capitalismo disfrazado de revolución ciudadana.
Hombres y mujeres legatarios del sacrificio de los Mártires de Agosto, reviviendo el pensamiento y la acción patriótica de Espejo, marchan desde Zamora hacia Quito para detener al Estado capitalista que históricamente a sojuzgado a los sectores populares, y que hoy desesperadamente ha convocado a un dialogo nacional, no sin antes, descocer el derecho a la resistencia.

viernes, 24 de julio de 2015

El escenario político actual y los principios revolucionarios



Las vacaciones del Canciller y la resolución de la Asamblea Nacional son la demostración irrefutable de que el gobierno de la fraseología revolucionaria va perdiendo la iniciativa política; es también un reconocimiento a la debilidad de su movimiento político e incluso del deterioro de la “popularidad” del Presidente Correa.
Al decir del ex canciller Quinto Lucas, “se publicita un gobierno explotando la esperanza y los sentimientos populares, que en definitiva son subjetivos, que tarde o temprano se agota”. Esto los hizo creer invencibles, que sumado a la prepotencia y la arrogancia se dedicaron a descalificar a las organizaciones populares y a todo aquel que opina diferente. De esa manera “infantil” abrieron paso a lo que ellos denominan la “restauración conservadora” y de la cual son miembros algunos funcionarios verdeagüitas.
Así la resolución tomada por la legislatura en el ánimo de desvalorizar y frenar el descontento y las protestas populares, más allá de mostrar su sumisión al poder ejecutivo y de denigrar a la oposición, enciende el malestar ciudadano y aleja las posibilidades de un dialogo serio, de un dialogo consensuador, que ayude a establecer mecanismos políticos para el anhelado y postergado país del buen vivir.
La desesperación política responde a la mala organización del movimiento país y de las aliadas organizaciones paralelas, lo cual ha reducido su accionar a la tarea contestataria con un discurso repetitivo a lo que propone la oposición. Tarea urgente del Canciller es entender el escenario político actual y a la par, diferenciar la oposición de los sectores populares que protestan por el respeto y vigencia de sus derechos, de la oposición oligarca que ha guardado un silencio cómplice durante los últimos ocho años y que hoy se moviliza porque ve tocados sus intereses.
Ante las insinuaciones de que para parar “el desgaste permanente, la muerte cruzada sería una acción política osada que repotenciaría y relegitimaría al gobierno, al propio presidente y al proyecto político”; es necesario, desde luego, si realmente se quiere un amplio dialogo nacional por la equidad y la justicia social, para fortalecer un proyecto de transformación social, dejar de lado la exclusión de actores sociales y la estigmatización de que éstos quieren desestabilizar al gobierno. Es hora de abandonar la charlatanería revolucionaria y acompañar todas las acciones públicas y políticas de una profunda identificación con los principios revolucionarios.

domingo, 19 de julio de 2015

¿Qué es un Sandinista?



Por Carlos Fonseca
Barricada, Sábado 8 de Noviembre de 1980. Texto publicado originalmente mediante volante clandestino, en 1975. (Texto seleccionado por Carlos Gallo Osejo)
1
El revolucionario Sandinista debe evitar la simple "frase revolucionaria", tenemos que acompañar esto con una profunda identificación con los principios revolucionarios.
2
El Sandinista sabe vincular la teoría revolucionaria con la práctica concreta en la que actúa, estrecha vinculación con las masas populares, asimilación de la experiencia que se desprende de la práctica de nuestra fuerza combativa.
3
El Sandinista debe tener un auténtico espíritu crítico, ya que tal espíritu de crítica constructiva le da consistencia mayor a la unidad y contribuye a su fortalecimiento y continuidad, entendiéndose que una crítica mal entendida que expone la unidad, pierde su sentido revolucionario y adquiere un carácter reaccionario.
4
Un Sandinista posee, ante todo, modestia revolucionaria. Esta es una cualidad que tiene más importancia de lo que a primera vista puede parecer. La modestia facilita, quizá en muchos casos decisivamente, la vida colectiva, la actividad de un conjunto de personas.
5
La conciencia colectiva, la conciencia de que es la energía de un conjunto de hombres lo que integra la vanguardia, es imprescindible en el espíritu militante. Ese espíritu colectivista, que lo sustenta la modestia, debe convertirse en una pasión en el militante Revolucionario.
6
El Revolucionario nunca olvida el título que ostentan los combatientes Sandinistas: HERMANO. Esto tampoco es opuesto al empleo de la energía y el rigor, tan necesario en la vida dura clandestina y guerrillera. De lo que se trata es de ser enérgico y riguroso sin olvidar el respeto, la sinceridad, la fraternidad.
7
El militante Sandinista, en cualquier lugar que este, debe estar relacionado en alguna medida con la vida del Pueblo Trabajador.
8
El Sandinista sabe que la corrección ideológica no vale nada sin una consecuente conducta práctica, pero una conducta práctica positiva es insuficiente si no está acompañada de una definición ideológica revolucionaria.
9
El Sandinista sabe que solo vinculación intensa con los trabajadores contribuye a su verdadera educación política.
10
El Sandinista practica una política de paciencia y serenidad, evitando que esta se convierta en una política de indulgencia. Ser paciente sin ser indulgente, sin pasar por alto las distintas violaciones a los principios.
11
El revolucionario Sandinista no puede proponerse solamente enseñar a las masas populares, sino que al mismo tiempo debe aprender y saber ser discípulo de las masas populares. Que todos sus pasos lleven la marca del carácter de nuestro pueblo.
12
Hay cuestiones que molestan en lo personal, pero nuestra obligación es subordinarlo todo a los intereses de la causa Sandinista, a los intereses del subyugado pueblo nicaragüense, a los intereses de los explotados y oprimidos de Nicaragua.
13
El Sandinista sabe ayudarle a sus compañeros a que reconozcan sus fallas, sus debilidades. Pero debe entender que un Sandinista no va a ser comprensivo por tácticas, por simple conveniencia, sino porque así lo exigen los principios revolucionarios.
14
El Sandinista sabe vincular las opiniones de las personas a las prácticas de estas, como concuerdan lo que hablan con lo que han hecho. Demostrar perfeccionismo en el papel es fácil, demostrarlo en la práctica es difícil.
15
Un revolucionario sabe que esté donde esté, siempre que luche por la humanidad, estará cumpliendo con su deber.
16
Un Sandinista no es desmedido ni en el pesimismo ni en el optimismo.
17
El Sandinista sabe que si alguna vez es necesario calificar, se deben emplear los términos más objetivos e imparciales. Sin caer en epítetos. Calificar, pero no para responder al insulto con insulto, sino para poner de relieve nuestra serenidad.