jueves, 27 de febrero de 2014

Aprender y aprehender de las experiencias fallidas



Los resultados electorales y las frases “sacudón”, “revés”, “sectarismo” pronunciadas por el Presidente Correa, son en estos días manipuladas para “hacer leña del árbol caído”. Ahora muchos aparecen como expertas pitonisas en criticar y juzgar los errores de Alianza País y a la vez hacer creer, que si se hubiera hecho de tal manera los resultados no fuesen los que ahora se lamentan.

Que la derecha y la burguesía se alegren no es ninguna sorpresa. Es su legítima aspiración. Al fin, el “poder político no es, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra”. Sin embargo, que estos comentarios los haga gente que se dice de izquierda, es imaginar al más “rancio sectarismo” de la década de los 80s del siglo pasado.

La izquierda debe propiciar el debate. Los prejuicios sin argumentos solamente denotan ignorancia política que la derecha se aprovecha bulliciosamente para disparar contra el actual gobierno progresista. Quizá a alguien se le ocurra que estoy defendiendo la “revolución ciudadana”. No, no es así, más de una vez he manifestado, que buena parte de sus colaboradores son representantes de la burguesía, que la “revolución ciudadana” se parece mucho al “Estado de Bienestar Capitalista”. 

De allí, que errores -como coartar la libertad de expresión, criminalizar la protesta social, el culto al líder- cometidos por el gobierno y por la dirigencia política de la revolución ciudadana por supuesto, que son criticables, pero desconocer los pequeños o medianos progresos de este gobierno especialmente en vialidad y salud, me parece que no es el camino. Esos son los ecos del pasado que la derecha quiere reactivar.

La construcción de la “patria altiva y soberana”, lleva a asumir y sacar lecciones de las experiencias fallidas, obliga a desterrar el sectarismo, a buscar la adhesión a postulados políticos y a mantener contacto permanente con el pueblo.

viernes, 21 de febrero de 2014

La juventud y la lucha por la dignidad



Una realidad que no es oculta para nadie, es la que viven los jóvenes de 16 a 24 años especialmente de las clases económicamente más pobres que no estudian ni trabajan. Es una situación grave, uno de ellos me comenta que sale de la casa “porque en la calle está mejor que en la casa, porque en la calle hay más chance de relajarse”. Relajarse consumiendo alcohol y alcaloides.
Este “relajamiento”, más allá de las consecuencias de salud, lleva a los jóvenes, a construirse su propio problema socio económico, el de la necesidad de dinero para su adicción, empieza a endeudarse, aunque la misma calle le ofrece “trabajitos alternativos” para cancelar su deuda.
En estos días de campaña electoral, a esta juventud, mientras los medios de comunicación y algunos políticos los señalan acusándolos de la inseguridad social, otro sector los involucra en la actividad proselitista con el ofrecimiento de que si ganan les mejoraran su lacerante situación.
¿Y si no ganan? Seguirán siendo parte de la exclusión impuesta por el modelo capitalista, seguirán tildados de ser los causantes de la inseguridad. Mientras tanto, volverán a los “trabajitos alternativos” de la calle, que a pesar de no garantizarles seguridad social al menos les proporcionará “relajamiento”, puesto que la eventualidad de ejercer efectivamente sus derechos al trabajo, a la salud, a vivienda, a educación y recreación entre otros, seguirá postergado, condenándolos a la miseria permanente.
Los ofrecimientos de campaña concluyeron ayer. A partir de hoy, y en concreto el domingo 23, tiene la ciudadanía y en especial los jóvenes, la posibilidad de dar al traste con las nefastas condiciones impuestas por el capitalismo, las que hoy demandan con urgencia cambios radicales en la estructura del Estado.
Corresponde a todos, principalmente a la juventud, a través del voto consciente, enarbolar las banderas de la lucha por la emancipación y por una vida digna.

viernes, 14 de febrero de 2014

El amor, la amistad y la seguridad ciudadana



El amor y la amistad es una frase que debe ser referente para la práctica y respeto de todos los derechos humanos. Amor y amistad, nobles emociones que sentimos hombres y mujeres, que debieran sentir diariamente en especial políticos y gobernantes, para que esos sentimientos se reflejen en la seguridad ciudadana.
Entre tantos actos de dolor fraternal y social de nuestra “franciscana” ciudad, es preciso tener conciencia, de que el pasado 22 de enero, del centro de la ciudad, desapareció María del Cisne Conde, niña de siete años e hija de una pareja de escasos recursos económicos. Esta desaparición es algo insultante, es una lacra social del sistema, conocer además la tortura que sufren sus padres y las súplicas de amor pidiendo les devuelvan a su hija, han motivado escribir estas letras precisamente el Día del Amor.
Más allá de la tradición sentimental y comercial de asociar cada14 de febrero con las relaciones entre el hombre y mujer; es necesario recordar que el 14 de febrero es también el Día de la Amistad y del afecto entre las personas que forman parte de la vida cotidiana, pero sobre todo, reiterar que el amor a nuestra Patria se reflejará en la manera como elijamos a nuestras autoridades. Ese es el sentido de estas líneas.
Hoy mismo en la escuela de María del Cisne, debe estar resaltándose el amor que se brinda a las niños por parte de sus padres, maestras y compañeras, mientras a ella y a su familia se les niega todo el amor y amistad posibles, que a pesar de las demostraciones de solidaridad de personas de buena voluntad, todo resulta vacío al no saber nada de ella. ¿Quién le garantiza su derecho constitucional de “protección y atención contra todo tipo de violencia o maltrato? ¡Ayudemos a encontrarla!
Concluyo expresando un saludo fraterno a los y las maestras, recordando una expresión rusa que reza: “recibir el saludo de una amiga es como recibir un beso”

jueves, 6 de febrero de 2014

La perniciosa desigualdad estructural



La historia de nuestros pueblos nos trae a la memoria, que hombres y mujeres de las clases populares son quienes han enarbolado y seguirán enarbolando la lucha contra las injusticias y la corrupción, para acabar con las profundas desigualdades sociales que aún persisten. La cotidiana historia nos recuerda que la derecha reaccionaria y la Iglesia-Opus Dei se aliaron para explicar desde sus intereses, la razón de estas desigualdades; y, no solamente que las justificaban sino que las exaltaban enseñando a los pobres a resignarse mientras ellos por su brillantez se apropiaban de su trabajo y de su libertad.
Hoy no se puede desconocer que el gobierno “revolucionario” se esfuerza por disminuir las desigualdades estructurales que nos afectan. No obstante, la confrontación con los sectores neoliberales y la alianza con las organizaciones populares resulta ser una falacia, porque mientras con los primeros en no pocas veces se ve obligado a ceder, a los segundos los combate con el hostigamiento y la persecución. Lejos están las tesis de la revolución social, quizá han aumentado los esfuerzos por mejorar la educación, salud, vivienda, vialidad; en tanto se agravan cuando no se criminalizan la libertad de organización y de expresión.  
En el país hay tantos acontecimientos de corrupción e inseguridad, denunciadas o no, que enterarse estimula náuseas. Sin embargo, quiérase o no, los sistemas judicial y legislativo no están suficientemente preparados para poner fin y erradicar estos males sociales, ni a hacer las leyes que nos aseguran el buen vivir.
Lo cierto es que, en el camino electoral, tanto “revolucionarios” como “contrarrevolucionarios” se corretean con propaganda proselitista aflorando y ahondando perniciosamente las desigualdades sociales.
Mientras  esta cruda realidad no cambie, las condiciones objetivas para la protesta popular irán madurando.