viernes, 15 de diciembre de 2006

“SALGAMOS A HACER EL CAMINO GOZANDO... PARA QUE GANE LA VIDA”.

Todos los días pulseamos con la muerte y la batalla es a todo o nada, no hay empate, no hay negocio. Por eso cada día salimos a celebrar la vida. Por eso cuando tratan de que sólo sobrevivamos y optemos solamente por el mal menor, no nos conformamos, y salimos a vivir. Claro que hay que valorar la sobrevivencia. En tiempos del “bicentenario”, hay que hacer el tiempo de liberación. Por tanto, no hay tiempo que perder, la tierra está en peligro, nuestros hijos también. Tal vez faltarían más cosas, pero no podemos esperar, en el camino nos iremos fortaleciendo. Aun con nuestras incertidumbres a cuestas, hoy es tiempo de vivir. Por eso salimos a mostrarnos y a mostrar nuestro poder, a alumbrar nuestro debate, porque no es hora de especular. Es preferible tener muchas voces, antes que no tener voz. Necesitamos hablar, pero también escucharnos. Lo diferente es lo que nos complementa, la verdad colectiva, y nos empuja al cambio. Cuando lo distinto es utilizado como excusa para fracturarnos o dividirnos, termina ganando la ideología de los que mandan, de los que quieren mantenernos sumisos, no la nuestra. Es necesario cambiarnos a nosotros mismos para cambiar el mundo.
El año pasado, cuando iniciaba una marcha de la UNE hacia la Gobernación, comenzó a llover torrencialmente. Se aguaba la fiesta. En ese momento, muchos dudamos en salir y seguir, pero otros no. Iniciaron la marcha y a fuerza de consignas y fe y, aunque seguía lloviendo, la marcha continuó. A la altura del Parque Bolívar, el cielo se abrió. Entonces entendí: que el amor siempre vence y la voluntad se manifiesta. Los educadores y las educadoras aprendimos que la unión y la solidaridad son necesarias porque devienen en organización, imprescindible para derrotar definitivamente a este sistema perverso, capaz de inventar el hambre en un país hecho de pan. 
Para elaborar y explicitar una estrategia de poder debemos conocer y amar nuestra propia fuerza. Es necesario ver el poder cotidiano de nuestros compañeros y compañeras para vencer cada día a la muerte. Y esa es una gran victoria, eso “es construir poder.” Allí radica nuestra fuerza, nuestra esperanza.
También luchamos por mejorar nuestro salario; evitar la migración, reafirmando nuestra soberanía y enfrentando la represión para construir la democracia.  En esas luchas de todos los días, debemos reconocernos para saber que podemos, que no estamos solos, ni aislados. En todos lados y al mismo tiempo, damos la lucha. Son ellos o nosotros. Y por eso, más que nunca es necesario debatir sin miedos lo que cada uno de nosotros cree, porque nos necesitamos todos, para vencerlos. Pero, además, porque la felicidad sólo es con todos, o no es.  Sabemos el para qué, discutamos el cómo. Tenemos derecho a dudar de nuestras construcciones y prioridades, pero no de nuestras certezas.
Podemos discutir y discrepar en cuanto a la integración de nuestra organización y de la forma como nos representan. Lo que no podemos es negar la necesidad de nuestra unidad, reafirmando orgullosamente nuestra identidad de clase, nuestra historia, nuestras raíces, porque desde ellas vemos, imaginamos y construimos nuestra utopía. Somos hijos de otra historia, esa que escribieron nuestros antepasados, que lucharon en cada pueblo apoyando la independencia, o gestaron la revolución liberal con Alfaro; o aquellos que expresaron su indignación ante las injusticias perennes de los gobiernos títeres del imperialismo. Son nuestro patrimonio las conquistas laborales y sociales conseguidas por el pueblo a costa incluso de sus vidas. Tantos hechos y personajes de los que podemos enorgullecernos. El futuro está en conocer nuestro pasado y en protagonizar nuestro presente para lograr en el futuro próximo una vida digna para todo el pueblo. 
Sabemos que no sólo somos portadores de la identidad de clase, también nos determina y enriquece la identidad nacional y latinoamericana, luchamos por la identidad humana por que amamos la vida. Estamos convocados por voluntad propia a construir un nuevo movimiento cultural, social, sindical, político, para resolver los problemas de nuestro pueblo, despojémonos del sectarismo que nos retrasa, como dice una canción popular “salgamos a hacer el camino gozando... para que gane la vida”.